En notas anteriores hemos hecho énfasis en la importancia de mantener la humedad del suelo. Es decir que no sólo se trata de agregar agua, sino de evitar que ésta se pierda rápidamente por efecto del sol y del viento de nuestra región norpatagónica.
Si tenemos en cuenta que en verano, en esta región semiárida la humedad atmosférica suele oscilar entre el 10 al 20%, las temperaturas diurnas superan fácilmente los 30ºC y el viento es seco “como lengua’e loro”, se comprenderá que el manejo de nuestros jardines es absolutamente distinto al de otras regiones más húmedas y de las cuales solemos tomar ejemplo. En nuestro país, sería concretamente los alrededores de la ciudad de Buenos Aires y, en el plano internacional, las islas británicas.
Si usted observa (por internet o en algún libro) las recomendaciones que en esas regiones se hacen para el cuidado del césped, podrá advertir que, en cuanto a la altura de corte, no varía mucho, pues recomiendan los cinco centímetros como mínimo. Pero hacen mucho hincapié en no dejar que el césped cortado se incorpore al suelo y por eso ellos recomiendan las máquinas con bolsa recolectora... ¿los motivos?: por la alta humedad atmosférica y del suelo, se forma una capa impermeable por la aparición de musgos y algas, que obligan a escarificarlo, o sea rasparlo para quitársela.
Es común ver que periódicamente adosan unas púas en el plano inferior de las cuchillas, para que al mismo tiempo de cortar, raspen el suelo, aflojen y levanten esa capa que –para ellos– es indeseable y la trasladen a la bolsa recolectora para eliminarla.
EL MUNDO DEL REVES
Nuestra región es, en jardinería, el mundo del revés. Esa capa de materia orgánica que se va depositando sobre el suelo debajo del tapiz de césped luego de cada corte, es el tesoro más preciado y lo debemos cuidar como tal.
Ni por asomo se va a formar esa capa impermeable, mezcla de algas y musgos, porque sencillamente no puede desarrollarse en nuestras condiciones ambientales de extrema sequedad. Por el contrario, va a retardar la evaporación del agua de riego, tan escasa en los momentos en que más se la necesita.
Por consiguiente, con un adecuado manejo en cada corte sin la bolsa recolectora y con una altura mínima de cinco centímetros, se reduce esa evaporación y en cada riego será menor la cantidad de agua que deberemos agregar, en directa relación con el espesor de esa capa aislante pero no impermeable, como en el caso anterior.
Para eso, hoy les proponemos hacer una recorrida de las máquinas cortadoras de césped –de antes y de ahora–, y cómo nos pueden ayudar a conseguir ese objetivo.
CUCHILLAS ROTATIVAS
Las más usuales en la Argentina son las de cuchillas rotativas –nafteras o eléctricas–, o sea, las que cortan por golpe contra las hebras y deflecan si el filo es pobre. A su vez, estas máquinas presentan dos tipos de cuchillas.
Las sin bolsa tienen (o tenían) cuchillas lisas y no producen succión por corriente de aire ascendente. El efecto más típico, es que las ruedas delanteras dejan huella de césped aplastado que no puede ser cortado y se levanta horas después del corte, especialmente cuando está húmedo.
Las con bolsa, tienen cuchillas con “aletas” en sus extremos, que provocan una corriente de aire ascendente –succión– sobre el suelo, que levanta el césped y, una vez cortado, lo arrastra hacia la bolsa. Obviamente, son las que realizan el trabajo más prolijo y pulcro.
DESCARGA LATERAL
La variante más económica de las máquinas de cuchillas rotativas, es la que no usa bolsa y en cambio deposita el césped cortado sobre el suelo, a través de una salida lateral. Es la que yo prefiero para hacer el corte, porque son las más livianas y dúctiles de manejar, tanto si son eléctricas como con motor de explosión.
Antiguamente, estos modelos (al menos en nuestro país) se producían sin aletas, de modo que no había corrientes de aire succionadoras de las hebras. Esto debe haber obedecido al hecho de que casi todas las máquinas de fabricación argentina eran eléctricas y los motores no tenían la potencia suficiente.
Hoy en día se expenden con cuchillas con aletas, de modo que dentro de sus carcazas se produce una succión o turbinado que levanta el césped y luego del corte lo expulsa a través de una salida lateral. Si la máquina fuera con bolsa, se puede lograr un efecto similar trabajando con la abertura de descarga posterior abierta (sin la bolsa) o colocando un deflector para evitar que el césped caiga sobre los pies del operario y manche la ropa.
TIPO DE CUCHILLAS
Cuando hablamos de cuchillas con aletas nos estamos refiriendo a un doblez que éstas presentan en sus extremos, en forma de aleta. Esta es la que, como un ventilador, produce una corriente de aire ascendente que succiona las hebras de césped, las coloca en posición vertical y así son cortadas en forma neta por la cuchilla.
Esto exige una potencia extra del motor, lo que no es inconveniente cuando es de explosión pero debe ser analizado con precaución si la máquina es con motor eléctrico y ha venido provista con cuchillas lisas.
En ese caso se reduce notoriamente su rendimiento y las cuchillas girarán con menor velocidad... lo más probable es que el motor se recaliente y se queme.
Hay que tener cuidado también al momento de sacarlas para el afilado. No pocas veces he observado que al colocarlas nuevamente se hace al revés, o sea con las aletas hacia abajo... recuerde, siempre deben estar ubicadas en el sentido de la carcaza.
CUCHILLAS HELICOIDALES
La más tradicional y antigua y que muchos de quienes ya hemos cruzado la barrera de los 50 (o algo más) recordaremos por su sonido característico y por habernos hecho sudar la gota gorda cuando nos mandaban a hacer el corte, es la de cuchillas helicoidales a “tracción de sangre”... la nuestra.
Es la típica máquina inglesa, que hoy en día viene equipada con motor de explosión y autopropulsada, de modo que uno va “colgado” detrás de ella en lugar de empujar.
Dicen los ingleses que es la que mejor corta, ya que las cuchillas no golpean la hebra sino que la guillotinan contra una barra inferior y así logran un corte neto... a decir verdad, en la década del 80 (la de “la plata dulce”) yo tuve la oportunidad de compararla con otra también de explosión pero cuchillas rotativas tradicionales, en una superficie grande de festuca y no he notado diferencias entre ellas, tal vez porque las hebras de esta gramínea son más firmes que las de un “césped inglés”, compuesto de especies mucho más tiernas.
Esta máquina de cuchillas helicoidales, cuando no tiene bolsa, descarga uniformemente el corte hacia la parte posterior de la máquina, de modo que todas las hebras quedan prolijamente distribuidas en toda la superficie del césped. Prácticamente no se ofrece en nuestro país, tal vez porque su calibración para un corte perfecto, no es tarea sencilla.
Una variante que encontré en internet, es esta máquina con bicicleta incorporada (¿o sería al revés?)... si se le anima, me avisa.