Thomas Popkewitz es profesor en la Escuela de Educación de la Universidad de Wisconsin, en Madison, Estados Unidos. Hizo su doctorado en Educación en la Universidad de Nueva York y es especialista en teoría del cambio y reforma de los sistemas educativos, formación docente y educación comparada. Ha publicado ocho libros y cientos de artículos en revistas académicas de todo el mundo. A partir de sus investigaciones actuales sobre el cosmopolitismo y los impactos de la globalización en la educación fue entrevistado por Ana Abramowski e Inés Dussel para la revista "El monitor".
"Cuando uno habla con maestros, encuentra lo que yo llamo la razón moderna: para expresar algo los docentes tienen que apelar a sus sentimientos, a lo que piensan que es el progreso, pero también a lo que creen que es la degeneración (una idea que fue muy fuerte a fines del siglo XIX y principios del siglo XX). El progreso y la degeneración de la humanidad eran las dos caras de una misma moneda. Y el miedo y la esperanza, también", sostiene.
-Esto de pensar juntos el miedo y la esperanza permite también poner en relación lo racional con lo irracional.
-Es una observación interesante porque, históricamente, se han tratado de separar estas cosas. En el siglo XIX la gente hablaba del Romanticismo como una reacción contra la Ilustración (la pasión contra la razón), pero en realidad nunca estuvieron separados; quizá institucionalmente fueron movimientos separados pero, tomando la construcción de la razón, son parte del mismo fenómeno. Para mí eso es interesante. Hay una pintura maravillosa -en este momento no recuerdo el nombre del autor- que son dos hombres alemanes vestidos en sus ropas del siglo XIX, muy finas, mirando un paisaje pastoril. Esa imagen podría capturar a esos hombres mirando un valle con todo eso de lo racional y lo irracional al mismo tiempo. Hay otro elemento ahí interesante que es la religión, y no lo digo en términos de la religión institucionalizada sino en términos de las ideas sobre la salvación y la redención que, por ejemplo, están incluso muy presentes dentro de la ciencia, que cree que su cometido es salvar a la humanidad. Por lo general en la Ilustración se separaba la razón de la irracionalidad, pero la razón tenía que ver también con cuestiones morales, con cuestiones acerca de cómo uno piensa y se siente en el mundo, con las emociones, y en ese sentido combinaba lo racional con lo irracional.
-La cuestión de la salvación y la redención está muy presente en la educación, donde muchas veces se plantea que los docentes deben salvar o redimir a los chicos. ¿Por qué cree que los docentes nos sentimos "llamados" casi religiosamente a "salvar" a los chicos, en especial a los más pobres, y cuáles son las consecuencias de pensar así?
-Bueno, el elemento de la salvación y la redención está muy presente desde la formación docente. Hay un informe muy importante en Estados Unidos que se llama "Formación docente. Enseñando por el futuro de Norteamérica". Este informe es de 1996 y hay otro que es del 2004, que se llama "El sueño (norte)americano". En el lenguaje mismo uno se puede dar cuenta de que están tratando de capturar algo de las teorías de la salvación y redención. Dice, por ejemplo, que uno tiene que volver a salvar el alma norteamericana. ¿De qué se trata esa alma? Es el alma de los niños a través del docente. Entonces, la estrategia retórica es decir: tenemos que salvar el alma de los niños porque de esa manera vamos a rescatar el alma de la sociedad. Y después empieza a establecer la manera en que alguien debería vivir; habla sobre el respeto mutuo, sobre la diversidad, sobre el aprendizaje continuo. Ésa es la parte esperanzada del discurso, pero pronto el informe empieza a decir quién no tiene eso, o no sabe hacer eso o no podrá tenerlo: el chico pobre de las grandes ciudades, el chico en desventaja, el chico en riesgo. La retórica afirma: "Todos los chicos pueden aprender" y allí está la idea de qué es lo que todos deberían ser o cómo deberían conducirse. Pero, al mismo tiempo, también dice quiénes no son de esa manera y se mencionan algunas cualidades psicológicas: los niños desmotivados, que tienen baja autoestima, familias disfuncionales, madres divorciadas (es interesante notar que no hablan de madres o padres divorciados). Y después se mueve a categorías sociales: el abuso de drogas, las actividades sexuales tempranas o las enfermedades sexuales. Y luego trata cuestiones económicas como la pobreza. Ahí uno puede darse cuenta de cómo empiezan a construir un tipo de persona, que es la que no encaja o la que no se adecua a este modelo de sociedad y que viene definida por todos esos rasgos (y los rasgos psicológicos de pronto se ven asociados en forma determinista con ciertos grupos sociales).
