Las hojas de los árboles son en realidad una obra de arte de la naturaleza y una fabulosa fábrica de alimentos para la vida sobre el planeta.
En realidad toda una planta es un milagro de vida, de tenacidad y de “solidaridad” para el resto de los seres vivos, solidaridad que no tiene nada que ver con lo que interpretamos desde el punto de vista humano sino simplemente con el complejo entramado de la vida misma.
Cada hoja es una “fábrica solar” que -con el agua y nutrientes que le llega desde las raíces y conducida por cañerías del diámetro de un cabello, por medio de la clorofila- son capaces de fijar la energía solar para motorizar su propia vida y almacenar una cierta cantidad para momentos difíciles.
VARIABLES DE AJUSTE
En todo este proceso son las hojas de los árboles las que tienen no sólo una parte fundamental de asimilación sino que son las primeras “variables de ajuste”, diría un economista. Cuando la economía del vegetal entra en déficit, especialmente hídrico, la planta les comienza a mezquinar agua y comida o directamente se las saca de encima y a otra cosa.
Ese déficit puede ser la carencia de ciertos nutrientes en el suelo, en cuyo caso las hojas toman coloraciones y hasta formas características. En nuestra fruticultura de alto rendimiento, con gran cantidad de plantas en poca superficie de suelo que deben producir gran cantidad de frutas de buen tamaño y aspecto y en donde cualquier “aflojada” por parte de ellas es dinero que se pierde, el productor y el técnico prestan especial atención a la alimentación de las plantas y tratan de prevenir cualquier carencia... muchas veces se exagera en la prevención, pero eso ya es harina de otro costal.
Es así que un técnico ducho sabe “leer” en las hojas de los árboles, pues ellas son las primeras que muestran que algo les está faltando... el profesional se da cuenta y podrá decir con bastante precisión si a ese monte frutal le faltó manganeso, nitrógeno, potasio o hierro o si el suelo es demasiado salitroso o faltó riego, que para el caso es más o menos lo mismo.
Llegamos entonces a la conclusión entonces de que cuentan con un lenguaje cifrado, por lo que no tiene por qué asustarse, ya que siempre mantienen la privacidad.
GOLPE DE SOL
Ya mostramos cómo podemos saber si a nuestras plantas les ha faltado agua en algún momento e incluso podemos decir con bastante certeza en qué momento del crecimiento sucedió. Una hoja quemada en el borde es señal muy segura de que ha tenido estrés hídrico en algún momento... si son hojas viejas y las nuevas se ven bien, sabremos que el estrés ya pasó, si las viejas están bien y se observa en las nuevas, sabremos que el problema es ahora o muy reciente.
Hoy les mostramos una variante de esta lectura de las hojas, puesto que es un síntoma que se presentó en diciembre y enero, en esas semanas en que tuvimos días que rozaron los 40ºC a la sombra. En las dos hojas inferiores, de tilo, se observa con nitidez bordes y partes del limbo quemados que denotan falta de agua, un síntoma muy común en esta especie, que suele perder todo su follaje en pleno verano si hay carencia de riego o mucha sal en el suelo o en el agua. “Se’gual”, dijo Minguito.
Las hojas superiores son de un roble americano (Quercus rubra), de follaje rojo en otoño, cuyo limbo foliar se ha quemado totalmente, quedando sólo el raquis o nervadura con vida. Esto es atribuible (a mi humilde entender) a un golpe de calor sorpresivo, puesto que se produjo bastante “denderepente”.
Si bien este roble es de climas más fríos que el nuestro, esa quemadura no es sólo atribuible a su genética -que también lo he observado en arces y hasta en algunos rosales-. Incluso hay en las cercanías otros robles plantados en la misma fecha que están bien... pero casualmente reciben menos sol.
Si observa estos síntomas en sus árboles (y arbustos) la recomendación es entonces no asustarse ni echar mano a fertilizantes o “remedios” pues se corregirá naturalmente cuando bajen las temperaturas y, como en este caso se trata de un roble plantado esta primavera, es seguro que se hará menos susceptible a medida que crezca.
O sea, el consabido “desensillar hasta que aclare”.
