Empezó en 1993 con un consultorio de 100 metros cuadrados y mil pacientes. Hoy, el instituto que lleva su nombre cuenta con 1.200 metros cuadrados y 28 mil pacientes. Entre ellos, varios famosos: Susana Giménez, Diego Maradona, Georgina Barbarrosa, el diseñador Benito Fernández y la conductora radial Daisy May Queen, que luce una asombrosa figura con 35 kilos menos.
Convertido en el nuevo gurú de las dietas, en estos días de vértigo el médico psicoterapeuta Máximo Ravenna (61) viaja por todo el país para dar charlas o inaugurar centros terapéuticos. "Y hace poco inauguramos en España nuestra franquicia en Madrid -le cuenta a “eH!”-. No me considero un tipo genial pero me enorgullezco de haber tenido una idea genial y energía para llevarla adelante".
–Doctor Ravenna, ¿altura y peso por favor?
–Mido 1.72. Peso 73 kilos.
–¿Se pesa todos los días?
–Sí. Y le paso otro dato: tengo un sólo talle de ropa. Cuando cambiás el talle algo se te fue de las manos.
–Ahora páseme la fórmula de cómo se cuida...
–Controlo las harinas y la porción que ingiero. Para decirlo claro: la porción tiene que ocupar el centro del plato. No rebalsar por los costados. ¿Para qué harán esos grandes platos ovalados?
–¿En su familia son todos flacos?
–Sí. Mis hijos tienen un peso saludable, dentro del índice de masa corporal ideal.
–¿Y en su casa es igual de estricto que con sus pacientes?
–No. A los chicos, desde pequeños, les inculcamos hábitos saludables con las porciones adecuadas. Por eso no existen reglas estrictas; todo se da en forma natural.
– Cuando se junta a comer con sus amigos, ¿les dice que aflojen con el pan?
–Los aconsejo sólo si me lo piden. No soy su médico, no los censuro.
–¿Y qué puede decir de las mujeres? ¿Cuál es la relación de las argentinas con la comida?
–Históricamente es una relación cauta y medida. Las argentinas siempre estuvieron muy pero muy pendientes de su cuerpo, de su físico, siempre se las consideró elegantes, siempre se mencionó que eran mujeres que hacían dieta y que tal vez estaban demasiado preocupadas por su cuerpo en relación a las europeas y las norteamericanas. Ahora, en los últimos 20 años se produjo un quiebre...
–¿Qué pasó?
–Que el índice de obesidad aumentó de un 15 o 20 % a un 50 o 60 %. Por un sinfín de causas: el aumento de la oferta de comida, el fast–food, el sedentarismo, el empeoramiento de la alimentación en base a harinas y grasas, el delibery, el consumismo, el encierro, la tevé, los video juegos, la inseguridad, el estrés. Y con un gran dealer a mano: la heladera.
Los chicos juegan menos, salen menos, viven encerrados en la habitación o en el country. Por ejemplo, un chico en EE.UU. pasa 8 horas por día con video-juegos, más 8 de sueño, más 8 de colegio...
–¿Es decir que más de la mitad de los argentinas tienen sobrepeso?
–Sí. Las argentinas, tal vez por ese cuidado del cuerpo, esa elegancia y las restricciones en las comidas han postergado la aparición de este grado de sobrepeso.
Pero parece que en el mundo de hoy no hay cuidado que valga, porque todos esos recaudos no han impedido que las argentinas (y los argentinos) tengan un 50 y pico por ciento de obesidad con un récord del 62% en Río Grande (Tierra del Fuego), según informó la Sociedad Argentina de Nutrición.
–Sigamos con las argentinas y la comida...
– Creo que dejaron de alimentarse a la argentina, la comida tipo latina, algo parecida a la italiana con pizzas, fideos, carne, pollo… Inciden varios factores, la aparición de cadenas que ofrecen hamburguesas cada vez más gigantescas, el consumo rápido y automatizado, las porciones cada vez más grandes, más pan, más harinas. La mujer argentina ha sido víctima de una alimentación contradictoria.
–Pero muchas lo compensan con el deporte...
–... Es cierto que está de moda la actividad física pero mi impresión es que sigue siendo una minoría la que la practica. Hay mucha gente que se pone ropa de deportista... pero no la usa en el gimnasio o en las actividades físicas para la que fue creada. Por ejemplo, esas grandes zapatillas de grandes colchones de aire que no se usan para correr…
–¿Usted cree que la mayoría dejó de cuidarse?
–Es que esa es la paradoja: hay nuevos paradigmas, nuevos estímulos, mucho estrés y una oferta de comida que supera a las "cuidadoras". Y esto ocurre en los países desarrollados y en los otros, porque la comida barata también engorda. Fíjese que países con medios para cuidarse son víctimas de esta pandemia que ni los propios médicos saben muy bien cómo frenar y por eso se genera el reparto de pastillas y medicamentos. Y finalmente se cae en la mutilación del ser humano, el by pass gástrico, al que yo llamo la solución final. El mundo genera gordos y después los mutila para que no generen gastos en el sistema de salud social. Toda persona gorda rinde menos, es menos productiva, se muere antes… Le doy otra imagen de cómo cambiaron los tiempos: cuando nosotros éramos chicos, en la barra de Belgrano de 10 pibes sólo dos eran gordos o tenían sobrepeso. Y ahora el promedio se fue a alrededor de seis chicos cada 10.
