Cada mañana el cuidador limpia las pequeñas losas de mármol y deposita flores muy frescas, aunque los miles de transeúntes cercanos no sepan quienes están allí: son los que en vida hicieron obra para salvar las piedras y el alma de La Habana Vieja.
"Son los que han aportado, han tenido que ver con el patrimonio de La Habana Vieja", dijo a AFP Jesús Duque, contratado desde hace dos años por la Oficina del Historiador como uno de los dos encargados de cuidar del lugar.
Una de las primeras tumbas entre árboles y flores es la de la pintora venezolana Carmen Montilla (1936-2004), cuyo estudio está a menos de 100 metros del lugar, considerada por las autoridades "gran amiga de Cuba", que "contribuyó al proceso de restauración del Centro Histórico de La Habana". Ahí está sepultado el más habanero de todos los habaneros, Emilio Roig de Leuchsering (1889-64), primer historiador de la ciudad, sucedido por su discípulo Eusebio Leal, importante figura actual de la cultura cubana, a quien se debe esta idea y la dirección de la restauración de La Habana Vieja.
Los pequeños sepulcros -nueve hasta ahora- están en el jardín del antiguo convento de San Francisco de Asís (siglo XVII, ahora sala de conciertos y museo), en la plaza del mismo nombre, en el corazón de La Habana Vieja. "Los restos son traídos aquí por petición de Eusebio a sus familias", cuenta Duque y explica que "esto es un lugar de paz, de espiritualidad, de meditación, donde nadie puede entrar haciendo bulla".
El jardín es el parque "Madre Teresa de Calcuta", inaugurado en 1999 con una estatua de bronce de la pequeña religiosa, sentada, leyendo en recogimiento, una impresionante obra del escultor Jesús Villa Soberón.
Por la plaza vecina, alegres grupos de turistas tiran fotos entre mujeres con cestas de flores vestidas a la usanza del siglo XIX, algunas de las cuales fuman puros, mientras coches tirados por caballos esperan por clientes para el paseo.
Junto a la tumba de Roig está su esposa, María Benítez, fallecida en 2003; el geógrafo y oficial del Ejército Rebelde de Fidel Castro, el capitán Antonio Núñez Jiménez, que dio su nombre a una fundación que trabaja en la conservación del medio ambiente.
También está la joven artista plástica Danne Días (Fanty), quien murió en un accidente automovilístico en España en 2006, a los 30 años, autora con sus padres varios mosaicos en La Habana Vieja.
Los últimos en llegar fueron el escritor Lisandro Otero, una de las voces más importantes de la narrativa contemporánea y el cineasta Octavio Cortázar, ambos muertos a principios de año, sensibles bajas de la cultura cubana.
El jardín sirve de entrada a la pequeña catedral San Nicolás de Mira, un regalo de Cuba a la Iglesia Ortodoxa Griega, inaugurada en 2004 por Fidel Castro y por el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomeo.
"La gente me pregunta si las tumbas tienen que ver algo con la catedral, y yo les explico que no, que es de la Oficina del Historiador", dice Duque.
La Habana Vieja es uno de los 15 municipios de la provincia Ciudad de La Habana que, en apenas 4,2 km cuadrados y 66.000 habitantes, contiene el Centro Histórico: 3.370 edificios en 2,14 km cuadrados, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Ante la pregunta de si hay alguna parcela reservada para la tumba de Eusebio Leal, el cuidador sorprendido, responde dubitativo: "¿quién sabe?", pero reacciona como valorando el derecho ganado por el historiador cubano, y afirma "puede ser ¿por qué no?".
LA HABANA
"La Habana, con sus caderas / sonoras,/ y sus moradas ojeras / a todas horas", cautivó a los primeros europeos que llegaron a América. Desde entonces no ha cesado ese deslumbramiento. Para comprenderlo basta con recorrer sus calles, deambular por el malecón o demorarse en cualquiera de sus parques. Es una ciudad que seduce. Alejo Carpentier le dedicó un libro -La ciudad de las columnas-, en el que supo detallar la magia de sus muchos rincones. "En todo los tiempos fue la calle cubana bulliciosa y parlera, con sus responsos de pregones, sus buhoneros entrometidos, sus dulceros anunciados por campanas", señala Carpentier y agrega: "La Habana está más cerca, arquitectónicamente, de Segovia y de Cádiz. (...) Cuba, por suerte, fue mestiza -como México o el Alto Perú-. Y como todo mestizaje, por proceso de simbiosis, de adición, de mezcla, engendra un barroquismo, el barroquismo cubano consistió en acumular, coleccionar, multiplicar, columnas y columnatas en tal demasía de dóricos y de corintios, de jónicos y de compuestos, que acabó el transeúnte por olvidar que vivía entre columnas, que era acompañado por columnas, que era vigilado por columnas que le medían el tronco y lo protegían del sol y de la lluvia, y hasta que era velado por columnas en las noches de sus sueños". Textual de Vicente Battista, quien hizo el prólogo, la selección y el posfacio de "Relatos de La Habana, de la Colección Geografías Literarias (Editorial Puerto de Palos), que incluye textos sobre esta bella ciudad de Alejo Carpentier, José Lezama Lima, Jean Paul Sartre, Jorge Timossi, Nicolás Guillén, Abel Prieto, Laidi F. de Juan, Frederika Bremen, Alejandro Alvarez Bernal, Roberto Guerra Naranjo, Reynaldo González y Roberto Fernández Retamar. Para soñar, indispensable. H.L
“Habana Vieja, la franja donde los dioses conviven en paz”, por Carlos Batista en rionegro.com.ar/blog/eh