CARTA DE LECTORES
• AZALEA QUE NO FLORECE
Hola, Teodorico, espero que haya recibido muy bien el nuevo año, aunque aquí en Neuquén hay un problema muy serio con el tema del agua para los que somos locos por las plantas. Mi nueva consulta es la siguiente: tengo en maceta dos plantas de azaleas, hermosas plantas (son de exterior) pero el año pasado no florecieron, ni siquiera intentaron dar un pimpollo, ¿qué será lo que les falta? ¿Qué les pongo para que este año no me ocurra lo mismo?
Y otra pregunta. Allá por setiembre sembré festuca y salió hermosa, pero con el tiempo se fue raleando y muriendo como si no tuviera buena raíz. La tierra es excelente, o sea que no logré hacer el manto verde que yo esperaba. Y la última: ¿ahora no es buena fecha para sembrar? gracias por todo y espero su respuesta. Olga, Neuquén.
Su azalea no florece porque a causa de los fuertes fríos que hemos tenido en la región, sus pimpollos se han helado. Siga regando diariamente con agua a la que le debe agregar 200 mililitros de vinagre de vino cada 10 litros y agregue azufre en espolvoreo o mojable en la superficie de la maceta, para acidificar el suelo... nada más. No fertilice, porque si lo hace pone en riesgo la próxima floración.
En cuanto a la festuca, el consejo eterno es sembrar en otoño, pues en primavera sufre con el calor al germinar. Riegue y espere a resembrar en otoño, porque necesita el fresco para germinar y arraigar para la próxima primavera.
CARTA DE LECTORES
• AGUARIBAY CON DEFOLIACIÓN
Señor Teodorico, mucho le agradecería me aconsejara sobre lo siguiente: tengo en el patio un aguaribay plantado hace más de cuatro años. Se ha desarrollado bien, pero hace un año comenzaron a ponerse amarillas algunas hojas, las que después caen, quedando un poco ralo el follaje.
Espero quiera tener la gentileza de orientarme.
Desde ya muchas gracias. Cordiales saludos
Alejandro
En primer lugar, fíjese si su aguaribay está atacado de arañuela. Se ven como pequeños puntitos rojos, que se mueven especialmente en la parte inferior de las hojas. Si fuera así, aplique aceite emulsionable a razón de 20 centímetros cúbicos por litro de agua, repitiendo a los 15 o 20 días.
También puede ser por un ataque de cochinillas. Son “cascaritas” marrones (o como motas de algodón) que se observan en ramas jóvenes y cerca de brotes tiernos, preferentemente. Se controla también con aceite emulsionable a la misma dosis, pero repitiendo tres o cuatro veces, con intervalos de 15 a 20 días, porque esta plaga sólo será afectada por el aceite cuando nacen las nuevas larvitas y dejan la protección del escudo de la madre para buscar nuevos asentamientos. Una vez que se cubren con el escudo de cera, son invulnerables.
En la foto, le mostramos la imagen de la cochinilla cerosa (género Ceroplastes). En otros lugares del país, como es el centro de la provincia de
Santa Fe, las cochinillas son un problema muy serio en estos árboles, pero no tengo noticias de ataques severos en nuestra región,
El aceite emusionable no es tóxico y mata por asfixia a estas plagas, pero no se puede usar con todas las plantas, porque la película de aceite que queda una vez que se evapora el agua (que hace de trasporte en la pulverización) puede provocar quemaduras por acumulación de calor o fitotoxicidad. En caso de plantas que pueden ser susceptibles, probar primero en una parte del follaje. El mejor efecto con este aceite se logra aplicando a fin del invierno (julio, agosto) como preventivo, con dos aplicaciones cada 15 ó 20 días.
Si no fuera ninguna de estas dos plagas, puede deberse a asfixia radical. Para solucionarlo, deberá hacer perforaciones verticales con un caño de 2 pulgadas y punta aguzada, que se va clavando y moviendo, para poder sacarlo una vez que alcance por lo menos 1 metro de profundidad. El agujero se rellena con arena de construcción. Estos agujeros se hacen en la periferia de la copa, en una línea vertical imaginaria de la punta de las ramas al suelo, porque allí están la mayoría de los pelos absorbentes de las raíces.