La mayoría de los niños se entusiasma con el retorno a clases, por el reencuentro con sus amigos y compañeros y por volver a un lugar de aprendizaje y creatividad, pero otros sufren en esos días "fobia escolar", por el desprendimiento de sus padres o la pérdida de la libertad que gozaban en las vacaciones.
Tras el receso, el niño se ve involucrado en una situación que abarca a toda la familia, cuando reaparecen las demandas y obligaciones y hay un cambio en el estilo de vida para todo el grupo familiar.
Después de un período de relajación y esparcimiento, comienzan la rutina, los horarios y el cumplimiento de ciertas obligaciones, que en el caso de los pequeños significa la asistencia a clases y el tiempo dedicado al estudio y tareas escolares.
En estos casos es fundamental la participación de los padres para lograr con sus chicos una relación menos estrecha y dependiente, basada en una mayor transmisión de conocimientos, según la opinión de la psicóloga Mónica Cruppi, especialista en temas de pareja y familia.
"Luego de varios meses sin organigramas fijos, con la única preocupación de pasarla bien, los niños se enfrentan a un nuevo año escolar con otras responsabilidades y en algunos casos con nuevos compañeros", comentó la experta, que es miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
Cruppi sostuvo que "para estos pequeños, comenzar el ciclo lectivo implica un desafío, ya que transitar el año escolar no es una rutina; supone nuevos aprendizajes, un lugar donde poder dar rienda suelta a la curiosidad infantil".
"Otros, por la resistencia que oponen al cambio, refunfuñan, protestan, hasta que se adaptan al nuevo estado", explicó y sostuvo que "los más impulsivos sienten que se terminó la libertad y tienen que hacer un esfuerzo para adecuarse, para dominar sus pulsiones".
Pero algunos presentan verdaderas dificultades, advirtió la especialista, en referencia a "niños a los cuales les cuesta el desprendimiento de sus padres y de su hogar" y a los que "presentan alguna inhibición o a veces una ´fobia escolar´, es decir un miedo focalizado".
También mencionó a quienes ingresan por primera vez al sistema escolar, que "representa esencialmente la pérdida del niño-bebé, tanto para el pequeño como para sus padres, con las gratificaciones emocionales que esta etapa del desarrollo brindaba".
En este sentido, Cruppi explicó que "si los padres logran ayudar al niño en su avance simbólico, se establecerá entre todos una nueva forma de relación menos estrecha y dependiente -como es la que se establece con el ´niño-bebé´- y basada en una mayor transmisión de conocimientos".
El jardín de infantes constituye el primer lugar de alejamiento transitorio del hogar. "Allí el niño desplaza en otros las figuras paternas y promueve", en tanto se generan en ambos "ansiedades específicas de separación que suelen ser elaboradas con la ayuda del equipo docente", dijo.
Para esta experta, la buena adaptación escolar se sustenta en la estimulación de la capacidad de espera, la tolerancia a la frustración y la incorporación de límites.
Al respecto, la psicóloga formuló alguna sugerencias para los padres, como la de "implementar la rutina de horarios antes que empiecen las clases; organizar con los chicos la mochila, comprar los útiles, ponerle nombre, etcétera, y preparar con ellos el delantal, el uniforme y el equipo deportivo".