-¿Qué pasó con los gordos de su barra?
-De uno no supe más nada. El otro, Edgardo Mansitti, es un gran oftalmólogo. Me vino a ver hace unos años y bajó 10 kilos.
–¿Cuál es su propuesta para enfrentar el problema?
–Luchar de manera menos catastrófica, más cercana, poniendo más límites.
–Pero dicen que su dieta de entre 600 y 800 calorías diarias es demasiado restrictiva
–El método que aplicamos es el resultado de 20 años de trabajo. Es un sistema intensivo, aparentemente drástico, pero muy eficaz, con resultados concretos en pacientes que no adelgazaron con métodos tradicionales.
Si no hubiera tenido esta idea seguro que hoy daría terapias psicoanalíticas y no recetaría pastillas, mientras otros derivan a la pastilla y al cirujano y se pierden la posibilidad de imaginar algo distinto. Y eso es lo que yo hice, imaginar algo distinto.
Sí, se puede ser flaco si se agudiza la imaginación y se generan nuevas propuestas. Y eso es lo que hicimos. Y ahora tenemos muchos autodenominados discípulos… Por lo menos no empastillan a la gente, no operan.
–¿Pero entre 600 y 800 calorías por día no es muy poco?
–Le explico: la gran ventaja de las dietas hipocalóricas, a pesar de cierta propaganda en contra, es que con pocas calorías diarias logran un gran efecto: la saciedad. Porque cuanto menos se come menos hambre se tiene. Por eso yo recomiendo 4 comidas por día.
Hasta yo mismo en algún momento di dietas fraccionadas en 6 o 7 comidas. Pero con los años me di cuenta de que los que adelgazan son los que comen 3 o 4 veces al día.
–Dos investigadoras de la Universidad de California afirman que las dietas restrictivas no son sostenibles en el tiempo ya que los pacientes luego vuelven a recuperar kilos. ¿Qué les contesta?
–Que obviamente se utilizan en un lapso hasta que el paciente logre su peso.
Además nosotros trabajamos con grupos conductuales. Siempre decimos: “La dieta saca el hambre, el grupo las ganas de comer”.
Para muestra vale un botón. El plan que aplico incluye dietas VLCD (de muy bajo contenido calórico), pero la base es un tratamiento integral, contenedor, protector y con terapias múltiples que generan descenso rápido y mantenimiento a largo plazo con apoyo constante. Hay infinitas pruebas en contrario de la opinión de esas dos investigadoras.
Por ejemplo, los doctores Stefan Rossner y Astrop –presidente y vice de la IASO (International Asociation for the study of obesity)– afirman que las dietas VLCD logran llegada al peso ideal con menos desgaste y brindan un mantenimiento a largo plazo más sólido. Todo depende de la experiencia personal, de la dedicación y la lucidez con se aceptan esas dietas.
–En una entrevista dijo que puede trabajar sobre la mente de la gente...
–Es que trabajo la terapia sobre el vínculo o el mal vínculo con la comida. Hay que decirlo claro: es una droga que está al alcance de todos, una enfermedad tan grave como el cigarrillo y otras sustancias tóxicas, aunque menos degradada socialmente y por eso muy peligrosa. Nuestra terapia busca el despegue, abrir el abanico de posibilidades, ya que siempre hay un dealer, la heladera, que surte y uno tiene la posibilidad de alejarse del estrés y las tensiones abriendo la puerta.
CÓMO CUIDARSE EN EL VERANO
Los consejos del doctor Ravenna, que sirven para todo el año.
"Es recomendable ingerir abundante líquido, de 3 a 4 litros. Puede ser: agua, agua mineral, aguas saborizadas acalóricas, gaseosas light, jugos light, infusiones de té, té de hierbas, té de frutas, mate, mate cocido, café. Debemos recordar que en el verano las altas temperaturas nos hacen transpirar y de ese modo perdemos una mayor cantidad de líquidos y minerales,que debemos reponer. Continuar con el concepto de distancia entre las comidas e ingerir 4 comidas diarias en pequeños volúmenes. Nuestra medida es el centro del plato playo.
Elegir alimentos frescos ricos en agua, fibras, vitaminas, minerales, y que sean de baja densidad energética, es decir, más volumen y menos calorías.
Tratar de limitar las harinas refinadas al máximo, como los fideos, ravioles, capelletis, pan blanco, galletitas de harina de trigo. También los amasados de pastelería, ricos en grasas saturadas y ácidos grasos trans. Incrementar el consumo de verduras y frutas, ya que contienen gran cantidad de agua, fibras para regularizar el contenido intestinal, vitaminas y minerales.
Incluir alimentos proteicos de carnes blancas como pollo sin piel, pescados, carnes rojas sin grasa –cuadril, lomo, peceto–, jamón cocido desgrasado, quesos con bajo contenido de grasa como los blancos, frescos y muzzarella. Limitar aquellos fiambres con alto contenido graso. Tomar lácteos descremados. Son importantes para aumentar el calcio”.
TEXTO: JAVIER AVENA