Una casa en el barrio porteño de Coghlan, que sorprende al conocerla, porque si bien tiene un frente anodino, dentro de ella se creó un mundo nuevo, propio reflejo de quienes la habitan, dos personas que vienen del mundo del creativo: Mariana Swarcz; diseñadora de indumentaria y dueña de Salsipuedes, un pequeña red de boutiques multimarca de vestimenta y accesorios y su marido Daniel Notrica, paisajista.Se compone de 280 m2, distribuidos, en dos plantas. En la planta baja, encontramos el comedor, la cocina, dos livings contiguos, toilette y el dormitorio de los chicos de Daniel en suite. La planta alta, corresponde al amplio sector del matrimonio, conformado por un estar, un amplio dormitorio con su baño, llenos de luz y con vista al jardín. El parque tiene 200 m2, un lujo en la ciudad, y fue un trabajo de diseño y paisajismo a cargo del dueño de casa. “Es el único lugar de la casa donde no toqué, ya que mi marido es el que sabe”, comenta Mariana. El reciclaje estuvo a cargo del arquitecto y amigo de la pareja Diego Boyardjian, quien reformó la cocina y amplió el dormitorio principal y el baño sobre el espacio donde originalmente estaba la terraza; quedando una salita antes de entrar y luego el dormitorio.
El hogar también sufrió reformas, ya que el original “era muy grande y daba a un solo estar; lo reformamos para que diera a los dos estares”.Esta obra tardó unos seis meses en llevarse a cabo, una vez finalizada decidieron descansar otros 6 meses para comenzar con la renovación de la decoración, un trabajo que llevó medio año más.Mariana y Daniel tienen una vida social muy intensa, su casa es un punto de encuentro, un lugar en donde se reúnen muchos amigos constantemente... “tiene espíritu de casa quinta”, nos define Mariana. “Esto es lo que tenemos en común mi marido y yo, que nos gusta muchísimo recibir gente”. Este el punto clave que definió a la hora de renovarse, ya que querían espacios con diferentes situaciones, espacios cómodos y en donde todos sus invitados se sientan a gusto.Este trabajo fue llevado a cabo por la misma dueña de casa junto con la arquitecta y diseñadora de accesorios Mishal Katz, amiga de Mariana. Ambas fueron pensando la decoración poco a poco para que el resultado fuera el que buscaban, disfrutando de cada paso. “Daniel, de alguna forma también participo, el dio su opinión, fue como una guía, donde enjugaba el rol de crítico”, aclara Mariana.“No hay una regla a seguir, no nos guiamos por ningún estilo, todo lo que me parece que es bello, y que ayuda a vivir en un lugar mejor, vale”, define Mariana.
“Me gusta la mezcla, no hay nada de un solo negocio, todo es de distintos lugares, de diferentes países y de variadas culturas”, continua reflexionando.Y eso es lo especial de los espacios que lograron. Cada rincón tiene su encanto, su vida propia, porque cada objeto o mueble colocado fue pensado y traído por gusto propio de Mariana Sin seguir pautas establecidas, han logrado una unidad armónica, donde todo tiene que ver con todo, logrando que la casa sea un reflejo perfecto de los que la habitan. Los objetos cobran un valor fundamental, cada uno tiene su historia, no fueron colocados por casualidad. Hay algo de mágico en los ambientes, parecería como si los objetos hablaran por si solos y contaran la vida de los dueños de casa.
“Nosotros viajamos mucho, en cada lugar que vamos, traemos algo”, nos cuenta Mariana. Podríamos decir que la decoración pasa más por un viaje a lo largo de sus vidas, por un reflejo de su personalidad, por una reflexión particular de sus gustos... Sin seguir pautas, sin respetar estilos.Un recorrido por los ambientes nos hace entender el significado de todo lo que Mariana cuenta. En la planta baja, los pisos son de cerámico en color terracota, originales del chalet. Sobre ellos descansan alfombras de pelo que le aportan calidez en contraste con el frío del material del solado. Sobre las paredes blancas fueron colocados cuadros, fotos, dibujos, adornos... cada uno con su historia atrás.En el comedor apostaron al contraste de una mesa en madera con aires rústicos y sillas en negro y cromo de diseño “Saarinen”.
Los livings están llenos de vida, los colores elegidos fueron el rojo y el marrón que llenan de energía al espacio. Con muebles adquiridos en diferentes negocios de diseño contemporáneo combinados con otros adquirido en mercado de pulgas.La cocina, espacio abierto al living, tiene algo de la época pop, artefactos de iluminación con tulipa que nos remite a esos años y muchos objetos cuidadosamente ordenados que llenan de color. Una mesada de acero inoxidable da el toque de modernidad.
En la planta alta encontramos el dormitorio principal, con un gran ventanal que baña de luz y nos regala la vista al jardín trayendo una sensación de paz. Tiene el piso en madera que le aporta calidez, pared en tono marrón donde se apoya el respaldo de cuero blanco de la cama. Artefactos de iluminación de Laura Rey, de gran diseño y creatividad en contraste con los que descansan a los costados de la cama que nos remiten a los años 70.
El baño, hecho a nuevo, con piso y mesada de cerámico veneciano en negro y paredes texturadas, tiene el detalle original de una gran bacha de madera maciza que cobra gran importancia.Fiel a su pensamiento Mariana concluye “lo mío es, a partir de la mezcla de varias cosas lograr algo armonioso”... y eso fue lo que lograron... crear su propio mundo, su propio estilo, rincones de hablan de ellos y los vuelven especiales.
Más fotos de detalles de la casa y el baño, en www.rionegro.com.ar/blog/eh