| No cabe ninguna duda que uno de los rubros que más mantenimiento requiere en un jardín, es el césped. Por eso mi consejo para todos los que se inician en la jardinería o tienen la ilusión de armar su propio jardín, es que analicen cuidadosamente qué tiempo le pueden dedicar a él. Obviamente no va a ser lo mismo una familia de jubilados, que con tiempo y salud pueden disfrutar del corte semanal, el riego y demás trabajos que demanda, que un matrimonio “tipo” de hoy en día, en que ambos cónyuges se desloman de lunes a sábados, tienen hijos y de yapa alguna mascota. Tampoco se trata de cubrir todo con cemento y baldosas para no tener trabajo. Un 30 a 50% de la superficie con césped, puede ser suficiente para despuntar el vicio de caminar descalzo sobre él. EL CESPED “HABLA” A través del año, más de la mitad de las consultas que recibo tienen relación con el césped. En otoño y primavera, con la siembra; a mediados de la primavera con el abonado y riego y, en pleno verano, con los daños que presenta. Así como un dueño es el único capaz de entender a su mascota, así un “loco por las plantas” puede entender a su césped y a las plantas en general, porque ellos hablan a través de signos que son más claros o más confusos, pero en definitiva nos “dicen” algo. Esta sucesión de textos con imágenes, pretenden ordenar este lenguaje visual, con las lógicas limitaciones que da su complejidad. 1) SALUD DE LAS RAICES Las raíces son el alma de las plantas o, para decirlo menos poéticamente, el corazón, el estómago y parte de los pulmones. No las vemos y por eso solemos olvidarnos de ellas. Las raíces de una plántula que compone un césped (festuca o raigrás, por ejemplo) colonizan una profundidad de 30 centímetros de suelo y son una cabellera llena de pequeñas raicillas absorbentes (arriba, derecha), que son sumamente delicadas. Si la proporción de agua y aire en el suelo es correcta, dará origen a plántulas con capacidad de emitir follaje lateral (macollos) y vertical y el conjunto de ellas un césped mullido y sano. Aparte de esa capa mínima de tierra de buena calidad, más abajo debe haber otra que permita que el agua drene para que se “laven” las sales y pueda entrar oxígeno desde la superficie. Si no cumple esa función, el agua se encharca, impide la oxigenación y provoca la paulatina muerte de las raíces (arriba, izquierda). Cuando el daño es leve, se puede recuperar pero si no se soluciona a tiempo la falta de drenaje y aireación, la plántula muere y se producen las fallas que se observan en superficie. 2) CAMBIO DE COLOR POR FALLAS DE RIEGO Un césped sembrado o colocado en panes sobre un suelo de buena calidad y bien trabajado tiene la capacidad de retener humedad en el perfil colonizado por las raíces, que dijimos es de unos 30 centímetros, aproximadamente. Cuando hay una falla de riego, en parte o toda la superficie, notaremos a los pocos días un cambio en el aspecto, en la “cara” del césped. Si es de festuca o raigrás, primero el color verde intenso vira a uno azulado-grisáceo (foto superior) y si persiste la falla, esta coloración se acentuará. Si se retoma el riego en esta etapa, puede haber pérdida de plántulas de césped por competencia por el agua, pero en general se recuperará pero con menor densidad de plantas. 3) PERDIDA POR RIEGO DEFICIENTE PROLONGADO Cuando se desatienden los primeros síntomas de la falta de riego, el césped que había comenzado a cambiar de coloración se vuelve rápidamente de un color amarillento, pajizo. Este síntoma ya es grave e implica la pérdida de gran parte del área afectada (foto arriba). Si ha dejado que llegue a este punto, lo más razonable es corregir el problema y resembrar lo antes posible, con el inconveniente de tener que hacerlo en época de calor en aumento. Si el suelo está correctamente preparado y se soluciona la falla por sectores del riego (por excesivo espaciamiento entre emisores), es probable que se cubra ese error. 4) MAL LABOREO DEL SUELO Generalmente un jardinero sabe si ha regado correctamente o no. Si lo ha hecho diariamente y con el volumen adecuado pero a pesar de ello observa síntomas de “quemado”, puede pensar con razón que el problema está en el suelo. Aunque puede presentar síntomas bastante parecidos a las de las fallas de riego, las que se producen por mala preparación previa del suelo son más difíciles de solucionar, ya que casi siempre implican restos de escombros o pisos duros dentro de la capa de 30 centímetros de suelo (foto superior). En ese caso, al clavar la pala, generalmente se percibe este material duro y habrá que eliminarlo, rellenar y resembrar. Más evidente es cuando en superficie se nota que en la porción perdida de césped se observa agua o sales que afloran. Esto habla de apelmazamiento y falta de drenaje en ese sector. Esto es algo más sencillo de solucionar, ya que por lo general y si el sector está bien definido, se puede remediar haciendo perforaciones verticales que se rellenan con arena de construcción. |