El peronismo siempre se autodefinió como un movimiento. De ahí su justificación para poder pasar de ser un gobierno liberal a otro netamente intervencionista en sólo un par de años. No hay ideología, hay pragmatismo.
La mística que se quiere imponer en cada uno de sus gobiernos es totalmente ficticia si tenemos en cuenta su propia definición movimientista. Hoy están acá... mañana allá.
Pero esta última decisión de permitir al FMI que intervenga en los números de la economía genera muchos cortocircuitos internos entre sus seguidores. La militancia, los ciudadanos afines al gobierno y los intelectuales que defienden las acciones oficiales no encuentran explicación a semejante giro en la política interna. En más de una oportunidad se escuchó esta semana el murmullo en los fríos pasillos de la Casa Rosada: "Con Néstor esto no hubiese ocurrido".
Pasar del odio al amor en tan poco tiempo genera cierta esquizofrenia. Algo muy difícil de digerir para gran parte del movimiento que hoy abraza la causa bolivariana.
CFK, por ahora, mantiene un cauto silencio.