Con premisas muy simples pero muy claras, un matrimonio neuquino encargó el proyecto para una vivienda unifamiliar al arquitecto Guillermo Arias. Los pedidos eran esencialmente dos: que no se superara los 140 m2 y que tuviera la cocina-comedor integrados.
Así, teniendo en cuenta esto sumado a los datos del lugar como la orientación del terreno; la lógica necesidad de un patio asoleado, protegido de los fuertes vientos del norte de la Patagonia; y sobre todas las cosas que la casa estaría ubicada en una esquina, se fue creando el proyecto que finalmente tiene a esta última característica como base fundamental.
La casa acompaña esta esquina. El arquitecto Arias explica ella es "el punto de mayor exposición urbana" y que allí "se sitúa el cuerpo que vincula los espacios de uso de y en ambas plantas y a estos con la ciudad". Con una forma redondeada, la estructura contiene los tres baños, el hall y la escalera de la vivienda. Además, se aprovechó la forma y se colocó sobre ella una estructura de forma similar, aunque más pequeña, que sirve para ocultar el tanque de agua y continuar la idea arquitectónica.
En la planta inferior de la vivienda, todos los ambientes se continúan con mucha fluidez. El estar, el hall de entrada y la cocina comedor pueden funcionar independientemente o en conjunto adaptándose a una reunión más grande.
Todos los ambientes excepto uno de los dormitorios, tienen aberturas hacia el frente y el contrafrente. En los ambientes de la planta baja, las aberturas hacia el patio se abren con generosidad aprovechando la orientación este-norte que en esta zona protege de los vientos.
De un tono cálido, la cocina-comedor es el corazón de la casa y desde allí se domina la calle, el patio, el hall y hasta la escalera. Para el estar se decidió un espacio más sereno que se completa con una estufa hogar. Los materiales nobles, clásicos, asimilan el paso del tiempo. “Hasta aquí, seis años después, el edificio ha respondido bien”, concluye Arias.
LA ESCALERA “La escalera supera su instancia funcional y se involucra en la propuesta espacial y expresiva”, afirma el arquitecto Guillermo Arias en la memoria descriptiva de esta vivienda. Y es que tanto el color amarillo fuerte que se eligió para la escalera como el vidrio fijo con el que uno se encuentra al bajarla logran darle una importancia que acompaña la que se le da a toda la estructura que se plantea como centro indiscutible del proyecto.
La escalera adhiere a la propuesta espacial fluida del piso inferior y convierte el paso a la planta alta en un paseo con vistas a “la ciudad”.