Los próximos Juegos Olímpicos de Pekín habrán precipitado la transformación de la vieja ciudad imperial, con sus célebres callejones, en una megalópolis sembrada de rascacielos, pero tal vez al precio de su alma, según algunos arquitectos y urbanistas. "Incluso sin los Juegos Olímpicos, Pekín debía desarrollarse, pero gracias a los JO Pekín ha podido desarrollarse más rápido", gusta de repetir al número uno de la ciudad, Liu Qi, jefe del Partido Comunista municipal y presidente del Comité de Organización de los Juegos (BOCOG). Desde los JO de Montreal, en 1976, las ciudades han utilizado el evento deportivo planetario con fines urbanísticos y para cambiar de rostro. "Los juegos sirven de catalizador, de acelerador del urbanismo", dice Jean-Pierre Augustin, geógrafo-urbanista de la Universidad de Burdeos (Francia), que cita como uno de los ejemplos más exitosos a Barcelona-1992. Pekín, que ha partir de los años ’50 se convirtió en un centro de la industria pesada, intenta ahora transformarse en una economía de servicios. Y haber obtenido los JO, que arrancan en seis meses, el 8 de agosto, le ha permitido acelerar la mudanza de las fábricas, fuentes de contaminación. En una ciudad de casi 17 millones de habitantes, donde el automóvil se instala rápidamente, los juegos han permitido desarrollar y mejorar la infraestructura del transporte: nuevas líneas de metro, trenes rápidos entre Pekín y la ciudad portuaria de Tianjin, modernización del parque de autobuses, etc. "Sin la preparación de los JO, ¿cómo hubiéramos podido imaginar la construcción de diez líneas de metro? No hubiera sido posible", estima Liu Qi. "La urbanización de masa remonta a los años ’80 y ’90, pero los Juegos Olímpicos han sido un acelerador. Nunca hubo una urbanización tan rápida", considera el experto chino Zhang Hongxing, que no vacila en hablar de "renacimiento cultural". Para algunos, sin embargo, ha sido sobre todo el dinero el motor de la transformación. "Los JO han servido de pretexto a las autoridades para vender la ciudad y lograr que los inversionistas aceleren sus proyectos, pero no han sido un factor decisivo", considera el arquitecto venezolano Antonio Ochoa-Piccardo, que trabaja desde 1993 en la capital china. "No ha habido una política urbana como en Barcelona", agrega, lamentando que la ciudad no haya sabido administrar su rápido desarrollo. "Los dirigentes y los arquitectos chinos no tienen una cultura urbana, para ellos una ciudad moderna es un paisaje lleno de torres y de vidrio", señala Ochoa-Piccardo. Para los críticos, esta transformación se ha dado en detrimento del viejo Pekín, que ha visto desaparecer progresivamente sus "hutong" (callejones), y sus "siheyuan" (patios cuadrados). "La ciudad no tiene personalidad, es una ciudad anónima, no se la recuerda coo a Shanghai", lamenta Ochoa-Piccardo. Las transformaciones urbanas han provocado la expulsión de sus casas de cientos de miles de habitantes y su instalación en la periferia. El Centro por el Derecho a la Vivienda y Contra las Expulsiones (COHRE) de Ginebra estima que en total 1,5 millón de personas habrían sido desplazadas, aunque no puede precisar cuantas fueron forzadas. El gobierno chino objeta esas cifras, aunque precisa que las personas afectadas han sido indemnizadas.
la filosofÍa oriental, a la hora del diseÑo
En la antigua cosmogonía china, se creía que el cielo era redondo y la tierra cuadrada. Por ello es que a las deidades del cielo se les ofrendaban joyas de jade en forma redonda y a los espíritus de la tierra adornos alargados y rectos.
Basta ponerse en al aire sobre los dos más espectaculares escenarios de las próximas Olimpíadas de Beijing 2008 para que quede claro hasta donde ha llegado esta idea básica de la unión de contrarios: el Estadio Nacional, con forma de nido, es redondo y a unos pocos metros, el Centro Nacional de Nado es cuadrado.
Las dualidades no acaban ahí, el Estadio alude a un nido de dragón (fuego) y el Centro de Nado es, literalmente, un cubo de agua. Masculino y femenino, Yin y Yang. Una sinfonía de tensiones y atracciones.
Diseñado por la firma de arquitectos australiana PTW y el prestigiado despacho de ingeniería británico Arup, el Centro Nacional de Nado, coloquialmente conocido como el Cubo de Agua (Watercube), esta ya develando su forma a poco más de 600 días del inicio de los XXIX Juegos Olímpicos de la era moderna.