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  Martes 22 de Febrero de 2011  
 
 
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  Cómo entusiasmarlos con el estudio
Un psicólogo cipoleño comparte su experiencia en este sentido. .Dice que los adolescentes están tan perdidos como sus padres. .Invita a que veamos qué valores sobre el saber les transmitimos.
 
 
 
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A días de la vuelta al colegio, muchos padres y madres de adolescentes que comenzarán un nuevo ciclo escolar se pueden preguntar acerca de sus hijos y el estudio. ¿Es posible entusiasmarlos con el hecho de estudiar? ¿Cómo debemos actuar los padres ante nuestras expectativas con respecto al abordaje que los adolescentes hacen de su tarea y nuestras expectativas con respecto a ello?

Como las variables en las relaciones humanas son realmente vastas, intentaremos dar cuenta de algunas a sabiendas de que otras quedarán por fuera de nuestro estudio en este momento por un recorte necesario de escritura. Tomaremos entonces las variables que se refieren a la etapa adolescente, al lugar del adulto en la relación con el joven, a la comunicación humana y por último al sentido vital o perspectiva de futuro.

La adolescencia

Mucha tinta se ha vertido ya en psicología sobre esta etapa vital. Resumamos diciendo que tiene un comienzo biológico, la pubertad, y un final psicosocial, la independencia económica y afectiva de los padres. Entre medio el adolescente (por regla general) atravesará una conmoción con respecto al desarrollo de su nueva imagen corporal y una búsqueda con respecto a su identidad que lo hará oponerse o rebelarse contra los ideales paternos y de autoridad y encontrando una fuerte ligazón con su grupo de pares; nacimiento de relaciones de amistad de mucha fortaleza que pueden llegar a durar toda la vida.

Por otra parte, sobre todo en los primeros años de la escuela secundaria, el adolescente busca la satisfacción inmediata de sus deseos, con dificultades lógicas evolutivas de posponer el goce.

el Lugar del adulto

Adhiero a la vertiente de la psicología que postula que si los adolescentes se encuentran un tanto perdidos es porque los adultos nos encontramos un tanto desorientados con nuestras propias vidas, por lo que se torna interesante y claramente se transforma en el eje de este escrito, el plantearnos como padres qué imagen estamos transmitiendo con respecto al estudio y la curiosidad a nuestros hijos.

Este proceso de cambio que lleva de la infancia a la adultez conlleva esa capacidad de involucrar al entorno circundante en su propio conflicto, por ello los padres pasan tanto tiempo inmersos en reflexiones a propósito de sus hijos adolescentes.

La comunicación

humana

Hace ya bastantes años Paul Watzlawick, terapeuta norteamericano, elaboró su teoría sobre la comunicación humana y fundamentó principios sobre ella de los cuales hoy tomaré dos que creo nos pueden ayudar a pensar en la materia que nos ocupa.

1) Todo acto de comunicación tiene dos aspectos a considerar: qué se dice y cómo se dice, o sea el contenido de la comunicación y la forma el énfasis, el cariz con que se dice. No es lo mismo decir "¡Dame agua!" que "Por favor, dame agua".

2) Toda comunicación utiliza un lenguaje verbal, las palabras y uno no verbal los gestos, la actitud, el interés, etcétera. Puedo escucharte mirándote a los ojos atentamente o puedo estar viendo el partido de San Lorenzo y decir que te escucho.

Entonces, retomemos nuestro lugar de padres y madres cuando pretendemos -porque nos interesan nuestros hijos- fomentarles, contagiarles valores con respecto al estudio.

La primera pregunta que debiéramos hacernos es que les estamos comunicando, cómo nos estamos comunicando con ellos en esta temática. Y dado que lo no verbal, lo actitudinal es tanto o más influyente que lo dicho, aquí la pregunta es cómo es nuestra propia relación con el estudio y el trabajo, por comparar dos áreas de responsabilidad acordes en los distintos grupos etarios.

Si les vamos a pedir que se esfuercen, que se entusiasmen, que lean, qué disfruten de ese placer que nos provoca la curiosidad necesaria para abordar un objeto de estudio y la necesidad de dar respuesta y satisfacer dicha curiosidad, tendrán que vernos en esa tarea por sobre escucharnos sobre ella.

¿Cómo nos ven, entonces, nuestros hijos en relación con el saber, qué imagen les estoy planteando hoy en este sentido?, puede aparecer como una buena inquietud paterna antes de cuestionar al otro.

Siguiendo con la temática de la comunicación y la parentalidad, quisiera referirme a otro planteo de la escuela sistémica de psicoterapia, la necesidad de dos funciones claramente paternas: una buena matriz afectiva y un conjunto de normas claras que se apoyen sobre dicha matriz. Es decir un aspecto amoroso necesario, para sobre él ejercer una función normativa, la puesta de límites debemos basarla en el interés y el cariño por el otro, no en otra cosa.

Victor Frankl y el

sentido de la vida

Por último, quisiera tomar al psiquiatra austríaco Victor Frankl (1905-1997) quien, a raíz de haber sobrevivido a los campos de concentración nazis, le dio forma a su técnica terapéutica denominada Logoterapia, basada en el hecho de encontrar un sentido vital para sostener nuestra existencia basándose en el aforismo nietzscheano "Quien tiene un porqué para vivir soporta casi cualquier cómo". Entonces es el proyecto, el futuro el que le da sentido a mi existencia, me brinda fuerzas para luchar por una meta que valga la pena, esta bien puede ser personal (lograr un título académico), interrelacional (casarme, tener hijos) y social (cultural, religiosa, deportiva y artística).

En este plano, la responsabilidad del adulto mediante la comunicación verbal y no verbal con sus hijos, será primero revisar, animarse a preguntarse por su sentido vital y revisar la imagen que brinda con respecto a la pasión o no que muestra en sus objetivos; y en el plano académico, contrarrestar la necesidad del adolescente de la satisfacción inmediata, por la satisfacción demorada en base a una meta posible y que valga la pena, a sabiendas que es posible que lo que hoy plantee pueda ser entendido en un próximo momento evolutivo.

Es decir, debe ser propio del adulto el sostener qué es el estudio, si tengo la posibilidad de concretarlo, el que tenga un valor relevante y significativo para la vida, y si este puede expresarlo en su decir y hacer podrá ser tomado por el adolescente que lo observa, no necesariamente en el momento en que el padre lo espere, suele haber un hiato, una espera necesaria en aquel que posee mayor experiencia vital.

(*) rodrigoyadriana@

fibertel.com.ar

   
   
 
 
 
 
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