La educación es el mejor "contrafuegos" para detener y revertir la epopeya actual de una imparable chabacanería instalada y sostenida pontificialmente por paparruchadas, especialmente de muchos del cuarto poder sin corresponsabilidad social, irresponsabilidades y desatinos que favorecen y facilitan escenarios para una creciente estupidez estrujada ya como credo de muchedumbres.
En plena emergencia educativa y cuando hasta las entonces "travesuras del colegio" son como anacronismos de tiernos recuerdos acontecidos en "épocas caducas", tenemos que rescatar una educación que se construye con el ejemplo de una vida más civilizada que la nuestra, por el ejemplo de quienes están obligados a acreditarlo y exhibirlo constantemente mejorado, enriquecido, atractivo, declinando toda insistencia con estilos comunicativos autoritarios y soberbios donde hoy "hasta las palabras, acciones, medidas y cosas que no son malas, ya parecen y se perciben como tales o sospechables para la consciencia colectiva".
Es imprescindible recuperar la aptitud reflexiva, el pensamiento critico, la propuesta creativa-proactiva innovativa ante los primeros síntomas (o pausa) de desglobalización evitando zancadillas y atajos políticos, pedagógicos y/o epistemológicos.
Se preguntaba Alberdi en su tiempo: " ¿De qué sirvió al hombre del pueblo saber leer? . . . de motivo para verse devorado como instrumento en la gestión de la vida política, que no conocía ni conoce; para instruirse en el veneno de la prensa electoral, consumista y hedonista que contamina, desalienta y destruye en vez de ilustrar; para leer insultos, injurias, sofismas y proclamas de incendios" y calamidades que, duro es admitir, con la "banalización del caño" es hoy lo único que pica y estimula toda curiosidad inculta y grosera.
Alberdi adhería a una prioridad para las ciencias prácticas y de aplicación que pueden reponernos en aptitud de vencer esta naturaleza selvática que nos domina por todas partes siendo por tanto objetivo central y clave de nuestra cultura actual reconvirtiéndola y reconduciéndola en términos más humanos y edificantes.
Agregaba Alberdi: "No pretendo que la moral deba ser olvidada. Sé que sin ella la industria es imposible; pero los hechos prueban que se llega a la moral más presto por el camino de los hábitos laboriosos y productivos de esas nociones honestas, que no por la institución abstracta. Nuestro país decía, necesita más de ingenieros, de geólogos y naturalistas que de abogados y teólogos. Su mejora se hará con caminos, con pozos artesianos, con inmigraciones y no con periódicos agitadores o serviles, ni con sermones o leyendas".
En materia de educación, recuperar la calidad, la credibilidad, la confianza, la ética, la equidad y la excelencia como la revalorización y el orgullo por nuestros símbolos patrios -el himno nacional o la escarapela- hacen a la mejor respuesta y razón de ser para la mejor satisfacción de toda expectativa inherente a los ´impulsos vitales´ propios y de una comunidad educativa en cuanto tal, razón por la cual no deben quedar expuestos a ningún mercantilismo, improvisación ni populismos tardíos. Si no nos educamos ni nos instruimos aprendiendo juntos, codo a codo, fecundaremos la vileza, la cobardía, el vicio, la precocidad y orfandad del sexo, lo artero y la haraganería ´tan acicateadas y remuneradas por estos días´ en las actuales circunstancias trágicas de violencia e inseguridad.
Ahora mismo todos debemos estar más ocupados en incrementar el potencial del aprendizaje, aprovechado la revolución de las neurociencias, avanzando en el ´enriquecimiento instrumental´ en chicos, jóvenes y adultos para mejorar su capacidad cognitiva financiando e incentivando contundentemente energía docente decente con ardor y aplicación, novedosos tiempos áulicos y extraáulicos con nuevas tecnologías educativas para lograr cambios notables y la mejora notoria socialmente útil a favor de rendimientos personales y grupales. Esto poco tiene que ver con distracciones como el mero acondicionamiento externo y material (largamente presupuestado) de las escuelas e institutos ´enmohecidos´ (que se llueven, que no tienen docentes ni seguridad ni calefacción ni elementales materiales didácticos y más), de lo cual, disociadamente se hace eco, critica, noticia y politiquería perseverando espartacamente en ´colar el mosquito y tragarnos el camélido´.
Cuando Ghandi pensaba en educación veía la posibilidad clara y posible de lograr con ella lo mejor de uno mismo pero también sabía que no hay conocimiento sin carácter, ciencia sin humanidad, política sin principios, riqueza inocente sin trabajo duro, comercio sin moral, religión sin sacrificio ni "placer sin conciencia".
Cuando Gandhi pensaba en la educación veía la posibilidad clara y posible de lograr con ella lo mejor de uno mismo