Mediados de setiembre es tradicionalmente una fecha peligrosa en los valles del norte de la Patagonia, especialmente en la fruticultura, pues suele coincidir con el momento en que los árboles frutales son más sensibles a las heladas, que es el momento de la floración.
Es de suponer que el riesgo de heladas fuertes va a ir desapareciendo paulatinamente, especialmente en el centro de las ciudades más densamente pobladas y que por lógica tienen microclimas más cálidos que las pequeñas poblaciones o las chacras que las rodean.
LIMPIEZA
Al compás de las temperaturas que se van acercando a lo que deseamos en primavera, podemos ir comenzando las tareas de limpieza en nuestros jardines. Estas consisten en eliminar todo el follaje seco de árboles y arbustos que han sufrido los efectos de las tremendas heladas que hemos sufrido.
Me limitaría por ahora a eso ... una limpieza de las hojas, como por ejemplo es el caso de los limoneros y demás cítricos, que a esta altura del partido muestran prácticamente todo el follaje seco. Pasando la mano por las ramas, se desprenden con facilidad, teniendo por supuesto la precaución de protegerse con guantes, pues tienen respetables espinas. En la imagen, les mostramos un limonero ya "pelado" y al pie un naranjo sin daños y brotando.
Lo mismo sucede seguramente en el caso de las santas ritas, jazmines del cielo, jazmines del Cabo, y todos aquellos arbustos y trepadoras del jardín sensibles a heladas. Esas hojas ya no protegen y sólo dan un aspecto desprolijo en el jardín.
En el caso de que quedaran hojas verdes, conviene dejarlas y si tuvieran sólo una parte seca, cortarla para dejar lo verde, pues ya estarán comenzando a sintetizar alimentos por efecto de la fotosíntesis, la que se va activando a medida que aumentan las temperaturas diurnas. Luz, calor y agua, son lo único que necesitan para continuar con el ciclo de la vida.
PODA
Seamos prudentes en el caso de la poda. La gran mayoría de las plantas aún no han brotado, por lo que no sabríamos a ciencia cierta qué es lo que se ha salvado y qué es lo que podríamos eliminar con un corte oportuno para aliviar el trabajo de nuestras plantas.
En el caso de aquellas que sí ya han comenzado a brotar, como es el caso de los rosales, me permito hacer algunas reflexiones. Si esperamos un poco con la poda y la realizamos -por ejemplo- a fin de mes, iremos más sobre seguro y, aunque nos duela perder los brotes ya desarrollados, la planta continuará su desarrollo vigorosamente sobre los que le hayamos dejado.
Si por el contrario nos apresuramos a podar, le estamos dando un incentivo extra a la brotación y si tenemos la mala fortuna de que ocurran heladas fuertes, se "quemarán" y la planta tiene que volver a comenzar con todos. Eso significa nuevo gasto de reservas, sin aporte por fotosíntesis hasta que se desarrollen nuevas hojas.
Reitero mi convencimiento de que los rosales no necesitan imprescindiblemente una poda todas las primaveras, sino que ésta se puede hacer cada tanto (cinco o seis años). Un rosal no podado florece antes, con más flores de menor tamaño ... un rosal que ha sido podado, florece más tarde con menos flores de mayor tamaño.
El concepto básico es que a mayor cantidad de follaje, mayor fortaleza de la planta, menor susceptibilidad a plagas y enfermedades y mejor "calidad de vida" para ella, pues se le permite almacenar mayor cantidad de nutrientes en tallos, troncos y -muy especialmente- raíces.
RIEGO Y FERTILIZACION
A medida que la planta "lo pide", se debe comenzar a regar en forma prudente. Aquellas plantas que no muestran brotación o desarrollo de yemas, pueden estar algunos días más sin riegos adicionales, manteniendo el suelo "tirando" a seco ... demorar la brotación significa minimizar los daños ante una probable helada que aún puede venir.
Si en cambio ya está desarrollando yemas o incluso ha entrado en floración, es necesario mantener el suelo "tirando" a húmedo para acompañar ese desarrollo. No sirven los riegos abundantes, porque la planta no los va a aprovechar y es agua que se pierde ... el objetivo es acompañar el ritmo de crecimiento y para ello cada uno debe confiar en su sensibilidad.
Se podría comenzar a fertilizar el césped, complementando con un riego cada dos o tres días. El fertilizante debe ser a base de nitrógeno (urea o sulfato de amonio) y si quiere puede aplicar un "triple 15" (nitrógeno, fósforo y potasio por partes iguales) por esta única vez, ya que más adelante sólo necesitará nitrógeno.
El nitrógeno promueve el crecimiento y por eso hay que acompañar con riegos. El problema que se nos presenta en muchos jardines es que suele haber herbáceas, arbustos y árboles acompañando el césped y a éstas no las debe abonar todavía, pues adelantarán una brotación que por efecto del abono será sumamente tierna y susceptible a daños por heladas ... en esos casos, espere por lo menos quince días más.
Y una última reflexión: muchos lectores me preguntan cómo evitar "quemar" el césped o las herbáceas por exceso de abono. La respuesta es que si lo aplica en seco (granulado o en sales), no lo haga con la mano llena, pues se suele escapar por los costados o entre los dedos o caer amontonado ... hágalo con tres dedos ... de ese modo toma un poco por vez y disminuye el peligro de sobredosis.
Reitero un concepto que es fundamental: los arbustos y árboles son como los peces ... viven con muy poca comida y por lo general se peca por sobrealimentación. Si me permiten el concepto, solemos "empachar" a nuestras plantas, que se vuelven cómodas y enfermizas ... y pa´pior no se les puede "tirar el cuerito".
TEODORICO HILDEBRANDT
eljardin@rionegro.com.ar