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Este animal pertenece a un grupo de aves muy numeroso que habita en todas las zonas del globo, a excepción de la Antártica. La especie más habitual es la paloma bravía o doméstica. Procede de Asia y de Africa. Vive en zonas montañosas, en las grietas que forman las rocas, donde se reproduce y cría a sus pichones. Las palomas urbanas son domésticas asilvestradas y normalmente permanecen en parejas o bandadas.
Las palomas acompañaron al hombre desde tiempos remotos. Ya en Roma se fomentó su cría y era normal verlas colgadas en los mercados. Se utilizaban como alimento o se empleaban para adiestrarlas en la mensajería. Siglos más tarde, la racionalización y la medición de la agricultura hicieron posible que la cría de este animal llegara a otros lugares. Así llegó a la península ibérica a través de la romanización. Hoy hay muchas personas aficionadas a criar palomas, los colombófilos. En Bélgica y en zonas del norte de Europa la colombofilia es considerada deporte nacional.
Pero no hay que ser profesional para criar a esta ave. Carlos Molina Espeleta, criador de palomas, describe los cuidados, necesidades y lo que hay que saber si se decide reproducirlas. Lo primero que hay que pensar es dónde alojar a las palomas. Molina explica que: “Se necesita un palomar, con un departamento para las palomas de criar, otro para los pichones, otro para los machos viudos y un cuarto departamento para las hembras de éstos”, afirma. El hacinamiento puede provocarles el desarrollo de múltiples enfermedades.
Además se debe proporcionarles comodidad e higiene en su habitáculo. “Hay que hacer unas rejillas de madera en el suelo del criadero para que las heces caigan fuera de éste y así las palomas no tengan contacto con ellas”, comenta el experto.