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Domingo 09 de Septiembre de 2007
 
 
 
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  TIEMPO DE CAMELIAS
No son plantas difíciles, pero es IMPORTANTE conocer algunos detalles de
sus necesidades.
 
 

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Seguramente ya hemos hablado de las camelias en notas anteriores, pero debido a la belleza de sus flores, al hecho de que en estos momentos están abriendo sus pimpollos, a que han resistido el frío intenso de este invierno y a que siempre se aprende algo nuevo, hoy quiero dedicarle esta columna.
Las camelias son originarias de la China y el Japón, con una curiosidad interesante … la Camellia sinensis (sinensis=china, foto 1) es archiconocida a nivel mundial como la planta del té, siendo Ceilán el lugar de cultivo más famoso.
Hay cerca de 700 especies de camelias, pero las que cultivamos en el país son básicamente dos: la Camellia japonica y la Camellia sasanqua, ambas originarias del Japón y entre ambas existen más de 1.700 variedades (si quiere “pastorear” en internet, le recomiendo el sitio www.ykanda.jp/camellia.html  Tiene muchísimas fotos).

LAS DOS CAMELIAS

La Camellia japonica, la más conocida entre nosotros, es un arbusto muy ramificado de follaje verde oscuro y perenne. Es de crecimiento lento pero capaz de alcanzar gran tamaño. Prefiere suelos ácidos y lugares sombreados. Las flores son grandes y según la cantidad de pétalos hay simples (foto 2), semidobles (foto 3) y dobles (foto 4), en colores desde el blanco pasando por el rosa y hasta el rojo, en colores puros o en todos los matices imaginables.
Su nombre en japonés es “Tsubaki”.
La Camellia sasanqua, es un arbusto de tamaño más pequeño que la japonica, de follaje también perenne pero sus ramitas tienen algo de vello y sus hojas algo más angostas. Las flores son siempre simples y tienen la característica de ser perfumadas, en colores desde el blanco al rosado.
Su nombre en japonés es “Sazanka's” y además tiene la característica de que sus pétalos se van desprendiendo y cayendo al piso (foto 5), en tanto que en la japonica, una vez concluida la floración,  cae toda su cabeza completa.

CULTIVO

Como primera medida no plantar en suelos alcalinos o salitrosos. En nuestra región recomiendo hacer una mezcla por partes iguales con una carretillada de guano de vaca, otra de viruta o aserrín de álamo y una de arena de construcción a la que se quitó la tierra, acidificando con 2 kilos de azufre en polvo, formando así una mezcla como la usada para rododendros y azaleas, con las cuales además comparten perfectamente su ubicación en el jardín. También sirve para cultivar en macetas. Tanto en ellas como en el suelo, es muy importante un perfecto drenaje.
Según la bibliografía consultada se menciona una resistencia a frío de
-15ºC, lo que sería interesante chequear habida cuenta de que en el Alto Valle hemos tenido este frío excepcional en este año … si nos quiere dar una mano, escríbanos. El daño por heladas se ve en el “cuello” de la planta, pues revienta la corteza a esa altura y se parece al daño que ocasionan las “bordeadoras” mal manejadas (foto 6). En maceta puede soportar -3º si son plantas nuevas y si tienen más edad unos -5ºC.  Estas resistencias se pueden incrementar si se forran las macetas con nailon de burbujas o se las entierra en el suelo.
Son particularmente sensibles en la primavera, cuando comienza la nueva brotación, pues unos pocos grados bajo cero serán suficientes para dañarlas, lo que se nota porque se vuelven negros sus brotes tiernos.

