El fin de año amerita un balance de la economía en el 2010.
El retorno del crecimiento convivió con una aceleración inflacionaria notable -fundamentalmente motorizada por la suba del precio de los alimentos- y con muy poca creación de empleo en el sector privado.
Esto parece haber frenado los avances en materia social en un año que, a priori, "pintaba" para generar más soluciones que problemas.
La economía argentina es una fuente de enormes paradojas: ha batido récords de crecimiento en los últimos años pero la percepción subjetiva y los datos objetivos señalan que esto se ha logrado acumulando problemas de pobreza, inflación, cuellos de botella en infraestructura, retroceso en sectores clave de la economía y pérdida de competitividad.
En otras palabras, el crecimiento récord convive con un aumento de la incertidumbre y un achicamiento del horizonte de inversión.
El contraste con Latinoamérica es notable. Allí los números son menos exuberantes pero la estabilidad de precios y las mejoras en los frentes fiscal y financiero permiten achicar sustancialmente los niveles de riesgo y mejorar gradualmente los indicadores sociales.
La economía crecerá este año en un rango del 7 al 8%, según estimaciones privadas, y cerca del 9% según las cifras oficiales.
Una cuarta parte de la expansión fue explicada por el rebote agrícola, la industria sumó un punto y medio, la construcción aportó medio punto y el resto provino de los servicios. Aquí brillaron el comercio y los servicios financieros, junto con el transporte de carga (por la mayor cosecha) y de pasajeros (por la reactivación económica y del turismo). En el 2009 la sequía derrumbó la producción agrícola y explicó cerca de un punto y medio de los tres/cuatro puntos de caída del producto, según estimaciones privadas.
En el 2010 la cosecha tuvo un impacto directo en el crecimiento de más de dos puntos porcentuales. Conviene señalar que, sin el "efecto campo", la economía argentina se comportó en ambos años en línea con el promedio de crecimiento de Latinoamérica: -2,5% y +6% respectivamente. Dada la estacionalidad propia del agro y la comparación con un segundo semestre del 2009 en franca recuperación, la economía aceleró su crecimiento interanual hasta el segundo trimestre (10,5%) para luego moderarse en el segundo semestre (se expandió un 6% en octubre, según la última información disponible).
Cierre de año con profundas desigualdades sociales
El crecimiento del 2010 deja un "arrastre estadístico" cercano a un punto porcentual para el 2011.
Del lado de la demanda los principales motores de la recuperación fueron el consumo, las exportaciones y, en menor medida, la inversión.
El consumo privado fue empujado por el aumento de la demanda de bienes durables (autos, electrodomésticos), rubro en el que se batieron todos los récords. Este aumento fue impulsado por factores genuinos (recuperación del empleo e ingresos) y por los efectos artificiales que produce una inflación persistente y creciente sobre las decisiones de consumo. Al alza del consumo privado se sumó un crecimiento del gasto público (del 11% en el primer semestre) y de las exportaciones (12% en cantidades) por la recuperación del comercio internacional, el crecimiento en Brasil y la buena cosecha. También hubo un aumento de la inversión (+16% interanual), que hoy equivale al 22% del producto, sin retornar al máximo precrisis (24,4%). Las importaciones aumentaron cerca del 30% medidas en cantidades en el 2010.
Inflación fuera de escala
En materia de precios, la comparación con Latinoamérica resulta bastante odiosa: aquí la inflación supera el 25% y allí promedia el 6%. Los índices privados de precios minoristas pasaron de aumentar 15-17% en el 2009 al 25% en el 2010. La "inflación núcleo" se aceleró hasta un 27% anual y fue compensada por la moderada suba de los precios de los bienes y servicios regulados, que son contenidos vía crecientes subsidios. Esto ocurre cuando la inflación del promedio de Latinoamérica ronda el 6%. Así, la Argentina comparte el podio de inflación mundial con Venezuela, Zaire, Guinea y Sierra Leona.
Los precios de los alimentos explicaron más de la mitad del crecimiento del IPC, con una suba cercana al 40%. La estabilidad del tipo de cambio nominal con el dólar llevó a importar la suba de los precios internacionales de los alimentos, que se combinó con la escasez de carne en Argentina. Los precios de la hacienda se duplicaron en el último año y su valor en el mostrador subió un 80%. Como resultado, las carnes rojas explicaron cuatro puntos porcentuales de los 25 puntos de inflación en el 2010 y a esto se sumó el encarecimiento de los productos sustitutos.
La aceleración inflacionaria impidió una reducción de la pobreza, a pesar de los nuevos planes sociales. El violento encarecimiento de los alimentos arrastró a la Canasta Básica Alimentaria, que aumentó un 38% en el año. La "línea de indigencia" (los ingresos totales por debajo de los cuales una familia tipo se considera en situación de indigencia) se ubica en 1.100 pesos y "la línea de pobreza" en 2.000. Según estimaciones privadas, la tasa de pobreza en el primer semestre del 2010 representó a cerca del 24% de la población y la indigencia, al 8%. Ambas permanecen estables desde el 2007 a pesar del crecimiento económico y la implementación en el 2010 de la asignación universal por hijo (AUH).
Los nuevos planes sociales, que beneficiaron a cerca de cuatro millones de niños este año y transfirieron recursos por 8.000 millones de pesos, habrían servido para compensar la licuación de ingresos por inflación en los sectores más pobres pero fueron insuficientes para producir un quiebre en los indicadores sociales.
Mercado laboral, al margen de las mejoras
El mercado laboral no tuvo un buen año a pesar del rebote económico. En el 2010 el desempleo retornó a niveles cercanos a los precrisis (7,5% en el tercer trimestre), tras trepar al 9% a mediados del 2009. Esta baja en la desocupación respondió en buena medida a la creación de empleo público, que (con una participación de sólo el 7% en el empleo total) fue responsable de un tercio del crecimiento del número de ocupados en el último año. El sector privado, muy por el contrario, sigue sin recuperar los cerca de 200.000 puestos de trabajo perdidos durante la crisis internacional de fines del 2008 e inicios del 2009.
Año electoral con importantes desafíos
En el 2011 se deberá lidiar con una economía con importantes desafíos en el campo macroeconómico y enormes asignaturas pendientes en materia de desarrollo económico. En lo macro, se recibirá una economía con bajo desempleo pero con presiones inflacionarias crecientes. Se encontrará un sistema de precios y tarifas cuya normalización deberá ejecutarse en un contexto en el que cada punto adicional de inflación dolerá mucho, por su impacto en la pobreza, y en el que cada peso destinado a financiar la estructura de subsidios desplazará importantes demandas de gasto social. En materia fiscal se heredarán cuentas públicas que, bien medidas, serán deficitarias en la Nación y las provincias, aunque con financiamiento asegurado recurriendo a las cajas públicas (BCRA y Anses).
En el campo del desarrollo económico se encontrará casi todo por hacer: una economía con una tasa de inversión insuficiente para sostener un crecimiento de largo plazo superior al 5%, con limitada capacidad de ahorro doméstico y baja participación del ahorro y la inversión externos. Y, más importante, se recibirá una economía que -aun en tiempos de crecimiento y cercana al pleno empleo- todavía registra altísimos niveles de pobreza, desigualdad e informalidad la- boral.
A pesar de la dinámica interna, con el mundo acompañando como pocas veces en la historia, la Argentina conserva intactas sus oportunidades, sobre todo si se persevera en los aciertos y se corrigen los errores para la construcción de una nueva institucionalidad que modere la incertidumbre que hoy invade el horizonte.
Fuente: Informe Económico 117 del Banco Ciudad, diciembre del 2010