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Domingo 04 de Febrero de 2007
 
 
 
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  RECICLADO DEL CESPED
En la naturaleza, las plantas se autoalimentan con el humus
que producen. Debemos imitar este proceso que, además, permite ahorrar agua, tan escasa en verano.
 
 

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La jardinería orgánica o biológica, como usted prefiera llamarla, es una práctica que respeta la naturaleza en todo sentido, tanto en lo que al reciclado de la materia orgánica se refiere como al respeto por la vida que bulle en ese pequeño mundo que es nuestro jardín. Creo que el concepto básico que debe regir el pensamiento de un jardinero orgánico es que no nos consideramos los amos del jardín sino simplemente los administradores o gerenciadores de los proceso que en él se desarrollan.
Esto, que parece complicado o altisonante, es lo más sencillo del mundo y en la práctica habla de respeto por la vida. No decidimos quién debe vivir y quién morir en nuestro pequeño mundo... ni siquiera con el tema que al jardinero tradicional “lo vuelve loco”... las plagas. En todo sentido buscamos el equilibrio. Si aparece una plaga, por ejemplo pulgones, no salimos corriendo a buscar un veneno para matarlos sino que nos quedamos muy tranquilos porque sabemos que una vez que se éstos se multiplican mucho, aparecen quienes se alimentan de ellos, como ser avispitas predatoras o vaquitas de San Antonio, por nombrar a los más conocidos.

PLANTAS FUERTES

Lo que buscamos es tener plantas fuertes en nuestro jardín, pues está ampliamente demostrado que las plagas y enfermedades tienen un “olfato” especial para detectar a las plantas que están debilitadas y con las defensas bajas y hacia ellos dirigen sus ataques porque saben que tendrán mayor posibilidad de éxito. En el jardín orgánico “todo tiene que ver con todo” (como decía Pancho Ibáñez).
La base es un suelo sano para que éste a su vez alimente a las plantas en forma natural y sana. Eso es lo que sucede en la naturaleza... en las grandes selvas, ninguna planta espera que vaya el hombre a defenderlas, sino que se defienden solas. En nuestro jardín no importa su tamaño, puede suceder exactamente lo mismo, si somos atentos y observadores. Si alimentamos al suelo –que es el gran “estómago” de la vida vegetal– con los mismos residuos del jardín, de modo que nada se pierda y todo se trasforme, en el suelo se formará lo que solemos llamar “tierra gorda”, o sea humus. Este humus y los millones y millones de seres que en él viven, la mayoría microscópicos, son el verdadero secreto de la vida sobre la Tierra. El humus recubre como una tela de cebolla la superficie terrestre y alimenta a las plantas... de allí sigue la cadena alimentaria hasta el hombre.

EL PAPEL DEL AGUA

Ningún proceso de descomposición y formación de humus puede tener lugar sin agua. Este concepto es fundamental para un jardinero, quien debe procurar que esta delgada capa de “tierra gorda” en su jardín se mantenga siempre húmeda... eso se logra con mulch, o sea los residuos orgánicos que permitimos se depositen sobre el suelo.
Esto es muy fácil de lograr en un césped y no requiere de esfuerzos adicionales sino que simplemente se debe procurar que lo que se corta vuelva al césped, ya sea en forma de una capa entre él y el suelo o, si lo prefiere, hacer compost con él y agregarlo posteriormente.
En este ciclo de corte y descomposición chocamos con la carencia de agua en muchos barrios e incluso ciudades de nuestra Patagonia Norte. Lo podemos mitigar o atenuar con una buena capa de mulch sobre el suelo... cuanto mayor sea, mayor será el efecto protector y conservador de la humedad, lo que se traduce en menor necesidad de riego y mayor margen de humedad en tiempos de carencia.
También juega un papel importante la altura de corte. En todos los casos se recomienda que no sea inferior a los cinco centímetros.
Los técnicos recomiendan que un corte elimine como máximo un tercio del follaje del césped, para que los dos tercios restantes puedan continuar con el proceso de fotosíntesis para alimentarlo y a su vez sombree el suelo. Por eso mi recomendación de que el corte de césped sea semanal, para que la hebra sea corta, se seque y deslice hacia el suelo, desapareciendo de la vista en pocas horas.

EQUILIBRIO DE LA CUCHILLA

Cuando usted pone en marcha su cortadora de césped, conviene hacerla trabajar unos momentos en vacío sobre un piso firme. Si nota una vibración  de las manijas e incluso del chasis, es señal muy clara de que sus cuchillas están desequilibradas... o sea, un extremo tiene más peso que el otro.
Esto sucede muy habitualmente luego de cada afilada con piedra esmeril, porque implica una pérdida de material que hace disminuir el peso de un extremo con respecto del otro. Obviamente, cuanto mayor la vibración, mayor el desequilibrio.
Este problema provoca un desgaste adicional de los rodamientos (bolilleros o rulemanes) del eje central que mueve dichas cuchillas y por lo general no se nota al estar cortando pero sí en vacío... si lo nota incluso en posición de trabajo, pare inmediatamente y haga una revisación, porque se puede volver peligroso.
Para evitar el desequilibrio, se coloca la cuchilla suspendida por un trozo de hierro o destornillador insertado en su agujero central... ambos extremos deben estar a la misma altura y habrá que rebajar el extremo de mayor peso hasta lograrlo. También se puede hacer como muestra la foto, con un elemento cónico en el agujero central que mantenga a la cuchilla suspendida horizontalmente, como en su posición de trabajo.
Si tuviera la fortuna de tener a un herrero en las cercanías (ya no abundan), llévele la cuchilla para que estire a fragua y maza las superficies de corte. Un buen herrero las puede dejar como navaja, requiriendo sólo una leve pasada por el esmeril o lima plana... la deja además equilibrada y le puede dar un buen temple, para que le dure mucho más.

MAQUINAS RECICLADORAS

En el mercado se ofrecen máquinas cortadoras que llaman “recicladoras”. Tienen como característica que no “soplan” el césped cortado hacia una bolsa recolectora sino que cortan dos veces las hebras. El primer corte las eleva dentro de la carcaza y, al descender por gravedad son nuevamente trozadas por la cuchilla, de modo que se depositan sobre el césped desmenuzadas.
Teóricamente con este doble corte la superficie de un césped queda sin depósitos que lo afeen, pero no siempre esto funciona impecablemente. Para que el trabajo sea el que el fabricante promete, la carcaza debe estar perfectamente limpia al comenzar el trabajo, las cuchillas deben estar perfectamente afiladas y el césped debe estar seco.
Si estos requisitos no se cumplen, se forman pelotones de césped dentro de la carcaza que las cuchillas, en el segundo corte, no alcanzan a desmenuzar y se amontonan sobre el suelo, requiriendo de un repaso con escoba de alambre.

   
TEODORICO HILDEBRANDT
eljardin@rionegro.com.ar
   
 
 
 
Diario Río Negro.
Provincias de Río Negro y Neuquén, Patagonia, Argentina. Es una publicación de Editorial Rio Negro SA.
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