Karina Vega (32, artista plástica, docente, egresada del IUPA) se recuerda desde siempre atraída por las bardas del Alto Valle. Nacida en Chichinales (Río Negro), desde los ocho años vive en Roca. "Tanto en mi pueblo natal como acá es espectacular esto de detenerse a mirar, parado sobre alguna de ellas y poder ver qué esconde la tierra en este escenario tan desértico hoy y que antes, millones de años antes, no lo fue", comenta a "eH!" en esta etapa que la encuentra en su carrera de artista plástica algo serena, sin el vértigo que la caracteriza. Es que en días más será mamá por primera vez. Se la entiende, entonces, a quien escribió su tesis "Atuendo topográficos" para egresar del Instituto Universitario Nacional de Arte con un soberano diez de calificación.
Egresada del IUPA como profesora de grabado primero y de pintura después, expuso tiempo atrás una serie suya sobre las bardas en el Museo de Bellas Artes de Roca con una repercusión increíblemente buena, tanto que aún se la recuerda.
¿El inicio de todo esto? Ella misma lo cuenta en su tesis y vale recuperarlo, tanto para
entender su obra como su trayectoria creativa:
"¿El inicio? Un momento en el tiempo que marque el comienzo de esta fascinación por las bardas.
Jugaba con tierra desde pequeña.
Sentía una atracción hacia las piedras. Piedras, piedritas de colores, blancas, aplanadas, redondas...
¿Por qué existen las piedras? -me preguntaba-.
Y fui creciendo envuelta en escenarios terrosos. La tierra siempre fue parte de mi visión del entorno.
Tierra fértil en el valle del río Negro, en las chacras, en esos oasis donde el verde prevalece ante la sequedad de la tierra que lo rodea.
Tierra seca, tierra de extraño aspecto, de múltiples colores en la meseta.
Y vivo entre esos dos escenarios: valle y meseta.
Crecí envuelta en ese paisaje.
Mi vínculo con la tierra es intriga, es respeto, es pretender mostrar su belleza, esa belleza tan peculiar.
En los últimos años esta tierra, este lugar, mi lugar, ha sido protagonista de mis producciones... desde un momento en que descubrí, redescubrí, me miré a mí misma y casi con cautela comencé a sacar de mi interior, de mi vida cotidiana, de mis gustos por la naturaleza, esa fascinación por la barda, eso que acarreo de pequeña: las piedritas y la tierra.
Tierra, piedras, alpataco, fósiles.
La tierra y todo lo que significa.
El arte y la tierra.
La tierra y la geología.
Procuro escribir la historia de esta tierra. Transitando en sus rincones. Merodeando en su pasado.
Escribir a mi modo.
Por ello, escribo textos visuales
y dispongo de distintos elementos para ello".
Tengo una biblioteca (una suerte de inventario, archivo, colección) de elementos que miro, analizo, selecciono. Tomo los que prefiero y luego juego con ellos. Los acomodo, armo -y desarmo- y vuelvo a experimentar hasta que la imagen finalmente surge.
Los ordeno.
En mi biblioteca hay cuadros, rectángulos, tierra, telas de distintas texturas y de muchos colores, pinturas, hay ideas, datos geológicos y fotos... muchas fotos. Tengo la sensación de estar en la barda, tengo huesos y caracoles, tengo la inmensidad. Elementos propios del arte y elementos naturales.
Estos textos -el conjunto de mi producción- son juegos visuales basados sobre diversas reglas de combinación creadas por mí. Infringiendo -de algún modo- los códigos tradicionales del arte del paisaje, armo mis propios códigos a través de distintos atavíos, combinando diversos elementos.
Transcribo contextos -y momentos- a mi modo. Envuelvo pequeños cuadros con telas o los cubro de pintura... para simbolizar lugares.
Visto a las composiciones con diversos atuendos para darles distintas apariencias. Pero, internamente, en la desnudez de su significado, son paisajes.
Estos atavíos muestran, dejan al desnudo, ciertos aspectos del paisaje; algunos no revelan demasiado, sólo dan un indicio... como queriendo cubrir esa idea, ese lugar.
Cada elemento tiene su atuendo.
Cada elemento tiene su lugar.
Cada elemento significa algo.
Juntos narran historias.
Prefiero jugar con fragmentos.
Expongo datos concentrados en pequeñas formas (cuadrados, rectángulos, pilas de telas, siluetas terrestres).
Juego con signos visuales y geológicos.
Muestro la tierra a modo de evidencia geológica".
Deslumbra Karina con su claridad y precisión. Deslumbra con su arte de representar gráficamente un lugar sobre un papel. Que de travesura inquietante pasó a ser un fuerte, muy fuerte, impulso por mostrar un lugar del mundo, "mi lugar". No con un sentido localista, aclara, sino más bien universal. Por esto, quizás, de que "pinta tu aldea y pintarás el mundo".