Tener loros grandes en casa dista mucho de adquirir canarios o diamantes; requieren bastante dedicación y generalmente son aconsejables para quienes han tenido pájaros antes o, al menos, se han preocupado de informarse sobre su conducta. Entre las especies más llamativas están los loros inseparables, los periquitos Australianos, las famosas catas habladoras y los amazónicos de frente azul y, para los más experimentados, los guacamayos. Todos pertenecen a la familia de las psittácidas y son sumamente sociables. En la naturaleza viven en grupos, con un líder, y establecen lazos sociales entre ellos.Aunque siempre hay excepciones, se piensa que son monógamos. Si se tienen de mascota, la idea es recrear ese ambiente social, ya que para un loro estar solo y encerrado puede ser un factor de estrés. La recomendación es tener más de un ejemplar o dedicarle el tiempo necesario para que cree vínculos con el dueño. Atención, un frente azul o un guacamayo saludable pueden vivir más de 70 años; los inseparables, unos 20 igual que las catas, de por si son aves longevas. Las psittácidas pueden entrenarse para obedecer órdenes, pero es importante comprarlas en tiendas autorizadas, certificando que vengan de criadero, porque cuando han crecido en cautiverio o sido criadas por humanos se acostumbran a la manipulación y son más dóciles. Si se las quiere entrenar, hay que partir por habituarlas a salir de la jaula. Pueden sacarse 15 minutos diarios unas cuatro veces por semana, en un horario fijo y al interior de una pieza desde donde no puedan escapar (ojalá distinta a la que habita). Para que salte a la mano, hay que desestabilizar al ave suavemente acercándole el dorso de la palma hacia su pecho. Si lo logra se le debe premiar con fruta o el alimento que le guste. Algunos loros imitan los sonidos humanos que se les repiten y pueden asociar palabras cortas con una acción. Esta labor puede tomar varias semanas. Lo esencial es enseñarle una cosa a la vez, hasta que la aprenda y siga con otra. Si la intención no es adiestrarlo, se le debe dar tiempo, sacándolo para acariciar sus plumas, y no dejar de hablarle. Es más común que a los loros les gusten más las mujeres y a su dueña (o) pueden llegar a considerarla su pareja, lo cual podría ser complejo cuando ésta se casa o tiene hijos. Los cambios repentinos en su ambiente pueden provocarle un estrés tan grande que terminan sacándose las plumas, no hay que variarle mucho la rutina ni dejar de brindarle afecto. |