Entrar a la casa de Lucas Risé es ingresar a un mundo lúdico y poco convencional. Aquí no se siguen las pautas de lo que indica la moda ni las tendencias del momento. La casa refleja el gusto, el estilo y la forma de pensar de su propietario donde el color, el movimiento y la acertada combinación de elementos de diferentes culturas hacen de este espacio un lugar acogedor donde priman los objetos manuales restándole importancia a la tecnología.
“Yo buscaba principalmente un lugar amplio y me gustó el estilo y la amplitud de la casa. Me gustaron los ambientes, los espacios abiertos y el patio. Además del estilo antiguo y bello que conservaba. Lo que menos me gustó o lo que me preocupaba era la poca entrada de luz en algunos ambientes. En un principio se hizo una distribución de los espacios en relación a la luz y la ubicación de la cocina y baño. En cuanto al rearmado de los espacios se colocaron mosaicos decorativos en el patio, se pintaron las paredes, se repararon algunas aberturas y se hizo una reja trabajada en hierro también en el patio. Se jugó con los objetos que tenía: muebles, cuadros y espejos”, afirma Lucas al referirse a los cambios que se realizaron en la propiedad de 150 m2.
Los espacios se fueron armando poco a poco a medida que Lucas iba viviendo la casa. Fue un proceso intuitivo en el que se tuvieron en cuenta las sensaciones para seleccionar muebles, objetos y colores. Luego vino una planificación para disponer cada cosa siguiendo una armonía y un equilibrio dentro del plano de composición.
El taller quedó ubicado al fondo de la casa en la última habitación que tiene una ventana que da al patio y aporta mucha luz. El piso es calcáreo, los techos son bajos y se respira un aire cálido y distendido ideal para llevar a cabo el proceso creativo del artista.
En la cocina se bajó un metro la línea de mosaicos y se formó un módulo en el frente con piezas francesas “Pas de Calais” generando una composición a partir de los objetos existentes como la cocina, la mesada y las canillas. Las paredes se pintaron de celeste y se decoraron con cuadros, estantes, vajillas y elementos africanos. Todo esto se unificó con una guarda congeniando lo nuevo con lo que había previamente. En el baño se cambiaron los pisos para obtener una relación con los de la entrada y lograr un verde granito. Se hizo una guarda y un cierre de media caña al tiempo que se renovaron la grifería, la pileta de lavatorio y se reemplazó la ducha por una bañera de estilo antiguo.
En la habitación principal se encuentran los objetos de mayor valor nostálgico como el primer mueble pintado. La cama es de hierro hecha a partir de un balcón francés que fue adaptado por Jorge Aruez, un prestigioso herrero.
“Cada cosa tiene un sentido, un valor tal vez por su rareza y lo difícil que fue conseguirlas y por eso los tengo allí presentes. Las cosas generalmente las encuentro. En el caso de que necesite por ejemplo mosaicos tal vez durante un día entero me dedique sólo a eso en todo sentido: aprendizaje de técnicas, estilos, origen y creo que esa es la seducción que me lleva al encuentro inmediato la próxima vez”, apunta el joven diseñador.
En sus periplos como cazador de objetos maravillosos Lucas ha conseguido armar una estupenda colección que incluye telares de Uzbequistán y de Santiago del Estero; mosaicos art nouveaux, art deco, españoles y pas de calais; cerámica holandesa y checoslovaca, pinturas cusqueñas, platos mexicanos, sillones franceses y tallas africanas que comparten escena con los soberbios roperos pintados a mano por el dueño de casa.
“Empecé a los trece como letrista. Pinté mi primer mueble con el logo de Coca-Cola con cero de estilo. Hace un par de años, luego de mi paso por Estados Unidos, Africa, Barcelona, Bélgica, Francia e Italia, surgió la idea de trabajar sobre muebles.
Recorriendo mercados de antigüedades y galerías de arte me inspiré en esta forma de expresión. El mueble es un soporte, no hay transformación sino generación de algo distinto. En muchos casos uno deja de ver el mueble para ver una impresión en conjunto. El mueble se pierde. Intento generar un cuadro, una impresión usando como soporte, cual lienzo, ese elemento y forma que es el mueble", cuenta Lucas, quien ha dispuesto varios roperos en distintos lugares de la casa.
Los muebles están bautizados y sus nombres corresponden a la inspiración de Lucas al momento de pintarlos como es el caso de África, Rumanian, Japanese Garden, Nigeria y Circus.
Los colores nacen a partir de cada mueble. Las piezas tienen entre cincuenta y cien años y son de corte simple sin muchas molduras ni tallas barrocas. Cada mueble por su forma, corte, tamaño y puertas remite a un diseño específico y de ahí surgen los colores. En algunos se mantiene el color de base del mueble siempre en relación con el diseño textil que Lucas empezó a desarrollar hace un par de años. "Mi trabajo me resulta muy interesante y me da un grado de aprendizaje constante el cual me deja descubrir cosas que puedo aplicar en proyectos más personales como la pintura decorativa sobre muebles. Creo que el diseño textil te otorga un gran manejo del equilibrio en la composición, una amplia variedad de colores, mucha riqueza de formas, es un arte increíble, donde la mayoría de los casos la comunicación se da mediante las sensaciones. En un día de mi vida existe todo. Hay momentos en que me dedico mucho al trabajo, en el taller. El placer resulta de congeniar ambas cosas. Las personas cercanas que hacen mi vida comparten este espacio; así es como yo trabajo, siempre. No me resulta complicado porque cada una de las partes se afectan mutuamente, se nutren una de la otra", sostiene el joven que también incursionó en el diseño de bijouterie.
Uno de los lugares favoritos de Lucas es el patio donde puede ver el cielo y le resulta más fácil imaginarse cosas que luego se convertirán en ideas y quedarán plasmadas en telas, lienzos o madera. La casa va creciendo a medida que aparecen nuevos objetos en su vida o cuando un nuevo mueble sale del taller y es preciso encontrarle un lugar en alguna de las habitaciones. Mientras tanto Lucas sigue creando objetos deslumbrantes en su taller: "Tal vez hoy tengo la posibilidad de poder tener cosas que me gustan pero lo que más me gusta es vivirlas mas allá de "las cosas" en sí mismas. Cualquier objeto puede ser maravilloso si uno lo hace parte de un momento".
TEXTO: MARÍA INÉS mc cormick
estilismo: mariana rapoport
fotoS: JUAN HITTERS