MADRID (AP) _ Son libreros, pero a veces su trabajo se parece más al de un detective. Trabajan por vocación o por tradición familiar. Investigan, viajan, estudian y una vez al año se reúnen para mostrar al público piezas de un valor incalculable. Se trata de la Feria Internacional del Libro Antiguo, que en su 21a edición se celebra por primera vez en España.
Unas 75 librerías de todo el mundo exponen en el Palacio de Congresos de Madrid colecciones, facsímiles, grabados y otras rarezas a precios no aptos para la crisis financiera.
"Este año hay entre 30 y 40 mil libros excepcionales en cantidad y calidad. Es un gran acto cultural'', explica Gonzálo Fernández Pontes, uno de los principales organizadores. La muestra cuenta con obras sorprendentes. Desde cuentos manuscritos por el propio Jorge Luis Borges, al precio de 125.000 dólares, hasta una primera edición de "El Quijote" publicada en italiano, a 41.000 dólares.
"Es una feria selecta, y aunque está abierta al público en general, es cierto que es un círculo pequeño que atrae a gente muy particular", reconoce González Pontes. Los expositores dibujan en su conjunto un peculiar viaje al pasado. Se puede encontrar una primera edición de "Cien años de soledad", dedicada por el propio Gabriel García Márquez, un texto escrito de puño y letra por el rey español Fernando el Católico en el siglo XV, a 100.000 dólares, o un manual sobre las reglas del juego de las Damas que data
de 1650. La especialización en un mercado tan competitivo es fundamental. Por eso algunas tiendas ofertan sólo antigüedades literarias, y otras, por ejemplo, rarezas enciclopédicas o grabados.
Evidentemente localizar este material es una tarea muy complicada, que no se enseña.
De hecho, la mayoría de estos libreros forman parte de una larga tradición familiar que hereda el negocio generación tras generación. Michael Steinbach es alemán y actualmente preside la Liga Internacional de Libreros Anicuarios (ILAB, en sus siglas en inglés), que agrupa a más de 2.000 establecimientos de todo el planeta.
"Me paso medio año viajando para encontrar las piezas que luego vendo. Busco cosas raras, acudo a subastas, si algún coleccionista conocido fallece me pongo en contacto con su familia. Es una labor ardua", relata en un español más que correcto.
Después de adquirirlo, el trabajo no termina. "Investigamos sobre el libro, hacemos referencias, lo catalogamos y estudiamos la manera más adecuada de ofrecerlo al público", dice este experto coleccionista.
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