La decisión del gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner de convocar a funcionarios técnicos del Fondo Monetario Internacional (FMI) generó en los últimos días diversos comentarios en la segunda línea de funcionarios de Casa de Gobierno y del Ministerio de Economía, con un punto coincidente en que éste puede ser el comienzo de un acuerdo "encubierto´´ con el organismo multilateral para cumplir con los requisitos impuestos por el Club de París y, a la vez, ganar un poco de tiempo con el problema del Indec.
Así lo admiten por lo bajo algunas voces en el propio gobierno y aseguran que algunos funcionarios se sorprendieron con el anuncio, ya que el mismo es ciertamente contradictorio con la política anti-FMI que ha tenido la gestión kirchnerista.
Independientemente de los comentarios políticos, el acercamiento al organismo internacional es una buena señal para los mercados externos e inversiones que buscan países con reglas claras.
"Indudablemente esto no es motivo de casualidad sino que fue algo muy conversado´´, resaltó una fuente de Casa de Gobierno, con una postura claramente en contra de esa decisión. La referencia concreta es al viaje relámpago que realizó el ministro de Economía, Amado Boudou, la semana pasada a Washington para entrevistarse con el número dos del FMI, John Lipsky. Fue un viaje de sólo siete horas y gran parte de esa mínima estadía en la capital del norte la consumió esta reunión. La explicación oficial sobre ese viaje sorpresivo fue que debía participar y firmar la designación oficial del nuevo representante argentino ante el organismo, Alejandro Mac Laughlin, un argumento que no convenció a nadie.
Tal es así que luego usó una frase otra vez poco feliz para demostrar lo contrario. "No nos bajamos los pantalones frente al FMI", dijo el ministro.
Sin embargo, se sabe que en la prolongada reunión con Lipsky se acordó el tema del inicio de la elaboración del nuevo IPC y comenzar de a poco, y en forma secreta, una revisión de las cuentas macroeconómicas de la Argentina, tal como lo pide el Artículo IV que conforma el estatuto del FMI. "El tema es que no va a haber nunca un anuncio sobre eso, ni sobre otros roles que podría desempeñar el Fondo", admitieron en el gobierno.
"Fue todo muy de golpe, todos los hechos separados por pocos días. Es decir: el anuncio oficial de la propuesta del Club de París de iniciar conversaciones para arribar a un acuerdo, luego el viaje de Boudou a Washington y, ahora, la participación que van a tener funcionarios del FMI en la elaboración del Índice de Precios al Consumidor", señaló la fuente de Casa de Gobierno.
El punto central es que dentro del gobierno algunos funcionarios y asesores no ven para nada bien que se haya permitido el reingreso del FMI a la economía local.
Esos funcionarios resaltan que, por más explicaciones que se den y que se le busque quitar cualquier connotación política, lo cierto es que va a haber técnicos del FMI trabajando conjuntamente con Economía y con el Indec. Y puntualizan que "está claro que esto no hubiera ocurrido si viviera Néstor Kirchner".
La pregunta obligada es: ¿era imprescindible convocar a técnicos del FMI para elaborar un nuevo Índice de Precios al Consumidor a nivel nacional? La respuesta, según algunos especialistas, es negativa, tal como lo definió Graciela Bevacqua, ex directora del Índice de Precios del Indec, desplazada por la intervención de Guillermo Moreno.
"En realidad aquí hay gente muy capacitada para elaborar ese índice. Basta sólo con convocar a los técnicos que integraban el staff del Indec hasta hace unos años atrás. De todas maneras, parecería que el objetivo en este caso sería ganar tiempo y dar alguna noción de seriedad sobre índices y un organismo muy cuestionado", puntualizó (ver recuadro). Son varios los especialistas que aseguran que este anuncio forma parte del monitoreo del FMI que vuelve sobre la Argentina, tal lo como lo había solicitado el Club de París. Lo llamativo de esta iniciativa oficial es el cambio drástico de la estrategia de gobierno implementada hasta ahora.
ANTECEDENTES CONFLICTIVOS
Hay que recordar que desde que asumió Néstor Kirchner como presidente en el año 2003, la relación con el FMI siempre fue muy conflictiva.
Todavía están muy frescos los recuerdos de una dura negociación por un nuevo acuerdo con el Fondo, entre el 2003 y el 2004, que finalmente nunca se cerró, ya que el ex presidente consideraba que eso era entregar el país a políticas que habían fracasado en los 90.
En sus discursos, el ex presidente siempre fue muy crítico con el FMI. A tal punto fue así que a principios de enero del 2006 se resolvió cancelar la deuda que la Argentina mantenía con ese organismo, que llegaba a 9.500 millones de dólares.
Claro que para ello tuvo que desprenderse de un ministro de Economía sumamente reconocido como era Roberto Lavagna, quien estaba en contra de adoptar esa decisión.
A partir de allí las críticas se hicieron mucho más ácidas por parte de Kirchner contra los organismos, a la vez que recurría a otras alternativas de financiamiento, especialmente al gobierno del presidente Hugo Chávez, de Venezuela, el cual le llegó a cobrar a la Argentina una tasa de casi 15%, la más elevada que pagó el país y, por supuesto, considerablemente más alta de lo que hubiera cobrado el organismo multilateral. A partir de allí comenzaron los problemas con las cifras de inflación y hacia mediados del 2006 la gestión kirchnerista no aceptó más la revisión de la economía argentina en función del Artículo IV del FMI.
En el medio, siempre hubo algún que otro amague de acercar posiciones, pero hasta el final de sus días Néstor Kirchner se mantuvo firme contra el Fondo, algo que parece que ahora empieza a ser distinto.
Fernando Nolé
Agencia Buenos Aires