bicado en el centro de la capital neuquina, con una impecable vista hacia la barda que bordea la ciudad hacia el norte, este piso resalta de manera equilibrada y súper elegante un juego de estilos decorativos donde la luz y el color se convierten en las vedettes de la vivienda.
“Compré la casa, la pinté completamente, le hice unas remodelaciones y después la llamé a Ondina para que me ayudara con la decoración”, explica la propietaria.
Resalta que la característica principal es que cada ambiente se pintó con dos tonos de color a partir de los cuales se pensó con la decoradora la ambientación a partir de las cortinas, la tapicería y los muebles.
El ingreso es importante. La puerta del ascensor es la puerta de entrada que da lugar a una pequeña recepción donde resaltan un gran espejo y una lámpara realizada a partir de un fanal. “Es el único ambiente que no tiene luz natural y era necesario que hubiese una lámpara encendida todo el tiempo –explica la propietaria–, por eso adaptamos el fanal que era sólo para velas a la luz eléctrica”.
A partir de esa entrada hacia la derecha se abre el sector social de la vivienda. Un gran ambiente tipo loft comprende el estar y el comedor principal. Allí reinan el rojo en las paredes y el verde de las imponentes cortinas.
Todo el living se pensó a partir de la obra de arte del comedor, “Ave Fénix” de la artista Susana Comesaña. La pared del comedor debía ser roja para que funcionara como marco del cuadro y para el estar se decidió bajar el color con muebles blanco óptico y detalles de negro.
Los sillones contemporáneos contrastan aquí con las sillas de estilo adquiridas por la propietaria en Buenos Aires.
Las columnas de este ambiente son estructurales, no había forma de sacarlas, por lo que se resolvió integrarlas con un asiento que fue diseñado por la propietaria. “Le coloqué un vidrio de alta densidad, así que se pueden sentar dos o tres personas, y lo decoré con piedras de las bardas, a las que les hice un tratamiento especial para que adquirieran su verdadero color que me pareció riquísimo, como para incorporar algo de acá”. Además en el comedor se diseñó un placard empotrado para guardar la vajilla importante pero no tenerla a la vista.
Las importantes cortinas, de seda natural de la India, son 40 cm más largas que la ventana. “En realidad se está usando mucho la abundancia de tela para abajo. Se usan paneles más light, no tanta tela como venía antes que se usaba tres veces la medida de la ventana a lo ancho, sino que ahora se usa un poco menos de tela, telas importantes y mucha abundancia para abajo”.
En el estar se colocó una pared de vidrio para ampliar la habitación y dar más vida, más luz. “Lo fundamental en la decoración es que hicimos hincapié en el tema de colores e iluminación, esas tenían que ser las vedettes de la casa –cuenta la dueña–. Insistí en que todo lo que fuera muebles y tapizados se hiciera muy sutil porque había que darle prioridad a la iluminación y el color”.
Un pequeño segundo estar se convirtió en la sala preferida de la propietaria. “Es mi estar, donde yo vengo a tejer o leer. El trabajo de rayas y colores lo trabajamos con Ondina a partir de unos sillones Berger que eran de mis bisabuelos”.
“El diseño quedó muy estilo 70 que está muy de moda en este momento”, agrega la decoradora.
El comedor de diario se pintó en tres tonos de durazno, más fuerte en el comedor, un poco más claro en la cocina y un tono más claro en el lavadero. Aquí, los muebles se hicieron de hierro y vidrio como una forma de alivianar el gran peso visual que presentaba la madera de las alacenas.
Con vistas a la barda, la terraza se compone de dos grandes balcones. Se trabajó el ladrillo a la vista con muy poca vegetación, sólo para poner un detalle de color, toldos rebatibles y la iluminación dirigida que de noche queda muy bonita. Los pisos se hicieron con microcemento alisado y guarda patagónica que combina con el color del microcemento.
Hacia la izquierda de la entrada se ubica el sector íntimo de la casa al cual se accede por un pasillo en el que se destaca una obra de la artista visual neuquina Julieta Chiapano que representa las cuatro fases de la luna.
Allí se disponen el toillet social, el baño y la habitación de la hija de la casa, el escritorio de la propietaria y su habitación con su baño en suite.
El color sigue siendo la estrella en el dormitorio de la joven, que está pintado en celeste y turquesa, sus preferidos. "Aquí usamos mantas marroquíes para armar los almohadones en el piso y las combinamos con el acolchado de pana rayada –explica Albrieu–. Me gusta mucho el contraste, si uso algo muy rústico le pongo algo muy suntuoso, si hago una casa muy moderna le pongo algún toque antiguo. Y cuando llego a decorar una casa pregunto qué objetos tienen, a veces ellos quieren cambiar todo pero rescatamos algún elemento y vamos mezclando. La idea en esta habitación era darle mucho color, por eso le pusimos el verde loro, el fucsia que son colores que contrastan con el turquesa de la pared".
En el dormitorio principal las paredes se pintaron de visón y piedra. Estos dos colores se eligieron más que nada para no desentonar con la parte principal. Sobre la cama, un cuadro de Comesaña, "Vuelo de Pájaro". A ambos lados de la cama se colocaron spots en el techo para que la parte de banitory, si bien está incorporada a la habitación, estuviera separada a partir del efecto de la corrida de luces. Otra vez, la merecida importancia para la estrella de esta vivienda.