TEODORICO HILDEBRANDT
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Cuando hablamos de cerramientos en un jardín podemos hablar de dos tipos. Por un lado, los paredones o muros de materia; por el otro, los cercos vivos, o sea de plantas. En regiones de clima más benigno que nuestra Patagonia, la decisión por uno u otro tipo seguramente tendrá que ver principalmente con una razón práctica y de buen gusto. Una pared de ladrillos se hace una vez y para siempre y no requiere mantenimiento y en cambio un cerramiento hecho con plantas va a necesitar de una cuidadosa elección de la especie a plantar y su posterior cuidado de riegos y podas ... pues bien, en nuestra Patagonia, donde en primavera y parte del verano tenemos viento y ráfagas "como para hacer dulce", más que una cuestión estética es de cuestión práctica. Veamos porqué.
Si optamos por una pared o paredón de material con la esperanza de que nos proteja contra el viento, nos estaremos equivocando. Un viento fuerte chocará contra la pared, se elevará y, sin disminuir su intensidad, se desplomará del otro lado y con una agravante ... al formarse un vacío del lado presuntamente protegido, el viento lo ocupará en forma de remolino y éste será más perjudicial que el viento mismo porque nos sacudirá todo lo que tengamos plantado.
En cambio si la opción es por un cerco vivo, que por ser poroso deja pasar parte del viento y las ráfagas, no se produce el vacío del lado
protegido porque parte del viento que ha pasado -atenuado- se encontrará con la otra parte que sobrepasó la barrera y la obligará a seguir un curso recto. O sea que tendremos viento de menor intensidad y menor cantidad de remolinos.
Por supuesto que este efecto dependerá de la densidad del follaje de las plantas. Por lo general, se toma como base una densidad del 50%, o sea que pasa una mitad a través de él y la otra por encima y ambas corrientes se unen del otro lado ... por eso en nuestras chacras se habla de cortinas rompevientos y
generalmente son de álamos, cuya densidad y altura dependerá de la especie o híbrido y del manejo que de esa cortina se haga.
También se acepta que el efecto protector equivale a tres veces la altura de la cortina. En un jardín un cerco de 2 metros de altura protegería entonces una franja de 6 metros, aproximadamente.
Queda en claro entonces que en un jardín el cerco protector de los vientos debería en lo posible tener una altura tal que lo proteja totalmente. Si este fuera de 20 metros de ancho, por ejemplo, el cerco debería tener una altura aproximada de casi 7 metros.
Pero aquí juegan ahora otros factores no menos importantes a la hora de tomar una decisión. Si en un jardín de 20 metros ponemos un cerco verde de 7 metros de altura y con la espalda al suroeste, que es por donde generalmente nos castiga, es probable que al atardecer tengamos menos luz solar.
Por otro lado, plantas de esa altura requieren un sistema radical que les permita mantenerse en pie y esa raíces se extenderán por el jardín, absorbiendo agua y nutrientes que en muchos casos quitarán a las plantas de adorno. Por otro lado, deberán ser plantas de crecimiento libre, o sea sin poda, porque va a ser difícil hacerla a esa altura.
Seguro que usted ya lo estará pensando ... la alternativa sería hacer cercos verdes bajos a la distancia requerida. Por ejemplo, en esos 20 metros colocar tres hileras de 2 metros de altura, con lo que casi cubrimos toda la superficie, pero quién estaría dispuesto a hacer este diseño que obviamente quitaría margen para el resto del proyecto paisajístico.
Una opción que yo considero más "piola" sería colocar grupos arbustos en lugares estratégicos que canalicen el viento hacia los sitios donde menor daño ocasionarán. Obtendremos así un jardín con distintas exposiciones al viento, lo cual nos permitirá mayor margen de opciones al momento de plantar. Para exagerar, digamos que en los sitios donde más influirá colocaremos plantas espinosas y resistentes como berberis, piracantas o coníferas bajas y en el de más reparo azaleas, rododendros y camelias.
Tal vez ya haya adivinado también cuál es mi intención con esta primera nota ... ayudarlo a diseñar su propio jardín o replantear uno existente. Todo esto usted lo podrá reforzar con recorridas por su barrio o su ciudad, a pie o en bicicleta, que le permitirán ver con tranquilidad y hacer un buen ejercicio e incluso "chusmear" un poco con otros propietarios ... es que nos preocupa su salud y que a su vez esté bien informado.