Cuando uno recorre esta casa se nota que la familia (una joven abogada y su marido, otro joven empresario) tomó la decisión acertada. De la obra del arquitecto Pérez Martínez –que trabajó en conjunto con las decoradoras Angie Vaca y Lucía Indart, factótums de Serena Tais–, el primer estímulo es visual y arremete al pasar el umbral cuando se descubre el imponente jardín con su vegetación palpitante.
Ahí, en medio del verdor, yacen varios sillones sembrados en el césped dispuestos a recibir a los contingentes de amigos y familiares que visitan la casa durante los días de descanso. El jardín también acoge una encantadora pileta de 5x9 con un primer escalón muy generoso, perfecto para relajarse, y un práctico deck de 5x3 donde se encuentran dos reposeras de incienso muy codiciadas durante la primavera y el verano.
La seducción continúa al entrar al hogar donde se hace evidente la auténtica armonía que existe entre las áreas públicas y privadas distribuidas en una construcción de una sola planta que logra unificar ambientes sin sacrificar espacio ni intimidad. Angie Vaca y Lucía Indart apostaron a numerosas zonas con acceso al exterior, ventanas amplias para acentuar la luminosidad, techos altos y módicas divisiones que generan la alegre sensación de un estrecho abrazo entre la casa y el jardín. La idea de reunir y componer tendencias nuevas y tradicionales se aplicó también en la selección de los materiales. De ahí que los pisos sean de cemento alisado, pinotea de demolición y algunos techos sean de hormigón a la vista con aberturas de incienso y vayan junto a paños fijos.
El eje de la casa es claramente la cocina, un espacio cálido y placentero que convoca a la familia y sirve de escenario para los encuentros cotidianos. Su diseño sin puertas y enormes ventanales hace que la cocina se vincule directamente con las demás áreas de la residencia sin crear oposición.
El living se cubrió de blanco con detalles en rojo y negro mientras que la cocina se resolvió en un verde renovado y vigoroso que pone el ambiente en sintonía con la naturaleza.
Esta casa esquinera de Parque Leloir no es uno de esos lugares uniformes y estereotipados que parecen deshabitados porque sus dueños no tienen tiempo de recorrerlos y gozarlos. Esta es una construcción llena de vida, risas y una energía desbordante que se aprecia en la cocina, el living, el jardín y las habitaciones. Si bien los dueños admiten que quizás hubieran preferido una galería más amplia y un baño más grande lo cierto es que el diseño hace de este espacio una zona exquisita. No importa si vienen amigos de visita, si los adultos tienen que trabajar o si las nenas tienen todo patas arriba con sus juegos. La casa es y siempre será la misma: hogar, dulce, hogar.
TIPS de la cocina
• La mesada de madera suele estropearse en el contacto con el agua, se raya fácilmente; pero su belleza y calidez hace olvidar estos reparos. Por lo tanto lo más aconsejable es que la madera reciba un tratamiento hidrófugo (a base de aceites, barnices o ceras). Otra solución: combinarla con otros materiales más resistentes en aquellas zonas donde se soporta el mayor trajín de la cocina.
• La imagen de la cocina bien puede transformarse de un modo rápido y económico cambiando el color de la pintura. Si el lugar es chico, lo mejor es inclinarse por una tonalidad clara, como el blanco tiza, la gama de los amarillos y ocres o los tonos pastel. Si es espaciosa hay que animarse a los colores vivos, que contrasten con el mobiliario. El verde oscuro o el verde manzana es ideal.
• En cuanto a la iluminación, los fluorescentes están prohibidísimos por lo frío y poco deco. Lo ideal son los focos halógenos repartidos en todo el lugar. La zona de trabajo, que puede ser la mesada, debiera tener luz puntual.
• Abrir la cocina al jardín es fantástico: testimonio de ésto lo da esta nota en esta casa de Parque Leloir. Además de ganar más luz natural amplía el sector de un modo increíble, sobre todo en verano y primavera. Con estas aperturas hacia el exterior, el sitio este parece fluir sin delimitaciones.