Estamos iniciando el mes en que, por calendario, debería comenzar el otoño, la estación más linda en el norte de nuestra Patagonia, porque es el momento en que el paisaje se viste de colores increíbles. Al amarillo de los álamos como telón de fondo en las chacras se une el de los fresnos en la ciudad, salpicados por aquí y por allá por el rojo fuego de los perales y las vides, sin olvidar toda la gama de colores intermedios que acompañan a esta sinfonía de colores y es el producto de un fenómeno natural, que es la caída (abscisión) de las hojas en los árboles y arbustos de follaje caduco.
Además de los colores, el suelo se tapiza de un mullido colchón que emite un chasquido particular cuando caminamos sobre él. No, si definitivamente el otoño en nuestra Patagonia es insuperable... unido a que también los jardineros ya nos vamos preparando para tener un poco más de paz en el trajín del verano, haciendo olvidar a las arañuelas que este año nos han dado un serio disgusto.
Toda esta introducción, poética si se quiere, tiene una finalidad que no puede pasar inadvertida para el jardinero atento... los árboles y arbustos se están comenzando a preparar para el reposo invernal que tanto necesitan para arrancar bien el año. Haga de cuenta que les pasa como a nosotros, cuando el 31 de diciembre de cada año hacemos el raconto de lo que hicimos y nos preparamos para lo que esperamos hacer en el que viene... muchas veces “adobaditos como pa’l horno”.
Supongamos que usted tiene todo planificado para salir de vacaciones dentro de pocos días... y le cae un jefe o patrón que le prolonga el período de trabajo, por lo que debe posponer el tan deseado descanso. Pues bien, a los árboles y arbustos que pierden su follaje en el otoño les pasa más o menos lo mismo y, si es válido el dicho que dice “no le hagas a los demás lo que no te gusta que te hagan a ti”... sobran las palabras.
HIBERNACIÓN
Ciertos animales acumulan grasas para pasar el invierno, como el oso por ejemplo, o la marmota. También un amigo mío, que la acumula siempre, aunque se venga el verano.
También las plantas acumulan reservas, especialmente las de hojas caducas, que son generalmente las originarias de regiones frías del planeta, donde desprenderse del follaje es una forma de resistir temperaturas bajo cero y suelos congelados.
Vamos entrando en tema entonces... el otoño es un período muy especial en el que muchas plantas del jardín se van preparando lentamente para el reposo invernal y no les cae nada bien que alguien por desconocimiento se lo interrumpa. Para darle un pequeño ejemplo, desprenderse de caja hoja significa que debe primero cortar el flujo de savia hacia ella para que, al ser privada de alimento, muera y caiga.
Pero previamente a eso debe producir tejidos de cicatrización en cada inserción de su pecíolo, para que no quede una herida abierta por donde puedan penetrar enfermedades. Fíjese y observará que cuando la hoja cae naturalmente, queda en su lugar un tejido lo suficientemente resistente para proteger pero flexible al mismo tiempo para permitir la nueva brotación primaveral.
Todo eso pasa en su jardín y la naturaleza que nos rodea, sin necesidad de que hagamos nada. Al contrario, por lo general, cuando hacemos algo, la “pifiamos”, porque una poda en ese momento es un estímulo que recibe para reponer lo perdido, por lo que interrumpe la abscisión para mantener las hojas fotosintetizadoras, se le viene el frío y los daños serán inevitables en una madera que no ha “madurado”.
Cada especie vegetal tiene su ritmo, su ciclo, e incluso las variedades dentro de una misma especie. Están aquellas cuyo proceso es rápido, como el fresno americano, otros en los cuales es sensiblemente más lento, como los olmos y otras que aíslan las hojas pero no del todo para que no queden heridas y lo hacen recién cuando comienza la primavera y con ella la nueva brotación, como ciertos robles que vemos en jardines y parques de nuestras ciudades.
Incluso hemos podido observar el invierno pasado, que fue excepcionalmente frío, cómo especies que considerábamos de hoja perenne perdían su follaje y cuánto les ha costado reponerlo... pongo por caso los jacarandás.
Respetemos sus tiempos entonces. La forma más práctica es suspender las podas drásticas hasta el invierno o, incluso la próxima primavera, como es el caso de todos los de floración a fines del invierno y primavera... por eso la nota del domingo pasado, explicando la técnica del pellizcado.
Si tiene preguntas, hágalas al correo de esta página. De todos modos, trataré de ir acompañando los ritmos de cada especie, pero una ayudita de ustedes será muy útil para orientar las preferencias.
Como anticipo, les comento que la intensidad del color otoñal depende mucho del ritmo climático. Si el otoño se va instalando lenta y paulatinamente, un liquidambar mostrará toda la belleza de su follaje de colores entre el ámbar y el rojo fuego... si por el contrario el frío viene de golpe, no le dará tiempo y su follaje lucirá de un color marrón opaco.