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Domingo 11 de Noviembre de 2007
 
 
 
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  “CONTENTA PORQUE SOBREVIVO CON MI ARTE”
CON LOGROS Y RENUNCIAS, “PITI” asume sus propios ideales “RECUPERANDO LOS ESPACIOS POPULARES, QUE REVITALIZAN”.
 
 

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Cuando uno ingresa a la casa de Piti Suárez tiene la impresión que todo es intimidad y que en uno u otro aspecto está ligado al arte. Cuadros y pequeñas esculturas decoran paredes y muebles bajos. En el centro del living, una mesa enana y circular, secundada por almohadones ubicados como los puntos cardinales.
De contextura más bien delgada, de mirada tranquila y con un ritmo de movimientos imperturbables y pausados, la artista recibió a “eH!” y relató parte de su vida y su búsqueda de lugares, espacios y nuevas experiencias desde la práctica de un arte que toma, por momentos, matices tan dramáticos como entrañables.
Su nombre completo es María Suárez, pero desde siempre, todo el mundo la conoce como “Piti”. Nació en Capital Federal, en el Barrio de Carapachay. Vivió en La Matanza hasta los doce. Luego, con toda su familia, se mudó a Mar del Plata, donde pasó su adolescencia.
Un tiempo vivió sola en Buenos Aires, y según dice ella misma, no le fue bien. “Era como mucho todo: salir a buscar trabajo, vivir sola, la carrera... empecé muchísimas carreras... pero no me fue bien en Buenos Aires”. “Volví entonces a Mar del Plata. En el interín llegó una hermana mayor que estaba en Viedma. Me invitó a ver y me vine. Fue en el ´88 cuando llegué a esta ciudad. En un primer momento me quedé porque conseguí trabajo y me costó horrores. Recuerdo que la primer imagen de la vieja terminal me deprimió mucho. Creo que el río fue el que me convenció. En todo caso, la fascinación por este río Negro y las playas del mar que hay acá cerca jugaron un papel muy importante en la decisión de quedarme”.
María Suárez se recibió en Magisterio en Artes Visuales y en el profesorado en escultura, en la Escuela de Arte Alcides Biagetti de Carmen de Patagones. Fue en este lugar  donde vislumbró la posibilidad de incursionar en el arte. “Siempre cuento que fue muy insólita mi llegada a la escuela de Arte Alcides Biagetti. Empecé no sé cuantas carreras. Una de ellas fue psicopedagogía en el CURZA. Me fue bien el primer año pero no lograba acomodarme a la idea. Así que abandoné. Por otro lado, lo que me sorprende de lo que vino después es que yo no conocía gente que fuera a la escuela de arte. No me acuerdo cuándo me inscribí a la carrera. Pero llegué a ella y no sé cómo. Lo único que recuerdo es el primer día, cuando nos estábamos presentando. Recuerdo también la impresión que me causó ver cómo algunos compañeros ya dibujaban y yo me decía ‘bueno, voy a ver’ ”, narró Suárez.
Su infancia transcurrió en una familia humilde. En su memoria  recuerda que las cosas de plástica le fascinaban de chica. Pero nunca pudo desarrollar ese gusto.
Tras largas idas y vueltas, Piti logró terminar su carrera y afianzar una pulsión que fue creciendo paulatinamente en ella. “No tenía muy en claro qué quería hacer. Hice un año de diseño gráfico pero no me cerró la idea. Retomé al tiempo la carrera y decidí terminarla. Tuve que batallar. Me daba placer lo que hacía, pero no tenía internalizado el “hacer arte”. Cuando retomé la escuela en el ´97, recién ahí pude elaborar un proceso consciente”, evocó la artista.
Suárez ha tenido una activa participación en muestras colectivas de diversos tipos, ha colaborado en presentaciones de libros, obras teatrales y espectáculos musicales. También estuvo participando con dibujos y diagramación en campañas de prevención del HIV, embarazo adolescente y violencia familiar. Ha sido colaboradora de ciertas revistas literarias donde ha ilustrado con sus dibujos y pinturas.
Artista heteróclita, su camino de experimentación no deja terreno sin visitar. “Desde estudiante me gustaba todo, al igual que ahora. Esto es bueno por un lado, pero por el otro, tiene la complicación de que nunca profundizás un tema, las disciplinas y los materiales. Puedo decir que me gusta tanto la pintura como la escultura, o el dibujo. He hecho piezas en madera y en cemento, en piedra y en metales. Me encanta experimentar con diversos materiales. El único conflicto es que este afán me dispersa demasiado. Pareciera que todo lo que hay lo quiero aprender. Entonces, un año me meto con el video y quiero ver qué sale”, dijo una Piti febril y en constante movimiento.
La primer muestra individual la realizó en la calle, en el´99. Desde entonces se ha presentado en diversos lugares, sola o en grupos, manteniendo siempre un perfil muy acorde a su personalidad.

