l esquema financiero mundial parece estar cambiando y los indicios de ello son cada vez más significativos.
No es la primera vez que sucede en la historia de las relaciones comerciales internacionales. Sin embargo, en esta oportunidad pareciera ser de mayor envergadura: se está poniendo en juego la continuidad del dólar como moneda de reserva y de referencia a lo largo y ancho del globo, teniendo en cuenta que existe una moneda alternativa que tiene las herramientas para desafiar a la divisa norteamericana.
Así, China parece estar tomando el rol que le ofrece este nuevo escenario mundial. Es la primera vez que realiza declaraciones oficiales directas contra la política monetaria norteamericana. Más aún, hasta la semana pasada era común encontrarse sólo con continuas críticas del gobierno de Estados Unidos respecto del tipo de cambio controlado y subvaluado que lleva a cabo el país que concentra casi el 20% de la población mundial.
"Porque la emisión de dólares en Estados Unidos está fuera de control y los precios internacionales de las materias primas siguen en alza China está siendo atacada por una inflación importada", dijo Chen Deming, ministro de Comercio chino, según la agencia de noticias Xinhua.
Con la necesidad de impulsar una política expansiva, Estados Unidos optó por ampliar su oferta de dólares sin la contrapartida que debería existir en su demanda y con la necesidad de devaluar la cotización de la divisa para recomponer el nivel de actividad económica interna que hace meses no logra retomar la trayectoria del crecimiento.
Los mercados reaccionaron amparándose en lo que los agentes creen que será una alternativa más segura: las materias primas, presionando así al alza de sus cotizaciones.
China, en su condición de importador de esos bienes primarios, comenzó a sentir las consecuencias en sus precios internos. La economía de mercado está invadiendo la estructura interna de ese país que por mucho tiempo quiso permanecer al margen de las reglas que se imponían en el resto del mundo y que ahora le generan una inflación que alcanzaba a septiembre pasado el 3,6% anual.
Preocupado por esta reacción de los precios, el gobierno chino decidió, a contramano del resto de los principales bancos centrales, aumentar sus tasas de interés, en un intento de enfriar los motores de la gran máquina oriental.
el grupo de los 20
El resto de los países, tanto desarrollados como en desarrollo, también se ve afectado por este cambio de equilibrios mundiales.
Sus monedas se aprecian y sus exportaciones sufren al ritmo de sus economías, que intentan recuperarse de las consecuencias que la crisis subprime les dejó, predicando por una devaluación que haga más competitivos sus productos.
Pero la tensión no puja para un solo lado. Hay que tener en cuenta que el 35% de las reservas chinas está denominado en dólares y que toda devaluación de esta moneda afectará inevitablemente la economía china.
Estas tensiones fueron puestas sobre la mesa de la última reunión del G20, en la cual Europa debió ceder dos bancas para darle mayor reconocimiento a China. Sin embargo en el encuentro no se lograron acuerdos sobre posibles alternativas de salida a esta compulsa de cotizaciones de las principales divisas internacionales.
Lo único que sí convalidaron fue la necesidad de coordinación de políticas.
Desde un sector del G20, dominados por la ley de la libre oferta y demanda, la idea sería proponer un sistema de flotación libre, donde no haya intervención estatal en el intercambio de divisas.
China, en cambio, concebiría una coordinación basada en la idea de que la economía debe estar bajo la mano del Estado. El gigante asiático propondría establecer, por ejemplo, una banda de flotamiento entre las divisas más importantes (dólar, euro, yen y libra esterlina) para coordinar intervenciones multilaterales cada vez que esas monedas se salgan de la banda. Para ello el yuan lentamente tendría que salir del ancla que tiene sobre la cotización del dólar, de modo de lograr la flexibilidad necesaria para alcanzar la banda propuesta.
Así se conseguiría una mayor estabilidad en el sistema y se disciplinaría a todos los emisores de las divisas internacionales.
El telón del nuevo escenario del comercio internacional recién se abre y los participantes apenas comenzaron a mostrarse. Les queda toda la obra para definir cuál será el desenlace. (Redacción Central)