DESARROLLO VEGETATIVO

La base para una buena floración, es un buen desarrollo vegetativo que debe anteceder un año a dicha floración. Vamos a tomar como ejemplo el fin del invierno, o sea segunda quincena de julio.
Durante el invierno, o sea cuando los días son cortos (menos de 10 horas de luz), las camelias están en reposo profundo, lapso durante el cual necesitan riegos sólo para mantener el suelo ligeramente húmedo ... el paulatino aumento de las horas luz y de las temperaturas, impulsan un ligero crecimiento foliar, que es impulsado por los siguientes factores: aumento de las horas luz, temperaturas por sobre los 15ºC (a pesar de que con 5 a 10º ya hay un desarrollo titubeante), humedad relativa entre 60 a 85%, suelo húmedo y suficiente oferta de nutrientes ... salvo la humedad que suele ser más baja en nuestra región, el resto de los factores se suelen dar.
Muchas veces este período de crecimiento está concluido a comienzos de agosto y es reconocible por la aparición de dos yemas apicales “mellizas”.
A partir de ese momento puede estar con mayor luz y menos humedad, pero es imprescindible haber terminado antes con cualquier aplicación de nutrientes, porque especialmente el nitrógeno puede inducir un nuevo ciclo de crecimiento que haría abortar los botones florales. La floración en nuestra región generalmente se produce entre mediados de agosto y mediados de setiembre. Ya ha comienzos de agosto aumentamos los riegos pero sin fertilizar hasta que ésta haya concluido. Una vez concluida la floración (generalmente setiembre), continúa un ciclo de crecimiento vegetativo. Los días que se van alargando hasta el verano, con mayores intensidades de luz y temperaturas diurnas de 25ºC (nocturnas no debajo de 18º) van promoviendo la trasformación de las yemas vegetativas de este nuevo crecimiento en yemas florales. Estas comienzan a aumentar de grosor y se diferencian claramente de las vegetativas, más delgadas … de esta forma, ya en pleno verano, se dan las condiciones de una profusa floración futura. De todos modos, en ese camino aún existen algunos peligros: si el verano es fresco y húmedo, como puede ser el caso de la región de los Lagos, se formarán pocas flores pero la planta analiza si no estarán dadas las condiciones para un nuevo crecimiento vegetativo y este crecimiento no es lo mejor para una floración, pues algunas yemas florales ya existentes son expulsadas y el nuevo crecimiento, a causa de las condiciones frescas y húmedas, tendrá problemas en madurar y menos todavía formar pimpollos florales. La forma de minimizar este efecto, es pinzar los brotes que aparezcan a fines del verano u otoño.
A partir del otoño, con el paulatino acortamiento de las horas luz, las camelias entran en un reposo profundo, del cual despertarán recién a fines del invierno (julio), al compás de los días que se alargan y las temperaturas que aumentan.

CAIDA DE PIMPOLLOS

Puede ser por los siguientes motivos, separados o juntos.
- Temperaturas demasiado altas y sequedad del aire (habitual en el Valle).
- Pies saturados de agua y fríos (corregir el drenaje).
- Falta de riego en la época crítica cuando comienzan a abrir los pimpollos.
- Abonaduras tardías.
- Demasiados pimpollos en una rama. Esa purga es natural.
Si la humedad del aire supera el 85%, se le hace cada vez más difícil evaporar agua a través de sus hojas, los espacios entre las células foliares se llenan de agua (manchas de agua) y muchas veces se vuelven necróticas. Si los daños son menores, la planta los repara y aparecen más adelante como pequeños lunares corchosos.

FORMACION DE BOTONES FLORALES

En la floración de las camelias, juegan dos factores principalísimos: luz y temperatura. Para la calidad y estabilidad de las flores, es necesario un período de reposo otoño-invernal de por lo menos cuatro semanas, durante los cuales las temperaturas deberían oscilar entre 0 a 10ºC.
El mejor rendimiento, o sea flores grandes, colores intensos y larga duración, se logran con una temperatura de 10ºC en el momento de floración, pero ya con 5ºC se puede lograr una floración de semanas de duración. Si en ese momento la temperatura excede los 25ºC, la duración de las futuras flores se acorta ostensiblemente e incluso puede suceder que en algunas especies marchiten en el momento de abrir.
Por supuesto que requieren suficiente agua en el momento de la floración, pero si una flor se marchita, ya el riego no ayudará (por el contrario, un brote marchito se recupera rápidamente).

RIEGO

Mantener el sustrato siempre húmedo pero evitar la acumulación de agua. Si está en maceta, colocar ésta separada del plato de fondo, de modo que el agua pueda drenar correctamente.
No regar con agua fría, porque la planta tiraría parcial o totalmente las hojas. Por eso no usar el agua de la canilla, sino dejar reposar 24 horas a temperatura ambiente en cercanías de la planta.
La mejor agua es la de lluvia.
Si las aguas son duras, acidificar con vinagre de vino (200 cc por cada 10 litros).
Regar poco en otoño y menos aún en invierno.
Controlar la humedad cada 14 días.

FERTILIZACION

La regla básica es fertilizar sólo en la época de crecimiento, o sea después de la floración, y en forma muy prudente, suspendiendo en febrero, para que los brotes puedan completar su maduración. No usar fertilizantes de larga duración. Son muy sensibles a las sales, por lo que si se pone demasiado abono químico, se queman las puntas de las hojas y luego los bordes. Si mostraran síntomas de intoxicación, hay que lavar el pan de tierra. Son ávidas de nitrógeno, cuya carencia se nota cuando las hojas se vuelven amarillentas y se pelan desde abajo, pero agregar más fertilizante sólo agravaría el problema. Para ir sobre seguro, lo mejor es fertilizar con lombricompuesto o compost.

 

   

TEODORICO HILDEBRANDT
eljardin@rionegro.com.ar

   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
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