Descansar en una finca con viñedos o en una estancia es una manera distinta de conocer un lugar. Por lo general se encuentran a varios kilómetros de las ciudades y ofrecen un servicio diferente. Las atienden sus dueños, suelen tener cascos históricos, pocas habitaciones, comida casera y naturaleza por donde se mire. Lisandro de la Colina, director de Guía Tierra Buena, difunde para “eH!” los beneficios y el valor agregado que implica visitar estos lugares. El resultado: la elección de cinco fincas en Mendoza y La Rioja donde vivir la exclusiva experiencia de descansar en contacto naturaleza.
Renacer en Mendoza. Alojarse en una viña es una experiencia única. Es un placer despertar rodeado de viñedos y disfrutar de una cocina gourmet bebiendo algunos de los mejores vinos de la zona. “En los últimos tiempos se ha ido acrecentando en todo el mundo el interés por el vino y todo lo que tenga que ver con su elaboración. Incluso para muchas personas se convirtió en una excelente excusa para viajar. Las bodegas se hicieron eco de esta demanda; primero comenzaron a abrir sus viñedos a los turistas y luego restauraron sus fincas o construyeron modernos establecimientos para alojarlos”, explica Lisandro de la Colina, director de la Guía Tierra Buena. Tal es el caso de Fincas Patagónicas, sus 10 hectáreas de viñas producen el vino de las Bodegas Tapiz y fue por muchos años sólo eso, un viñedo; hasta que restauraron la casona que era el casco del lugar y comenzó a funcionar el “Club Tapiz”, nombre que corresponde al alojamiento.
Guadalupe Badino, gerente del hotel comenta: “Se tuvo un particular cuidado en las reformas de la residencia. La casa había sido construida en 1890 y tenía la estructura de una villa del Renacimiento. Quisimos conservar varios elementos de la época, como el patio y los pisos de madera de pino, que le aportan una identidad muy particular. El interior fue decorado con un estilo moderno, muy minimalista, que se conecta de manera natural con las viñas que la rodean”. Sus diez habitaciones ofrecen calidez y comodidad al huésped. Dormir en ellas es hacerlo con total tranquilidad, siempre en contacto con la naturaleza. Es una experiencia fantástica, por ejemplo, abrir la ventana por la mañana y ver como los primeros rayos de sol iluminan las uvas más orientales. Entre el resto de los lugares del Club Tapiz hay que destacar uno de los mejores restaurantes de Mendoza: Terruño. Su chef, Max Casá, es el encargado de elaborar los platos regionales para el maridaje de grandes vinos: “Uno de los principios básicos del maridaje entre comidas y vinos consiste en combinar los vinos con platos regionales, ya que los sabores locales tienden a tener una afinidad natural. Nunca más cierto que cuando se disfruta de un Malbec argentino con el plato nacional: el asado”, resalta el gerente del lugar. La estancia se completa con un spa, una piscina, una sala de estar, un bar y un inmenso jardín desde donde se puede contemplar una magnífica vista de la Cordillera de los Andes. Pero no hay que olvidar el verdadero templo de la finca; allí donde se guardan sus mejores productos: la bodega. “Producimos varios varietales Cabernet Sauvignon, Merlot, Chardonnay, Torrontes y Sauvignon Blanc; pero el vino insignia de nuestra bodega es el Malbec. Nuestros visitantes pueden catarlos durante las visitas guiadas a nuestra bodega. Junto a los guías expertos en vinos, descubrirán todos los pasos en la cadena de producción de nuestro vino”, comenta Guadalupe. Que también agrega que la particularidad del terruño al pie de Los Andes y una mano de obra artesanal son los que garantizan la alta calidad que se obtiene en la elaboración de los vinos de la Bodega Tapiz. “Fincas Patagónicas es sin lugar a dudas uno de los lugares que tienen que tener señalado todos aquellos que quieran vivir una experiencia única en un lugar exclusivo, rodeado de montañas y con gusto por el buen vino”, recomienda De La Colina.
