La única persona del mundo de la moda que apareció en 1999 en el célebre número de la revista Time que enlistó a las 100 personalidades más influyentes del siglo XX, fue la francesa Gabrielle Bonheur Chanel (1883-1971).
Mejor conocida como Coco Chanel, fue una presencia revolucionaria en un momento histórico donde las mujeres no gozaban del protagonismo social que han tenido que ir conquistando a lo largo del siglo XX. Seguro que a la francesa le habría dado mucho gusto saludar a Zaha Hadid, hasta ahora la única ganadora del Pritzker, el mayor galardón de arquitectura del planeta.
Desgraciadamente, Coco Chanel murió cuando Zaha Hadid apenas andaba estudiando en la escuela de la Architectural Association, en Londres, pero ahora, los nombres de ambas mujeres aparecen enlazados en un proyecto que une la arquitectura, el arte contemporáneo y la moda: el Mobile Art, un museo itinerante que acaba de iniciar su travesía en Hong Kong.
Anunciado por Karl Lagerfeld, el actual kaiser de la casa de moda francesa, y Zaha Hadid, durante la última Bienal de Venecia, el Mobile Art es una auténtica galería del arte más actual, con obras de 20 artistas como Wim Delvoye, Yoko Ono, David Levinthal o Sylvie Fleury.
El futurista contenedor de esta exposición, cuyo curador es el crítico francés Fabrice Bousteau (director de la revista Beaux Arts), se levantó hace dos meses en el terreno que normalmente ocupa un estacionamiento, en la zona portuaria de Hong Kong. Se ha adelantado que Tokio, Nueva York, Londres, Moscú y París son los siguientes puntos del trayecto que se extenderá hasta febrero del 2010.
¿Qué dijo Karl Lagerfeld cuando presentó este proyecto en Venecia? “Nadie había hecho esto antes. Nadie había hecho un museo que pudiera viajar. Normalmente la gente viaja para ver un museo. Aquí es el museo el que lo hace, es un concepto completamente nuevo”.
Fabrice Bousteau, por su parte, abonó con sus ideas el concepto que sostiene al Mobile Art: “Es importante destacar que es menos una exposición itinerante que una experiencia artística en un edificio nómada”.
“Cuando digo una experiencia artística, quiero decir que la exhibición fue concebida como una película”, continúa el curador. “Es una película tridimensional que ves al moverte por el recinto. El curador es el director; los actores, son las obras de arte y los guionistas, son los artistas”.
Y hay también una directora de fotografía y diseñadora de escenario, que es la mismísima la iraquí radicada en Londres Zaha Hadid, quien ha creado, muy en sintonía son su estilo de diseño actual, un paisaje interior de formas orgánicas, curvilíneas y fluidas que, como dice Bousteau, “se siente temporal, da la impresión de una realidad virtual, de estar en otra dimensión, en un universo cinemático”.
“Lo que me gusta del diseño de Zaha”, dijo un exultante Lagerfeld, “es que ella se ha desprendido del totalitarismo de la Bauhaus que ha terminado en aeropuertos, casas y edificios feos. Este es otro mundo, es el siglo XXI, es una visión y concepto completamente diferente. Por eso es importante, no sólo como un museo de Chanel, sino también como una obra de arte, a pesar de que odio esa palabra. Para mí, el diseño y la arquitectura son el verdadero arte de hoy”.
INSPIRADO EN CHANEL La inspiración conceptual para la exhibición que aloja el pabellón Mobile Art fue la emblemática bolsa acolchada de Chanel, cuyos elementos han reinterpretado libremente los 20 artistas invitados; algunos de una manera más literal que otros, con aproximaciones que van desde la suave ironía hasta la sorpresa.
Wim Delvoye, uno de los artistas más provocadores de nuestro tiempo, por ejemplo, elaboró bolsos Chanel con la piel de los cerdos tatuados que cría desde hace algunos años en China; mientras que Sylvie Fleury aporta una reproducción a tamaño gigante de un bolso, que al instante hace que todo parezca Lilliput.
Otros creadores, en cambio, juegan más libremente con la imagen de la bolsa, que se vuelve apenas un accesorio en las barrocas fotografías de la dupla francesa Pierre et Giles o vuelven irreconocible su referencia, como en la instalación de la prometedora artista coreana Lee Bul.
La apuesta curatorial de la muestra devela una fe en la creatividad de los artistas más reveladores de la época. O como diría Lagerfeld: “Esto es algo un poco más noble que nos permite conocer a nuevos artistas gracias a Chanel. Todo el mundo reconocía a Andy Warhol al final de su vida pero no antes”.