Rodeada de un paisaje increíble, en contacto con el mar, el aire puro y la claridad aparece esta obra del arquitecto argentino Martín Gómez, a metros de la playa de José Ignacio, pueblo de pescadores devenido en balneario chic del Uruguay.
Para Gómez fue un gusto llevar a cabo este proyecto de reciclaje. “Me gusta este tipo de proyecto por el potencial y la transformación tan radical de lo existente mejorando así su entorno”, cuenta. Fue una remodelación y ampliación donde no se respetó la arquitectura original, de los años 80 que carecía de valores arquitectónicos. Surgió así una  nueva casa, con aires de “pueblo blanco”, tal cual le pidieron los propietarios.
Diseño bien logrado cuyo punto de partida fue la línea recta, un concepto lineal que se observa claramente al ver la estructura de la construcción: “Al principio querían hacer todo en el lugar de la construcción existente pero luego se dieron cuenta del maravilloso terreno que tenían. Y me dejaron continuar con la idea inicial de tomar todo el terreno produciendo un proyecto lineal”, que transforma a la casa en un concepto simple sin perder por ello la fuerza de diseño, que juntos y en combinación con el maravilloso entorno llegan a lograr un todo perfecto para este refugio de verano.
Teniendo ya el punto de partida de diseño y el concepto al que se quería llegar se comenzó a trabajar. “Utilicé parte de lo existente para resolver ambientes necesarios y lo nuevo para darle  valor arquitectónico a la casa con su nuevo carácter”.
Con revoque grueso pintado a la cal blanca, las fachadas fueron trabajadas de dos formas diferentes. “La que da a la calle le dimos una lectura de casa de pueblo con marcas azuladas con un tono muy especial consensuado con los propietarios. La fachada del mar, en cambio muestra una gran vinculación con las vistas a través de sus grandes ventanales, más moderna y actual, incorpora a la pileta, la parrilla y su vida a su interior”, comenta Martín.
Todos los lugares fueron, sin duda, pensados para disfrutar. Una doble galería organiza dos espacios de características muy diferentes para las distintas horas del día. Estas dos galerías tienen pérgolas de eucalipto tratado, decks de pino tratado en combinación con muebles blancos en madera tipo decks. La salida y puesta del sol se convierte en estos rincones en el mejor de los espectáculos.
Desde la galería trasera, y siguiendo sus ejes lineales,  nace una pileta angosta y larga donde se trasluce el agua verdosa que acompaña todo el clima del diseño. A su alrededor, el mismo piso de deck.
En cuanto al interior vemos una casa alegre, fresca, fácil de mantener y cuyo objetivo es disfrutar de la vida en vacaciones sin complicaciones. Se respeta el mismo concepto que en el exterior: continuar con la premisa básica de acentuar la vida de una casa de playa de un pueblo blanco. Se compone de un gran living con salida a la pileta y a la galería trasera, un pequeño comedor y una cocina amplia. El resto son tres dormitorios, el principal con su baño en suite y separado completamente del cuarto de los niños que son dos y están en el otro ala, contigua al comedor diario.
Todos los ambientes están llenos de luz y de una vista fantástica ya que los grandes ventanales se hacen presentes para que nunca olvidemos en el entorno en el que estamos. Mucho blanco, signo de pureza y tranquilidad, en combinación con pequeños toques de azul, amarillo o verde. Este blanco se hace presente tanto en las fachadas del exterior como en sus muebles y en toda la decoración interior así como en los pisos que en toda la casa son de cemento blanco o madera pintada.
De esta manera se obtuvo el espíritu de descanso solicitado por los dueños de casa y generado de la mano del Arquitecto Martín Gómez.
Y como bien nos dijo su creador “proponemos simplificar la vida de nuestros clientes y que lleven una vida más  relajada en sus vacaciones.”; sin duda una frase que en esta casa se hizo realidad. 
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