| A pesar de que falta aún medio mes para comenzar cronológicamente el verano, ya el calor se está haciendo sentir, aunque este año la verdad es que se ha hecho esperar bastante. Junto con el ascenso de la temperatura, van en aumento también las preocupaciones de los “locos por las plantas” tanto por el riego como por “los bichos de porquería, que se suben a las plantas y las ponen tan feas, grasosas y hasta les hacen perder las hojas”, por repetir de alguna manera las innumerables consultas que recibimos al respecto. Y sí, como dice el dicho, “el sol sale para todos” ... hasta para los bichos. Numerosas veces he opinado que no es necesario hacer un cementerio de bichos en el jardín, porque unos inocentes pulgones (o “piojos de las plantas” se hacen ver en nuestro rosales. Es más, hasta me he aventurado a decir que quién sabe si a las plantas no les caen simpáticas estas “visitas”, para no sentirse tan solas ... pero esto ya es pura elucubración mía. Lo cierto, es que al recurrir a venenos para eliminar unas pocas plagas del jardín, corremos el riesgo de intoxicar todo un espacio que debe ser un lugar seguro para la familia, especialmente los chicos y las mascotas. Cambiemos entonces el concepto de “combatir” una plaga, por el de “controlar” la plaga ... y si bien esto parece que se trata de cambiar una palabra por otra, en realidad encontré todo un concepto. “Combatir”, “combate”, es eliminar, matar, aniquilar al enemigo. “Controlar” es procurar que estos visitantes inofensivos si son pocos, no se trasformen en una invasión en masa. LOS ENEMIGOS NATURALES He mencionado también en muchas ocasiones que toda plaga tiene su enemigo natural. Es así que, por ejemplo los pulgones, son comidos por las “vaquitas de San Antonio” y las arañuelas tienen a su vez otras arañuelas que se alimentan de ellas, por nombrar sólo algunos casos típicos. Estos enemigos naturales (predadores) no se comen toda la plaga, sino que siempre dejan algo “de muestra¨para que vuelvan a multiplicarse y así asegurar la comida para la descendencia ... en este sentido son bastante más inteligentes que los humanos, que parecería que hacemos todo lo posible por no dejar nada. Pero claro, para que aparezcan los predadores tiene que haber bastante comida y una vez que se han llenado bien, se dedican a buscar descendencia, se aparean, ponen huevos y hasta que nace la nueva generación hay una pausa que los “bichos de porquería” aprovechan para multiplicarse. Nacen los nuevos predadores y se repite el ciclo natural. Ahora claro, usted me dirá que lo que yo propongo es “el dolce far niente” y que a este paso los bichos se lo llevan a cococho. De acuerdo ... no estamos obligados a permanecer inactivos, pero sí a actuar con inteligencia. Si estamos de acuerdo que lo adecuado es “controlar” y no “combatir”, también lo estaremos en que tenemos que ser selectivos a la hora de pararle la mano a las plagas. Si usamos venenos, matamos todo lo que se mueve y, si tiene poder residual, lo que está por moverse también. Hay un solución intermedia, que si bien no es selectiva al menos no contamina ya que mata por asfixia. Me refiero al aceite mineral, también llamado aceite emulsionable o aceite curafrutal. EL ACEITE EMULSIONABLE Este aceite se llama así porque en contacto con el agua, en lugar de “cortarse” y flotar en la superficie, se mezcla con esta, emulsiona, formando un líquido lechoso. Al ser aplicado sobre las plantas, mojando muy bien toda la superficie de aquellas, el agua hace de transporte del aceite pero se evapora, dejando una capa aceitosa que impide el paso del oxígeno y por ende las plagas cubiertas por ella se asfixian ... y contra eso no hay resistencias como en el caso de los biocidas. También es cierto que pueden asfixiar a las plantas y por eso se debe usar en la dosis adecuada. En general, se aconseja usar ahora aceites emulsionables de verano al 1% (1 litro en 100l de agua), en tres repeticiones con un intervalo mínimo de 30 días. Esto controla a toda clase de plagas como pulgones, cochinillas y arañuelas y, aplicando dos o tres veces, se logra controlar no sólo a los adultos sino a los que van naciendo posteriormente. Este aceite no es tóxico para las personas ni para las plantas más comunes del jardín pero, como quedó dicho, puede provocar asfixia o aumento de la temperatura foliar en determinadas plantas, por efecto de la capa de aceite. Por eso, evite aplicarlo en plantas de hojas delicadas (como azaleas o plantas con flores) y, si no le queda otra, haga una prueba en una porción de esas plantas y, si no nota nada raro, la puede incluir en el tratamiento general. |