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Domingo 21 de Octubre de 2007
 
 
 
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  DE AQUELLOS DIOSES A ESTA DIOSA

VIEDMENSES SE SUMAN A LA HERRERIA DE LA MANO DE MADGALENA ALBANECE Y "LA TRAMA".

 
 

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La fascinación por el trabajo con el hierro tiene una larga data dentro de la historia de la humanidad. Miles de años antes de la revolución industrial el hombre se dedicaba a la transformación y creación de objetos a partir de esta materia prima.

En ese entonces, el encargado de realizar este tipo de trabajos era el herrero de la aldea. En este personaje se iba acumulando el conocimiento de generaciones, que aportaban a su paso por la historia los pormenores de un tarea de la que muchas veces pendía la seguridad y el bienestar de toda la comunidad. Piénsese sino que en una batalla ganaba no sólo el bando con mejor estrategia y fuerza de ataque. En el cruento choque de hombres y metales, el ejército que tenía un mejor herrero llevaba la ventaja.

Quizás por esta situación, los usos de técnicas y forjado de los materiales eran muchas veces los secretos mejor guardados. La herrería tenía el encanto inmaterial que hacía prevalecer o perecer al hombre por sobre sus congéneres. Hasta los mitos más antiguos enseñaban esto. El mítico herrero de los griegos, el dios Hefesto Vulcano para los romanos- estaba encargado de proteger la herrería, la artesanía, la escultura, la metalurgia y el fuego. El trabajo con el hierro era ocupación de dioses y de hombres, además de un arte lleno de misterios y belleza.

Hoy quizás lo único que conserva este oficio y práctica es la característica estética que no tiene ningún otro trabajo que se le compare. Los dioses dejaron el lugar a los hombres y estos se encargaron de investigar y develar los misterios que el manejo del hierro suponía. Perfeccionaron las técnicas, la pureza y posibilidades de la materia prima, sus aleaciones, sus utilidades. Pero dejaron intacta la belleza que encierra una tarea que sigue teniendo nuevos aprendices y nuevos maestros que se suman a la larga cadena de hombres y mujeres que continúan la tradición de los primeros herreros.

En esta oportunidad, "eH!" trae una historia de un taller de herrería artística que cuenta con la dirección de una maestra herrera y muchas alumnas que se encuentran en la antiquísima búsqueda de los secretos del trabajo con hierro.

 

LA MAESTRA HERRERA

El taller se encuentra en pleno auge de trabajo. Está

ubicado en los viejos talleres de lo que era Vialidad nacional, en Viedma. Los alumnos circulan entre herramientas de banco y barras de hierros, caños y elementos de medición. Los colores son rústicos en sus varias tonali

dades. Hay mucho azul y negro. Hay óxido, chispas, ruidos de corte y una secreta lucha constante por dominar la técnica de un arte que siempre estuvo manejada por los hombres y que requería, según se pensaba, de músculos y una gran destreza física para llevarla a cabo. En este caso el que dirige los pasos de los alumnos y alumnas es una joven mujer, que desde hace cinco años elabora piezas utilitarias y artísticas en su pequeño taller de herrería, ubicado en Carmen de Patagones.

Magdalena Albanece empezó hace mucho tiempo estudiando bellas artes, pero solo durante un año. Luego siguió arqueología. En el momento en que tenía que rendir los finales se cansó y buscó algo para hacer. Fue en esas circunstancias que encontró alguien que le enseñó el oficio.

"Conocí un herrero. Le pedí que me enseñara y lo hizo. De ahí en más comencé a trabajar. Enseguida puse un taller y tuve la oportunidad de trabajar el mercado desde un espacio que no estaba cubierto. La gente me empezó a llevar las cosas chiquitas que el resto de los

herreros no querían hacer. Ésta fue mi salida: tener mucho trabajo que otros herreros desestiman porque las consideran pavadas. En realidad no lo son. Hay muchísimo trabajo. Una cosa me llevó a otra y terminé haciendo cosas grandes, pero no son tanto de mi gusto. Ahora trabajo sola. Encaré el taller de una manera natural. Me metí en el taller, me empezaron a pedir trabajos y los hice. La verdad es que al principio no sé muy bien cómo hacía las cosas y de dónde me salían, pero mi papá y mi abuelo habían sido herreros así que, por lo visto, se ve que he visto muchas formas durante mi vida y me he sido enterando de a poco cómo se hacen las cosas y me salieron. Por lo general hago muebles, en especial mesas. También hago cosas decorativas, como lámparas, candelabros y otras cosas que no tienen utilidad aparente, como algunos animalitos y cosas así", comentó Albanece.

Actualmente vive de esto y si bien la herrería no es algo que tenía programado, este oficio se ha transformado en la pasión de su vida.

EL TALLER

La iniciativa del taller de herrería artística nació de la Fundación La Trama. Esta organización no gubernamental sin fines de lucro consiguió que el Ministerio de Desarrollo Social de Nación financiara este proyecto, junto con otros dos, denominados "Promoción Comunitaria" y "Cuidadores domiciliarios".

La organización consiguió además, los viejos galpones de lo que era Vialidad nacional con quienes hicieron un convenio para poder tener un lugar apropiado para realizar la práctica de esta actividad.

Con los fondos enviados por Nación, se han comprado herramientas, materiales, insumos, librería y el refrigerio para los alumnos. También se pusieron a disposición viáticos para aquella gente que vive en lugares muy lejanos y tiene que movilizarse para asistir al taller.

El espacio de herrería artística comenzó a funcionar a principios de setiembre último.