LOS TALLERES
Y LA SALAMANDRA
 
Pareciera ser que además de su búsqueda artística, el proyecto creador de Suárez también supone una lucha por mantenerse a flote en un medio que no favorece a aquellos actores que no siguen las reglas preestablecidas por las instituciones ni las vías pautadas para que el arte suceda. En este sentido, la artista ha transcurrido dos etapas que la ayudaron a superar los escollos y sobrevivir a los embates del presente. Por un lado, Piti ha dictado numerosos talleres, y en segundo lugar, se ha refugiado en nuevos espacios que ella misma ayudó a crear.
“No ejercí nunca la docencia desde lugares institucionales. Si he brindado muchos talleres; uno de los últimos fue el de trabajo en piedra. Los que más me han interesado de estos talleres, en relación al arte, fue el hecho de que estuvieron relacionados con lugares y espacios sociales. Hice, por ejemplo, unas muy lindas experiencias con el grupo de salud mental, con el grupo de violencia familiar y después con trabajadoras sexuales. Los talleres estaban orientados con trabajos muy generales, en donde se trabajaba con dibujos, fotos, pinturas, en fin, sin ponerle nombre de alguna disciplina. Para mí vale todo para poder expresarse. En eso no hay límites”, dijo la artista.
Con respecto a su espacio para crear y generar nuevos vínculos, las oportunidades se fueron dando en la medida en que esta artista se esforzó para generarlos. Su participación en La Salamandra marcó definitivamente una nueva etapa para ella.
Ubicada en la vieja usina, debajo del viejo puente ferrocarretero que une Patagones con Viedma, La Salamandra alberga el sueño de muchos jóvenes artistas de la zona que ansiaban un punto de encuentro y un espacio dedicado a la producción y realización de nuevas propuestas y diversas actividades relacionadas con la cultura y el arte.
Luego de limpiar y rehabilitar el lugar, este espacio se transformó para Piti y otros como ella  en un oasis creativo.
“Me he encontrado en este lugar con gente con las mismas necesidades que yo. Ahora, por ejemplo, estamos trabajando con talleres en los barrios de Viedma y jornadas creativas en la calle. Dialogamos mucho entre nosotros acerca de nuestras necesidades, sobre todo de lugares para poder proyectarse. Acá los terrenos son muy limitados: o terminas en la docencia o si no tenés un cargo en algún lugar relacionado con la cultura, no tenés oportunidad. En este sentido, encontrarte con otras personas que están en la misma situación y con las mismas expectativas esta muy bueno”. El grupo consta de diez integrantes estables y en algunas actividades  se van sumando gente que guarda especial afecto por este viejo galpón  devenido en espacio colectivo.
Esta es Piti. Ya la conocen, en parte. Será un gusto entrar en su arte, segurísimo.  

LA ERA DEL PLÁSTICO

En la actualidad, Piti Suárez, radicada a las orillas del río Negro, está investigando una nueva línea de trabajo que tiene como materia prima el plástico.
En esta etapa, Suárez investiga el plástico como soporte y figura. “Están saliendo imágenes muy atroces de las obras. No tiene nada que ver con mi última producción”.
La artista define esta nueva línea de creación con algo muy shockeante. “Es como un vómito”, dice.
En efecto, desde las texturas a los colores, esta nueva serie que todavía está en proceso de elaboración, muestra otros universos semánticos en donde las sensaciones e impresiones que tiene el espectador se relacionan por inferencia a la angustia o al dolor.
Cada búsqueda, como la que ahora realiza con el plástico, son para esta artista, el prólogo de futuras obras. “No soy para nada perfeccionista. Mi impulso es más como de “atolladero”. A veces estoy trabajando en algo y se me ocurre una idea. Creo que cada trabajo nunca lo terminás del todo. Siempre es el anticipo del que viene. Lo que vos ves que no llegás a poner ahora te va a servir para el futuro trabajo a encarar. En medio de todo además, estoy buscando y preguntándome para qué sirve el arte. Busco sobre todo qué cosas a mi me satisfacen más. Me parece que tengo en claro para lo que no quiero el arte. No quiero el arte como privilegio, ya sea para la gente con dinero o para trabajar para el poder. No es lo que a mi me mueve”.
“Por eso es que pienso mucho desde dónde hay que trabajar y resignificar al arte. Pienso que el arte es otra de las cosas que nos han robado en la sociedad. Antes formaba parte de la vida de la comunidad, estaba en la casa. Desde que nacías hasta que morías estabas en contacto permanente con el”, expresó a eH!.
Desde su continuo trabajo y sus muchos logros y renuncias, esta artista asume sin remilgos sus propias metas e ideales: “Trabajar en todo esto y recuperar los espacios populares es revitalizante y fundamental para mi. Creo en el encuentro con la gente, con tus vecinos, en la calle”.
Así prologa y, en cierta manera, marca los nuevos caminos por donde Piti Suárez y su arte circularán de ahora en más.

“PANES”

Fue en La Salamandra donde Suárez presentó su última muestra que lleva por nombre “Panes”.
“Esta muestra trata de muchas cosas. Sobre todo de la niñez, de las carencias y el abandono”, relato a eH!.
Esta serie de cuadros objetos elaborados con diversos materiales está inspirada muchas veces en el basurero, donde aparecieron muchos objetos que la atraen para trabajar.
Se realizó a lo largo de dos años, en parte porque las vicisitudes de la realidad se interponen en el camino del artista.
“A veces uno no tiene la posibilidad de decir ‘me mantengo de esto otro y puedo dedicarme a crear’. Vivo de lo que puedo”, dice una Suárez sonriente.
 “Cuando sale algún trabajo para realizar un taller o algo por el estilo es bienvenido. Me enriquecen mucho la experiencia que se da en estos espacios. Por otro lado, he tenido la posibilidad de vender algunas obras. Desde hace algún tiempo me he planteado realizar trabajos chicos para que no solo la gente con dinero compre. Eso me permitió llegar a mucha gente. Hasta ahora podría decir que sobrevivo con mi arte y estoy contenta, porque se a qué cosas renuncio para dedicarme a lo que más quiero, a lo que elegí”, agregó una Piti indeleble al paso de los años y las renuncias.

 

   
MARÍA SUÁREZ, ARTISTA PLÁSTICA DE VIEDMA
   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
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