ntre viñas y golf. Otra de las estancias que recomienda el editor de la guía Tierra Buena es Algodón Wine Estates, Viñas del Golf: “Ubicada al sur de Mendoza, en San Rafael, esta finca alberga en sus 750 hectáreas viñedos una cancha de golf, la bodega, el lodge, el restó y hasta un sector donde se dedican a la producción agropecuaria. Es el lugar indicado para combinar la cata de vinos y el golf”. La belleza del paisaje mendocino enamoró al golfista Ricardo Jurado padre, quien compartió este sentimiento con su hijo Ricardo y entre los dos apostaron a hacer realidad un sueño: construir un viñedo con una cancha de golf. Poco a poco el proyecto fue tomando forma y comenzó a crecer tanto en tamaño como en calidad de producto. “En las 150 hectáreas de viñedos se destaca la producción de Bonarda, que es la estrella entre los varietales de la bodega. Pero también se cultivan uvas tintas y blancas de los varietales Malbec, Merlot, Cabernet, Syrah, Chardonnay, Semillón y Pinot Noir”, comenta Diego Coll Benegas, gerente de turismo de la estancia. A los excelentes vinos que produce la bodega se le suma la cancha de golf: “Ricardo quiso unir sus pasiones y estampar su marca en la finca con la cancha de golf. Viene de una familia de golfistas y en honor a su abuelo José, que llegó a ser campeón nacional, construyó la cancha Championship, de 9 hoyos. La experiencia de caminar entre la naturaleza con vistas a las montañas jugando al golf, hacen de esta cancha un paseo extraordinario que motiva a jugadores de todas partes a venir”, comenta Coll Benegas. Y agrega: “para abril de 2009 se incorporarán los 9 hoyos que restan para convertirla en profesional”. Cuando las obras de la cancha comenzaron, se pensó en la posibilidad de construir un alojamiento para los golfistas y enófilos que la visitaran. Es así como la vieja casona de corte inglés criollo (construida en 1921) y que durante muchos años fue el lugar donde la familia Jurado pasaba los veranos, fue restaurada y abierta a los huéspedes. Manteniendo el inigualable estilo de una época dorada, se logró combinar las tradiciones del pasado con las comodidades del presente: paredes de adobe, techos de caña y chimeneas, en cada una, de sus ocho habitaciones; conviven armoniosamente con televisores, DVD, equipos de calefacción y wi-five. Los precisos detalles en la decoración la hacen acogedora y la convierten en un excelente refugio para descansar. Al mismo tiempo la pileta, el solarium y el jardín con majestuosas vistas al Golf, envuelven esta oportunidad única de vivir una finca desde adentro, ofreciendo la posibilidad de jugar golf, hacer uso del driving con clases particulares, visitar la bodega, tomar cursos de degustación de vino, hacer catas a ciegas, participar del curso “Cómo hacer un blend”, realizar cabalgatas por la finca, salir en bicicleta, cosechar, tomar clases de cocina o participar de las muestras de arte y música que todos las semanas organiza el restó. Y ya que se menciona al restaurante Diego no puede dejar de recomendar los exquisitos platos que allí se elaboran: chivo al Malbec, ensaladas de faisán e higos con brie de cabra, charqui de trucha en hierbas, pastas caseras gratinadas al horno y la gran variedad de helados y postres realizado también en forma casera.
RANCHO E Cuero - ESTANCIA Chañarmuyo
Terruño riojano. Al noroeste de Cuyo la aridez pasa a ser una virtud y la tierra se multiplica en colores. Las vides sirven de marco perfecto para llegar a la posada de Chañarmuyo Estate que, aparte de alojamiento, es un sensacional restaurante con una bodega donde las botellas de vino envejecen sin ninguna prisa. La posada es un refugio sencillo y cálido, donde se puede descansar en amplias habitaciones en las que las vistas que se disfrutan son la mejor compañía que uno puede tener para dormir. Rodeada por paisajes imponentes, como el Parque Nacional Talampaya, Famatina, Santo Domingo, Chilecito y Cuesta de Miranda, por nombrar algunos; la estancia se convierte en un refugio natural para relajarse y reponerse de esos paseos.