Una casa del siglo XIX vive en el nuevo milenio en toda comodidad y contacto con el entorno. Jorge Letelier, propietario y diseñador de interiores radicado en Manhattan, encuentra en este hogar el contacto con su Chile natal y se da gusto en escoger el objeto encantador para cada rincón.
En la región vitivinícola de Pirque, a tan sólo minutos de Santiago de Chile, la bella casona fue adquirida en el 2000, sin dar espera para comenzar con las renovaciones y el trabajo de ambientación.
Para Letelier esta tarea representaba a la vez un desafío y un placer: la casa original, construida en 1860, consistía en el resguardo de una enorme hacienda de la tradicional familia Mackenna, patriarcas de la región, que imprimieron un exclusivo estilo colonial en la sólida construcción.
Respondiendo a las necesidades de la época con dos alcobas, un baño y una pequeña cocina, Jorge intuyó que aunque no fuera apta tal como estaba para convertirse en su hogar, sí evidenciaba potenciales arquitectónicos. "No tiene una gran belleza, pero sí muchos materiales viejos y honestos. La casa original y todos sus agregados siguen un estilo colonial chileno y todos los materiales que se han usado en la renovación son locales y concuerdan con los usados en el período: adobe, piedra, madera, tejas de arcilla española", explica el propietario.
La localización de la casa, es privilegiada.
Disfrutando de la cercanía a sólo 45 minutos de la ciudad capital de Santiago, la localidad de Pirque en el valle del río Maipo, consiste en un enclave maravilloso donde la vista de las montañas de los Andes, la naturaleza amigable, y las atracciones turísticas forman parte de la vida cotidiana.
Además, Jorge comenta: "Aquí disfrutamos de un perfecto micro-clima que hace que los inviernos sean cortos y templados y los veranos sean secos con brisa nocturna y por las mañanas. La construcción ha servido como casa de veraneo y fines de semana para la familia y los amigos", comenta el propietario, para quien la casa significa el lugar espléndido para alejarse de la rutina y encontrarse con el verdadero descanso.
Pensando en que el confort y la serenidad primen en la vivienda, sin perder su auténtico sabor rústico y esa magia cautivante de las construcciones antiguas, las reformas en cuanto a la programación de la morada incluyen todo lo necesario para que se tenga al alcance cada uno de los requerimientos que garantizan la comodidad y practicidad, incluso en áreas campestres.
Cinco alcobas para hospedar invitados, seis baños, un gran salón, una ingeniosa y amplia zona de cocina y comedor, un generoso foyer y una biblioteca magnífica se complementan con otras áreas de servicios como dos pequeños estudios, secciones de lavandería y guardado, más viviendas completas para empleados.
Por supuesto, en este fantástico entorno natural, se pensaron zonas que permitieran disfrutarlo a plenitud, bajo la seguridad y abrigo de los alrededores de la casa. Por esto, el jardín es aterrazado y tienen un quincho y un comedor externo para comer bajo la parra.
“El mayor desafío durante la renovación fue brindarle privacidad a cada habitación y una vista completa del jardín, donde la familia y los amigos pueden disfrutar del lugar en paz y silencio o unirse a los demás cuando así lo deseen”, anota Letelier.
“La mayor atracción en el área es que allí se ubica una de las más famosas zonas vitivinícolas del país. La casa en realidad está apenas a cinco minutos de Concha y Toro, la bodega más importante del país”, dice el propietario, añadiendo un motivo más para enamorarse de su lugar de retiro y relax.
La vivienda se disfruta intensamente y en su totalidad.
Por supuesto hay ese rincón especial en el que se pasan las horas más felices: “La parte más gratificante de la casa es la biblioteca, cálida y cómoda, con una gran chimenea doble y una gran colección de libros en español, inglés y francés”, expresa Jorge.
Tanta pasión por hacer de una construcción un espacio donde todas las áreas se identifican con su dueño y la impronta de sus más profundos arraigos y sensibilidad se halla en cada detalle, llevan a que la decoración no pase a ser un simple acompañamiento sino un esmerado proceso del cual Letelier es experto.
Su gusto ecléctico denota su carácter omnívoro al escoger los objetos y elementos que construyen la ambientación en esta casa.
“Los muebles son una mezcla de viejo y nuevo. Muchas piezas fueron compradas en Europa, Toscana, el sur de Francia, Bélgica y son principalmente del siglo XVII”, narra Jorge.
Asimismo también una mezcla con una colección de Huacos precolombinos, obras de arte que reúnen pintura, esculturas modernas y fotografía internacional y muebles diseñados por el mismo Letelier componen una sinfonía de diseño que se adapta muy bien a la personalidad rústica de la casa.
“Mi objeto favorito es una roca del erudito china que data del sigo XVI e invita a la meditación”, acota el propietario.
El dueño y decorador prefiere que su hogar no sufra cambios extremos en cuanto a la decoración. Tan sólo algunos cambios de lugar cuando llega un regalo o una nueva pieza se adiciona a la colección. La casa resulta sencillamente adorable.
“Las palabras que mejor definen la casa son: cálida, despojada, divertida y apacible. La cosa más bella que se ha dicho acerca de la casa fue en realidad un gesto sin palabras”, dice el propietario.
“Un amigo muy sofisticado con hermosas casas en Toscana y en Nueva York me llamó hace dos años para contarme que visitaría Sudamérica y se quedaría en la casa dos noches en su ruta hacia la Isla de Pascua. Bueno, se quedó seis semanas y todavía recuerda ese lapso como las mejores vacaciones que ha tenido en su vida en, según sus palabras, un paraíso cálido”.
Letelier supo hacerse un hogar ideal como para unas vacaciones eternas.
TEXTO: PAULA RIVEROS
PRODUCCIÓN:
MARIANA RAPOPORT
FOTOS: FERNANDO GÓMEZ