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Domingo 29 de Julio de 2007
 
 
 
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  RIENDA SUELTA A LA LIBERTAD
" ¿Cómo es el interior de esta súper casa? Porque hoy hicimos un recorrido por todo el exterior: el hall de entrada, la cocina, el dormitorio, el atelier y jardín de invierno y otros detalles, en el próximo número de "eH!".
 
 

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Ubicada a 2 kilómetros del pueblo uruguayo de José Ignacio, en el medio del campo y con vista al mar, se emplaza esta casa obra de las arquitectas Irene Joselevich y su hija Ana Rascovsky.

La obra se inició en 1994 y se fue proyectando al mismo tiempo que se comenzaba a construir. Se pensó como casa de descanso para ser disfrutada el mayor tiempo posible; tanto en invierno como en verano. "Se accede por medio de un camino serpenteante entre las suaves colinas del campo, cruzando bosquecitos aislados de eucaliptos y espinillos", describe la arquitecta Joselevich.

El lote cuenta con siete hectáreas y la casa se ubicó en la parte más alta del mismo para obtener así la mayor cantidad de vistas posibles. Los dueños de casa, una familia compuesta por un matrimonio con cuatro hijos, le dieron a Irene la mayor libertad para que de rienda suelta a su proyecto, "confiaban totalmente en nosotras", comenta orgullosa.

La casa está repartida en dos plantas. La baja de 185 m2 cubiertos encontramos el living principal, comedor y cocina integrados, dos dormitorios, un baño más un toilette. Mientras que en la planta alta, de 112 m2 cubiertos se encuentra un segundo estar semicubierto (la mezzanine), el playroom un espacio completamente aparte al que se accede únicamente por la escalera del living, dos dormitorios y un baño.

Una gran galería de 45 metros de largo es uno de los espacios más especiales de la casa, con piso de ladrillo refractario con una trama de espina de pescado. Otra galería más pequeña orientada al sur y con vista al mar, tiene piso de deck y crea un espacio diferente para disfrutar.

Con gran respeto por el entorno, la primera clave fue hacer algo muy discreto que no molestara el paisaje. Algo también muy característico del estudio donde se trabaja para que cada proyecto "incorpore el paisaje a la arquitectura proyectada". Es por eso que vemos una constante relación entre el exterior y el interior.

La casa se posó mirando al norte, y se proyecto una galería en doble altura que mira al sur donde esta la visual al mar. El concepto arquitectónico de la casa es lineal permitiendo crear vistas desde el frente y detrás de la casa, sin perder la apreciación de ninguna.

Para el exterior, se eligió piedra, carpinterías de lapacho brasilero y columnas de eucalipto. "Desde lejos la casa se percibe como una línea en el paisaje los colores de los materiales de las tejas, la madera y la piedra tienen el mismo color que la tierra de las sierras", lo cual explica el sentido de la elección de los materiales.

La piedra se utilizó en paredes portantes de un espesor de 60 centímetros, que junto con la transparencia de los grandes ventanales crean un juego de contradicción muy interesante, al combinar un elemento pesado y uno liviano. Lo peculiar fue el origen de las piedras, "estas piedras, con la que se construyó la casa, fueron traídas de una excavación del sótano de un edificio que se estaba haciendo en Punta del Este", comenta Irene.

El techo, a dos aguas, es muy suave, construido con tejas del Brasil del mismo color que la tierra de José Ignacio. "Es una tira muy finita que desde lejos se ve como si fuera la parte de arriba de una loma".

Con respecto al estilo de la casa, Irene comenta: "No hacemos arquitectura de estilo, hacemos una arquitectura contemporánea que responde a la reflexión que hicimos sobre la época y al uso. De materiales nobles y novedosos".

Este concepto de estilo las llevó a crear este tipo de construcción, "una arquitectura que pudiera trascender, una obra sólida que aguantara el paso de los años."

El jardín está contenido por una pirca de piedra de 80 metros que envuelve a la casa con su parque y fuera de la misma se observa todo el campo. Dentro de este parque se emplaza también la casa de los caseros, un quincho, la pileta y un tajamar. La dueña de casa es paisajista y se ocupó de elegir las especies y de realizar el trabajo de plantación. Fiel al respeto por la naturaleza, todas las especies colocadas son autóctonas, "es un jardín poco forzado"; describe Irene, "las plantas fueron probadas en el lugar; sino funcionaban se sacaban y así sucesivamente, hasta encontrar las especies que solas se adaptaran a vivir en ese suelo".

Y el resultado fue el que esperaban sus clientes;"una casa austera, no lujosa, pero con mucha riqueza y espacio para vivirla. Con detalles constructivos muy simples pero muy rigurosos", concluye Irene Joselevich.

TEXTO: MAIQUI JORGE

FOTOS: JUAN HITTERS

www.surpressagencia.com

 

 

" Más detalles de esta producción en el blog de "eH!": www.rionegro.com.ar/blog/eh

   
   
 
 
 
Diario Río Negro.
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