"Este taller le ha abierta la puerta a gente que por ahí no tuvo la posibilidad de aprender un oficio durante su vida. Como resultado de la convocatoria, se acercaron muchas mujeres que tenían el anhelo de aprender este trabajo. En total en el taller hay 36 alumnos, de los cuales 16 son mujeres. La edad promedio de los integrantes es variada. Los hombres son más jóvenes. Las mujeres son todas de alrededor de cuarenta en adelante, salvo una que tiene veinte", comentó la maestra herrera, con entusiasmo.

"En este momento, en el taller se encuentran en la etapa en la que cada uno realiza algo que quería hacer. Hay cosas grandes y chiquitas en vías de elaboración. Algunos están haciendo percheros, otros rejas, otros parrillas, de acuerdo a las necesidades de cada uno. En realidad nosotros empezamos con una parte un poco teórica, hablando sobre los materiales y las técnicas. Se entregaron cartillas con aspectos que después se olvidan rápido y después, enseguida, nos pusimos a trabajar con las herramientas", agregó Albanece.

Los alumnos se encuentran trabajando en todo tipo de hierro: hierros lisos, caños y chapa. Según comentó la instructora, se están empleando las técnicas básicas. Como la condiciones son limitadas, no hay fragua ni uso de autógena. Se trabaja por lo tanto, en soldadura eléctrica, el uso de la amoladora, el taladro de banco y el corte con sierra y lima.

Si bien el contacto con los materiales y las herramientas es todo un desafío,

la evolución de los alumnos es fantástica. "Los acompaño en la parte técnica, pero la verdad es que si resuelven un problema la primera vez solos después resuelven cualquier obstáculo que se presenta. Ésta fue mi experiencia", concluyó Albanece. En la mayoría de los casos, el diseño de los objetos elaborados es de los mismos estudiantes. Solo se hacen algunos ajustes para adecuarlos a las posibilidades de trabajo con las que contamos.

LAS HERRERAS

Junto a sus compañeros varones, las mujeres del taller avanzan a paso veloz a la conquista de las técnicas y los secretos que se van compartiendo y aprendiendo en el trabajo.

"Mis alumnas son bárbaras. En realidad es como una emoción que tienen con respecto a poder venir a hacer una cosa que nunca se les ocurrió que iban a hacer. De hecho, de las mujeres la mayoría son profesionales, como farmacéuticas, enfermeras, doctoras, que han visto a sus padres trabajar con esto. El caso es que nunca nadie le dijo que podían hacerlo ya que, por lo general, es considerado como territorio de varones. Para ellas genera mucho placer y motivación por estar completando algo que estaba pendiente", relató un Magdalena Albanece plenamente identificada.

Todos admiten que las lastimaduras están presentes siempre, como en todo. En cuanto a realizar fuerza, se puede decir que ésta se desarrolla y cuando no se tiene la fuerza necesaria, se emplean mecanismos que ayudan a llevar a cabo el propósito planteado. "Como alguien dijo, "dame una palanca...". Entonces, no es necesario ser hombre para hacer fuerza, no hay que hacer tanta fuerza tampoco. No es difícil, solo hacen falta muchas ganas de lograr lo que uno quiere lograr. Nada más", aclaró la maestra herrera.

El afinamiento de las técnicas requiere de tiempo. Pero depende de la habilidad individual. Son tres grupos los que están trabajando. El taller se brinda todos los días desde las 14 a las 16:30.

Entre las muchas historias de vida que circulan en el taller, rescatamos tres, con una profunda proyección con este desafío de la herrería.

Gabriela Perotti es médica, tiene 45 años y dos hijas. Es sostén de familia y comenta orgullosa sus avatares y triunfos en el aprendizaje de este oficio. "En mi casa habitualmente no tocaba una herramienta, a pesar de que tengo de todo. A partir de esta experiencia empecé a entender para qué era una llave francesa, una morsa o un yunque y los electrodos. Ahora ya tengo mi propio rincón de trabajo instalado en mi hogar. Aprender herrería es en realidad un sueño que tenía desde hace mucho tiempo. Empecé haciendo vitraux y sentía que lo que me faltaba era el trabajo en herrería y soldadura".

"Jamás tuve contacto alguno con este tipo de trabajo. De hecho tengo muchísimo miedo al trabajo físico y al dolor. En realidad, ni siquiera sabía que lo conducía una mujer, pero consideraba que todas las personas podemos hacer usando las manos. Es un juego de fuerzas que no son físicas sino de inteligencia. Poder ver una línea y aplicar una fuerza o una torsión, seleccionar el material y de eso crear. Verdaderamente es muy bueno tener acceso a algo gratuito, con tanta capacidad de integración. Nosotros, los que integramos el taller de herrería, somos de actividades completamente diferentes. Esto es un oficio. Uno es un "venido" a incursionar. Creo que la premisa es respetar las indicaciones, cuidarse y emplear todo lo que se llama material de bioseguridad, proteger el cuerpo y a los compañeros. También hay que estar atentos a las indicaciones de los otros, porque ese punto de fuerza que uno no lo ve, si lo ve el que está al lado. Desde que uno se acostumbra al uso de las técnicas y al manejo del material, ve en casi cualquier cosa nuevas posibilidades. Surge la idea de reciclar y crear, de plasmar la idea de arte y de utilidad en un hierro oxidado. Entiendo que no es fácil ensuciarse, pellizcarse, lastimarse. Pero a la segunda vez que intentas, ya te cuidás. Es un desafío a construir", relató la alumna.

 

Más información sobre este taller, como por ejemplo los testimonios de Patricia Morales y Cintia Wolkan,o sobre Fundación La Trama, en rionegro.com.ar/blog/eh

 

   
   
 
 
 
Diario Río Negro.
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