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Domingo 09 de Diciembre de 2007
 
 
 
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  RURAL Y CONTEMPORÁNEO
La vegetaciÓn
de Puerto Varas –al sur de Chile– es el paisaje de fondo de esta casa de campo, que sorprende
por la simpleza
de su volUmen, UNA clara conformaciÓn interna y UNA profunda relaciÓn con la naturaleza del lugar.
 
 

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El estilo de la campaña siempre fascina por su poder de trasladarnos a otra época y otro ritmo de vida. Obra de los arquitectos Matzl Vukic y Edward Rojas, este último conocido por ser un mediador entre el pasado patrimonial de la región, y el presente que se impone con sus diseños y tendencias, la vivienda responde a las obsesiones del arquitecto: conciliar el ayer con el mañana. Por esto, esta creación que cubre 370 m2, repartidos en tres plantas, persigue tanto el juego de materiales, la estructura y la herencia invaluable de las construcciones antiguas de estas geografías del Cono Sur, como las necesidades y gustos que marcan la pauta en la arquitectura contemporánea.
Los propietarios, una pareja de médicos, decidieron instalarse en la zona buscando el contacto con el verdor y la paz de la naturaleza chilena. En su nuevo hogar, esperaban llevar una cotidianidad acorde con la cultura local, una vivienda que hablara de la magia de las leyendas y mitos anteriores a la conquista, la frescura de los increíbles parques naturales de la zona y la influencia del valor arquitectónico que data de la época de la colonización influenciada por el neoclasicismo alemán. Sin embargo, el reto de este tipo de proyectos consiste en disfrutar de los atributos de la vida rural, sin perder el confort y la calidad de vida que se acostumbran en la ciudad. Creando puntos de encuentro entre ambos mundos Rojas, ha elaborado una prolífica carrera en la que se destacan la recuperación de varios edificios monumentales en la isla de Chiloé, al igual que la construcción de casas de campo conocidas por ser concebidas en concordancia a las tradiciones locales, sin descuidar los conocimientos y ventajas de la arquitectura moderna. Así, la realización de este proyecto fue puesta sin lugar a dudas en sus manos en compañía de Vukic, su socio.
 “La luz de este lugar está constantemente cambiando”, dice Rojas. “La iluminación de la tarde, es como una luz transparente, un momento en el que sol da como un barniz que hace brillar el paisaje. Hay otros momentos en los que la luz cambia y se transforma a unos grises fabulosos. Esto significa que la arquitectura construida bajo esta luz está siempre sujeta a sus efectos. Además, si es una arquitectura hecha con materiales que tienen un alma especial, esa luz juega permanentemente con las texturas”, explica el arquitecto.
En esta misma sensibilidad que tiene en cuenta el medio ambiente y las sutilezas que hacen que estas montañas sean inolvidables, se pensaron todos los aspectos de la vivienda. En cuanto a la ubicación, en un terreno de 5.000 metros cuadrados con distintos relieves, se dispuso la construcción orientada de norte a sur en la parte más alta de un lomaje, siempre teniendo en mente gozar de la iluminación y el calor del sol de oriente y poniente, y de poseer un doble paisaje, hacia la ciudad de Puerto Varas junto al lago y hacia los volcanes al otro costado.
Rojas y Vukic no descuidaron los principales requerimientos del cliente, como la clara distribución espacial al interior de la vivienda que permite una mayor fluidez, comodidad, y bajo mantenimiento. Por esto propusieron una casa estilo galpón que, además de darle vida al estilo arquitectónico tradicional del sur con su volumen hermético que no da pie a filtraciones de agua o el frío, permite que la conformación de la vivienda sea geométrica, puntual y racional, con espacios amplios y luminosos  como en las construcciones contemporáneas. Las tres plantas de crujía muy angosta (5,15 m), se organizan en función de las vistas, el sol y en torno a la escalera, generando doble alturas que aportan aire y amplitud a los espacios. El proyecto tomó dos meses de desarrollo y la construcción de la obra, ocho meses, un lapso relativamente corto. Gracias a sus grandes ventanales que dan cuenta de las alturas y la espacialidad interior, las terrazas y jardines que rodean la caja central, la relación exterior-interior se afianza en cada ambiente al permitir que el paisaje entre al confort de la casa con sus colores y sensaciones.
Por otro lado, los materiales escogidos para la construcción fueron en gran parte el corazón del proyecto. “Nuestros clientes nos dieron el máximo de libertad para la elección. Quisimos darle forma al concepto del tiempo y escoger materiales que asumieran el paso de los años, transformándose en sus texturas y sus colores. Nos propusimos hacer un contrapunto entre un material vernáculo para las paredes como lo es la tejuela de la madera de alerce que se patina con el tiempo y va tomando un color plateado, muy bella además de ser aromática; mezclándola con un material moderno como lo es el cobre para la cubierta, que igualmente se irá patinando con el tiempo al volverse verdosa”. Esta decisión pone de manifiesto dos sentidos fundamentales en la obra de Rojas: en una mano, el encuentro entre lo tradicional y lo actual; en otra mano la expresión de la relación entre la vivienda y el paisaje, en un diálogo en donde ambos se influencian y se transforman, aportándose mutuamente. La escogencia del cobre no es casual: es una referencia a la niñez de Edward ya que él es originario de un pueblo chileno ahora desaparecido llamado “Mina Vieja” en donde se extrajo el cobre hasta agotar el yacimiento.
En cuanto a los materiales utilizados al interior, el propósito fue de propiciar la calidez y la familiaridad en espacios tan sencillos y espaciosos. Por esto se decidió hacer una selección de maderas nativas para recubrir muros, cielos y pisos, conjugando maderas nuevas y antiguas recicladas de viejas construcciones demolidas. “Buscando el equilibrio elegimos también diferentes puertas y ventanas entre nuevas y antiguas, comunicando las tecnologías de hoy y las  patrimoniales”, explican los arquitectos. Para ellos la arquitectura es un hecho colectivo, que involucra no solamente la creatividad individual del arquitecto, sino las diferentes dimensiones entre la personalidad del cliente, el paisaje, la cultura preexistente, los materiales autóctonos, todos ingredientes capaces de aportar a la construcción. El resultado, como se palpa en esta casa es una identidad única, soporte de un momento de la vida alegre, tranquilo y en familia.

 

   
PRODUCCIÓN: Mariana Rapoport
FOTOS: FERNANDO GÓMEZ
TEXTO: PAULA RIVEROS
   
 
 
 
Diario Río Negro.
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