No me interesan las artes aplicadas, la decoración ni realizar productos de marketing. El mercado es muy voraz, tiene un gran apetito, necesita alimento. Muchos artistas quieren vivir de lo que hacen, pero pienso que la mayoría pretenden hacer una contribución a la historia de la profesión que han elegido. Quieren trascender el lenguaje y realizar descubrimientos a través de la experimentación. De modo que, aunque el mercado marca ciertas reglas, hay probablemente dos tendencias: la de los productos de consumo y la otra que todavía se maneja entre la transgresión de las formas. En esta última podría citar a artistas como Thomas Hirschhorn, Santiago Sierra, Gabriel Orozco o Rikrit Tiravanija. Siempre he pensado que ese tipo de transgresión en arte era necesaria para la evolución del lenguaje como forma. De todos modos, cuando voy a ver las obras de Goya o Velázquez no me importa que hayan trabajado para la Corte”.
Quien así piensa es Richard Serra (EE. UU., 1939), quien en estas semanas está levantando su última obra en Nueva York, de dimensiones extraordinarias.
Célebre por sus obras minimalistas y sus esculturas creadas para lugares específicos, así como por los extraños procesos que utiliza para elaborarlas partiendo de materiales industriales tales como plomo, acero y hormigón.
Nació en San Francisco y estudió en la Universidad de California (1957-1961) y en la Universidad de Yale (1961-1964). Entre sus primeras obras se encuentra una serie de montajes realizados en neón y caucho. En Cinturones (1966-1967, Museo Solomon R.
Guggenheim, Nueva York) el crudo resplandor de los tubos de neón contrasta con la blanda consistencia de los cinturones de cuero vulcanizado, suspendidos en grupos secuenciales a lo largo de la pared. La gran importancia que concede a la naturaleza física de los materiales y a su peso gravitacional habría de caracterizar e inspirar gran parte de la obra posterior de Serra. Entre 1968 y 1969 recopiló una lista de verbos (vaciar, plegar, salpicar) que pudieran asociarse con el proceso de esculpir. Y a partir de dicha lista creó cerca de 100 esculturas en plomo. Splashing (Salpicadura, 1969) fue realizada en el almacén de la galería de Leo Castelli en Nueva York arrojando plomo derretido contra una pared y el suelo para que el metal se estrellara antes de solidificarse. En la década de 1970 realizó una obra más monumental, utilizando acero trabajado en caliente para crear esculturas interiores y exteriores de grandes dimensiones cuyo tamaño y sencillez le confieren una presencia abrumadora. Una de las esculturas más espectaculares creadas por Serra para un lugar específico es su Arco Inclinado (1981), que le encargaron para el Federal Plaza de Nueva York. El enorme arco horizontal del que está compuesta la obra tiene una altura de casi 4 metros y una longitud de más de 36 metros. Serra también ha trabajado en medios cinematográficos. A finales de la década de 1960 realizó una serie de películas, entre las que destacan Hand Catching Lead (La mano que toma al plomo) y Hands Tied (Manos atadas), ambas de 1968, que se centran en la ejecución de tareas sencillas repetidas hasta la saciedad. Presentan un paralelismo con las películas de Andy Warhol, en las que la cámara enfoca detenidamente un único objeto, y con todo el proceso, que es parte esencial en la obra escultórica de Serra. (Fuente: El Mundo y eMe)