La ironía es que las ciencias sociales y las educacionales fueron inventadas por reformadores -gente de las ciudades, en general protestantes- y lo que hicieron fue universalizar estas ideas de la integridad moral de ciertos sectores sociales particulares, como una cuestión de salvar a los otros sectores sociales. En distintas sociedades hubo diferentes maneras de hacer esto. En Estados Unidos todo el mundo tenía que convertirse en un norteamericano. Decían: está bien ser un ítalo-americano, un judío-americano, un asiático- americano, pero si se tiene en cuenta cómo está definida y escrita esa palabra, lo que importa es que lo americano esté al final, que es lo que determina. Yo entiendo que en la Argentina fue un poco distinto, pero en Estados Unidos fue un proceso fuerte de norteamericanización, sobre la base de definiciones del "yo", de la persona, de la sociedad, que venían de una minoría blanca y protestante.
Y hoy todavía existe esta discusión, lo que pasa es que hay miedos distintos. Hay miedo a los inmigrantes, pero son inmigrantes diferentes de los de principios del siglo XX. Entonces, si uno es un inmigrante de Escandinavia o del norte de Europa no hay problema; en realidad, casi puede decirse que no es un inmigrante. Pero si viene de la frontera de México, sí es inmigrante, y si usa una gorrita de béisbol y si es negro también hay que tenerle miedo. En cambio, y esto es interesante, es algo de las últimas décadas; si se trata de un negro que se parece a un jugador de basquetbol, está bien. ¿Por qué digo esto? Porque me parece que hay que ser cuidadoso al hablar de la cuestión racial o de las clases sociales, hay que ver cómo se racializan o cómo se convierten en cuestión racial ciertas diferencias. Y cómo la salvación o la redención se aplican desde ciertos grupos (supuestamente en una posición de superioridad) a otros en posiciones inferiores. No se renuncia a la posición de superioridad, y eso es algo que debería revisarse.
-Usted ha dicho que desde la matriz de la escuela moderna se plantea cambiar a los niños para poder cambiar la sociedad. ¿Cree que todavía estamos tratando de cambiar la sociedad a través de la manera en que educamos a las chicas y a los chicos?
-Hay un presupuesto fuerte en ese planteo: lo que hacen las escuelas es muy importante para la sociedad. Y, en más de un sentido, es difícil decir que las escuelas no son importantes. Las escuelas siguen siendo todavía instituciones centrales en las sociedades pero, en otro sentido, hay muchas otras cosas que son importantes, que intervienen de maneras cada vez más significativas; por ejemplo, los videojuegos. Hay un autor inglés que se llama Nikolas Rose que está haciendo un trabajo sobre las biotecnologías y lo que le interesa ver es cómo se hace un individuo "a medida" o, dicho de otro modo, cómo la producción de un individuo es cada vez más singular pero programada por la tecnología, la medicina y la psicología, entre otros elementos. La escuela, frente a la determinación genética, por ejemplo, pasa a tener menos importancia. Entonces, todo eso me dice que las escuelas quizá no son lo que antes se pensaba que eran, pero eso no quiere decir que sean irrelevantes, sobre todo porque en las escuelas hay una cierta producción de la subjetividad que es muy importante.
Entonces, las escuelas son espacios sociales muy importantes: al mismo tiempo que están superpuestas, conviven, se yuxtaponen con muchos otros espacios sociales de otras características. A mí me parece que si uno entiende los límites también puede pensar en las alternativas que hay para hacer otras cosas. Y en algún sentido decir esto también implica una teoría del cambio, que es más histórica pero por supuesto que también tiene que ver con el futuro y también tiene que ver con la idea del amor a los chicos.
El elemento de la salvación y la redención está muy presente desde la formación de nuestros docentes