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Domingo 09 de Septiembre de 2007
 
 
 
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  SALVAJEMENTE HIPERESTUDIADA

 
 

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Mar Azul es un encantador pueblito a 400 km al sur de la ciudad de Buenos Aires, sobre el océano Atlántico, con una extensa playa de médanos vírgenes y un frondoso bosque de coníferas.
Enamorados de este balneario, el estudio BAK  diseñó y construyó una casa de veraneo para dos de sus integrantes: los arquitectos María Victoria Besonías y Guillermo de Almeida (socios en la vida y en el trabajo), del que también participó el tercer integrante, el arquitecto Luciano Kruk.
Ya hay varias obras suyas en los alrededores (una de ellas, de hormigón, ganadora de varios premios) y otras que están en camino, todas con una personalidad contemporánea que sobresale claramente frente al resto.
Para este proyecto eligieron un terreno en el bosque con una topografía irregular, alejado del mar y del centro comercial. ”Entre las ofertas disponibles, nos gustó este terreno de casi 600 m2 por las vistas privilegiadas que ofrecía, aunque entendimos que la fuerte pendiente iba a significar un problema extra”, explican.
Al momento de proyectar se manejaron con un par de limitaciones: se impusieron como reto respetar el medio ambiente a través de un diseño de muy bajo impacto, ceñirse a un bajo presupuesto, asegurarse que su mantenimiento posterior fuera casi nulo y que el tiempo de construcción fuera lo más corto posible ya que el seguimiento se haría a distancia (el estudio tiene sede en Buenos Aires). 
El resultado es francamente impactante: esta casa que estrenaron hace pocos meses, de casi 100 m2 cubiertos, es un prisma de hormigón de proporción alargada, ubicado en una suerte de planicie natural que presenta este terreno de fuerte pendiente en diagonal (6m de diferencia entre una esquina y la opuesta) a partir de cual la caída se hace más abrupta y los pinos empiezan a ralearse.“De esta manera, se modifica apenas el perfil del médano y no se interrumpen las vistas desde los lotes linderos al magnífico paisaje circundante ya que en un corto plazo desde el entorno inmediato sólo se apreciará un suelo (en realidad el techo de la casa) cubierto del follaje seco de los pinos en permanentemente renovación”, detallan.
La casa no cuenta con una entrada protagónica y si bien el ingreso por la zona más pública puede hacerse de manera tradicional, también se puede acceder por cualquiera de los otros dos dormitorios.  Sobre la fachada balcón, se ubican los ambientes principales (área social y los dos dormitorios), uno a continuación, del otro unidos por un deck externo. Sobre la fachada posterior, hundida en el médano, dispusieron los baños, la cocina y en el extremo que va “desenterrándose”, está el comedor.
El terreno, después de estrenada la casa, sigue en su estado virgen. “Decidimos no ajardinarlo para mantener la calidad del paisaje natural, nos gusta el bosque tal cual es, con sus pinos, los álamos, las acacias, los diferentes pastizales, las ramas secas, el relieve de los médanos cubiertos por pinocha. De esta manera, además, no necesita más mantenimiento que el retiro de los pinos que se van secando y los que suelen caerse durante las tormentas. Todo eso reciclándose continuamente con una mínima intervención”, explica María Victoria. El tema de la luz natural también fue hiper-estudiado: conocedores de la atmósfera ambiental que genera el bosque, era fundamental asegurarse una generosa llegada de luz a todos los espacios. Para reforzar la iluminación proveniente de los paños vidriados perimetrales, incorporaron una entrada de luz sobre el “mueble de hormigón” que contiene la salamandra y el leñero; esta caladura interesantes efectos lumínicos que van variando a medida que pasan las horas.  Por dentro, es lo mar de austera, con muy pocos muebles. Desde le juego del líving hasta las camas, fueron especialmente diseñados  por el estudio BAK, recuperando madera de pino canadiense, provenientes de cajones de embalaje de motores. Mientras que la mesa de comedor, es de hormigón que se une al sistema de tabiques exteriores.  No pueden estar más contentos con esta nueva vivienda, Y, cuando pueden se dan una escapada a Mar Azul, muchas veces la excusa es supervisar los múltiples proyectos que tienen en construcción en el balneario, y de paso, disfrutar de esta casa de hormigón, que les provoca una suerte de adicción. Pero lo que más les gusta, confiesan, es: “Vivir las diferentes atmósferas que se suceden dentro y afuera de la casa con el transcurrir del día y en las diferentes épocas del año”.

 

   

TEXTO: INES CAMPODONICO
FOTOS: DANIELA MAC ADDEN

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