Durante los últimos años Bariloche tuvo un importante crecimiento poblacional que creó una gran demanda de construcción. Muchos emprendimientos destinados al turismo ampliaron y diversificaron la gama de propuestas hoteleras y gastronómicas. Algunos lograron destacarse y marcar un sello propio. Pero llegar a establecerse con una propuesta diferente no es producto de una fórmula arriesgada o librada al azar. Trabajo y dedicación en pos de obtener un producto y servicio de excelencia son dos de las claves, según reconocen sus protagonistas. En este rubro, varias cervecerías y pubs lograron ofrecer un atractivo producto a los turistas y residentes. Blest, Pilgrin, Wilkenny, La Cruz y Berlina sucedieron a los recordados "El Sereno", "Old King's Pub" y "Dirty Dick Pub" en los se podía beber muy buena cerveza. La génesis de la cervecería Berlina, ubicada sobre la ruta hacia el Llao Llao, es responsabilidad de los hermanos Guido, Franco y Bruno Ferrari que fijaron un lineamiento hacia la fabricación de cerveza en un restaurante que fusiona la cocina del mundo con ingredientes regionales. La cerveza es elaborada por Bruno que estudió la carrera de maestro cervecero en Alemania, oficio que le permitió luego comenzar con el emprendimiento familiar en Bariloche y ofrecer un producto de autor, artesanal y ciento por ciento orgánico. El criterio de producción es el de respetar los mismos parámetros de fabricación originales, establecidos en 1516 en Alemania, que promulgaban hacer la cerveza únicamente con agua, lúpulo, malta y levadura. El agua es importante por los minerales que posee y según su ph podrán fabricarse los distintos estilos de cerveza. En cuanto al lúpulo, hay dos clases: los que aportan el sabor amargo, que se agregan al principio de la elaboración y los aromáticos, que dan el bouquet y se colocan al final. Las maltas son las que proporcionan los distintos sabores y colores a la bebida. Respecto a las levaduras, existen dos familias: las "larger" de fermentación baja, y las "ale" de fermentación alta. Aquí se fabrican seis variedades de cervezas, todas pertenecientes a la familia de las ale, sin aditivos ni conservantes: kölsch, wheat ale, stout, alt bier, indian ale y raüch bier. Según explicó Bruno, "para elaborar cerveza artesanal hay que lograr encontrar lo mismo que uno busca en un vino: aroma, sabor, textura y cuerpo. La cerveza también tiene notas de cata particulares para descubrir". El proceso de elaboración que atraviesan las materias primas se denomina "infusión y fusión escalonada" y los pasos a seguir son tres: cocción, fermentación y maduración. Primero la malta se muele para que el grano abra su cáscara y sirva de filtro para detener el paso de los taninos indeseados. Luego se macera en un tanque especial de acero inoxidable con malta molida, se prepara una infusión con agua caliente y se eleva hasta una determinada temperatura o "cocción escalonada". Este proceso dura un día desde que se empieza a moler hasta que se llena el fermentador. Después hay una semana de fermentación y dos más de maduración como mínimo. El resultado de la fermentación es el mosto, que se lava y se recolecta en un recipiente para pasteurizarlo. También aquí se cocinan los lúpulos para obtener los aromas y según el tiempo de cocción se obtendrá una cerveza amarga, intermedia o netamente aromática. El mosto se pasa por una máquina que rápidamente baja la temperatura de la cocción. De ahí va hacia el fermentador al que previamente se le añade levadura que, tras una semana de estadio, transforma los azúcares fermentables en alcohol. Una vez finalizada la fermentación se pasa a un barril y se lleva a una cámara de frío durante unos días para la maduración. Tiempo después se prepara para el consumo. Pero el empeño y la pasión por ofrecer la mejor cerveza también están reflejados en el menú. El chef, Esteban Montovio, aplicó un criterio original para organizar la carta y detalló a "eH!": "Al menú tratamos de variarlo una vez por mes pero todos los platos siempre están relacionados con la cocina internacional, nuestras cervezas y los ingredientes patagónicos". La filosofía gourmet de Berlina permite acceder a un menú cervecero y degustar cada plato en maridaje con la esta bebida. Entre la opciones, el chef sugiere un "pañuelo hindú" como entrada, o una "chicken salad" (zanahoria, remolacha, pollo en tiras, pimientos y manzana, con un aliño de curry y jugo de naranja) ideal para acompañarla con una indian ale. El taco de cordero patagónico con guacamole picante puede disfrutarse con una kölsch. Los platos principales, como el "pollo stout" (reducción de cerveza stout y azúcar morena, con puré de batatas, menta y zanahorias al tomillo) o un "bife Wellington" (bife de chorizo marinado en cerveza alt y naranja, envuelto y horneado en masa de hojaldre, acompañado de puré de manzana y chutney rojo) en maridaje con una scout. La pizza, como la vegetariana (masa de harina integral, muzzarella, vegetales en juliana salteados y olivas negros), se recomienda con una alt bier. Los postres tampoco pasan desapercibidos y un "Me mata el limón" (merengue italiano sobre una suave crema de limón) resulta una buena oportunidad para probar el lemoncello artesanal. Berlina está emplazada sobre un mallín ubicado en avenida Exequiel Bustillo, kilómetro 11.750 y erigió su local con dos plantas, una superior y otra inferior. El hermoso paisaje fluye a través de los colores propios de la montaña, en armonía con el estilo andino de su arquitectura: madera de ciprés y piedra. La decoración es sencilla, cálida y de una gran delicadeza rústica. Madera de ciprés y piedra se destacan en la construcción de esta cálida cervecería barilochense. Cocina del mundo con ingredientes regionales y cerveza casera se unen en un ambiente cálido y rústico. El criterio de producción que usaron para la creación de "Berlina" fue el de respetar los parámetros originales establecidos en 1516 en Alemania, dice Bruno. |