Fundación Mediterránea volvió al centro del escenario económico. A dos décadas de su etapa de oro -y también del programa que todavía le cuesta críticas- los investigadores de la institución cordobesa presentaron un plan de largo plazo que esperan que sea analizado y tomado en cuenta por futuros gobiernos.
En la celebración del 33º aniversario realizada en la ciudad de Córdoba, su presidente, Martín Amengual, calificó el proyecto de un aporte "a la sociedad y, fundamentalmente, a la clase política" con la premisa de "encontrar soluciones y no culpables".
Aunque los economistas prefieren despegarse del plan que ejecutó Domingo Cavallo, admiten que "no hay que tirar todo a la basura", aunque apuntan a que hoy el país requiere una política opuesta que "marque un rumbo estable y que contemple las fortalezas del país para incorporarnos exitosamente a la globalización".
Jorge Vasconcelos, Gustavo Reyes, Marcelo Capello y Hernán Ruffo son los responsables de explicar, desde el Instituto de estudios sobre la realidad argentina y latinoamericana (Ieral), los principales aspectos de la nueva propuesta, que parte de diagnosticar que hay un largo proceso de "estancamiento relativo".Por ejemplo, mientras en los últimos 60 años la evolución del PBI per cápita argentino se multiplicó por dos, el del resto del mundo lo hizo por 3,5. También cayó la participación de los productos argentinos en el comercio mundial: pasó del 0,45 al 0,40% desde 1970. Reyes plantea que, si bien no existen "recetas únicas" para el crecimiento económico, se tienen que dar tres alternativas (solas o combinadas).
Las alternativas serían: emplear más trabajo, acumular más capital y mejorar la tecnología.
"La clave son los incentivos. Sólo se va a contratar más alguno de esos tres ítems en la medida en que se espere tener un mayor beneficio. Hoy eso no se produce", subraya. Por supuesto, también pesan factores como la educación, la salud, el gasto público ("debe haber inversión productiva"), la apertura de la economía, el respeto por la ley, la democracia y la facilidad para hacer negocios.
La contracara, lo que afecta negativamente, pasa por la inflación, la inseguridad y las distorsiones en los precios de los bienes.
Reyes analiza tres casos -el de los tigres asiáticos, el de Chile y el de Irlanda- que tienen como elemento común un entorno macro estable y los incentivos para la producción y la inversión. Como punto flojo apunta que todos tuvieron crisis financieras "y no tenían políticas anticíclicas para reducir el impacto. De eso también hay que aprender. En épocas de vacas gordas hay que ahorrar. Nosotros hemos perdido esa oportunidad".
Exportaciones ancladas
Vasconcelos plantea que pese a que desde el 2003 la actividad económica argentina registra una importante recuperación -salvo entre el 2008 y el 2009, cuando cayó en recesión- el país "no tiene una performance extraordinaria. Nuestra participación en el PBI mundial es hoy similar al del 2000 y, pese a la mayor demanda de commodities, nuestra participación en las exportaciones globales sigue estancada. Hay tareas pendientes en materia de estrategia económica, por eso no aprovechamos las oportunidades".
En el caso de las exportaciones, el economista sostiene que, no obstante los elevados precios de las materias primas y el tipo de cambio alto, Chile y Brasil crecieron por encima de la Argentina. También subraya que el impacto de las retenciones en el proceso de industrialización fue bajo: el sector industrial tiene una participación del 16% en el PBI, cuando en países comparables es del 25%.
"Hoy Brasil tiene los mismos problemas de competitividad que la Argentina, pero nosotros estamos protegidos por ellos. El problema es si hay una devaluación brasileña. Tenemos que seguir el esquema chileno de política fiscal responsable y tasa de interés baja que evitó la mitad de la apreciación de Argentina y Brasil", enfatiza Vasconcelos y apunta que en ese contexto crecieron las políticas proteccionistas, a las que considera un error: "No es correcto pensar que la salida sea la sustitución de importaciones. Ese esquema dio mejor resultado en Brasil y en México que acá por el tamaño de esos mercados. Las inversiones tienen escala; acá no, y eso genera problemas de competitividad".
Los mediterráneos advierten la necesidad de potenciar el Mercosur en su doble rol de mercado ampliado y de herramienta para negociar con terceros mercados e impulsan un "cambio de mentalidad" que consiste en entrenarse para vender el sector privado, además de insistir en que el gobierno debe superar la falsa contradicción entre mercado interno y externo. "Argentina tiene un problema de escala. China es interesante, pero el 90% de las empresas no podría cumplir con pedidos para ese destino. Hay que regionalizar las relaciones comerciales, apuntar a economías muy dinámicas", grafica Vasconcelos.
Para el Ieral una alternativa es crear un instituto nacional de exportaciones que venda sus servicios a precios subsidiados y que asesore a las empresas para alcanzar mejoras de productividad y de competitividad.
Respecto de la financiación, indican que un shock de baja de riesgo país la facilitaría. "Todos los países de la región, menos nosotros, resolvieron el problema de no tener préstamo en moneda local a largo plazo", dice Vasconcelos.
Federalismo fiscal
Capello enfatiza que la Argentina no puede postergar más la reformulación de su federalismo fiscal, que va más allá de la discusión de una nueva ley de coparticipación. A modo de ejemplo, indica que aunque se viene intentando redistribuir ingresos a través de la coparticipación las diferencias se fueron ahondando. Hace veinte años las cinco provincias más ricas producían 3,8 veces más que las cinco más pobres; hoy la brecha es de 5,5.
El investigador asegura que aquellas jurisdicciones que reciben más coparticipación por habitante derivan esos recursos en una mayor contratación de trabajadores estatales, además de que su infraestructura no crece: "El empleo público excesivo es una traba para los sectores productivos transables".
Señala que hay que gastar mejor; dirigir los recursos a los sectores competitivos de la economía y avanzar hacia un sistema tributario ordenado "que no sea una carga excesiva".
Hoy la Argentina, con el 31% del PBI de presión fiscal, es la segunda en la región, después de Brasil (36%). Chile tiene el 21%.
Para graficar su tesis dice que en los últimos cuatro años el país recaudó 145.000 millones de pesos más de lo estimado, "pero no priorizó el uso de ese excedente fiscal hacia áreas estratégicas". Una opción -señala- es tomar los impuestos distorsivos como pagos a cuenta.
Por su parte González Fraga enfatizó que el oficialismo mantendrá las políticas fiscal y monetaria expansivas, alentando el consumo, aunque signifiquen "pocos puntos de crecimiento adicional, pero sí muchos de inflación. Claro que a los precios también los ayudan las políticas intervencionistas en algunos mercados, como el de la carne".
Bastos: "Para eliminar subsidios hay que reducir los impuestos"
El ex secretario de Energía de la Nación e ideólogo de la reforma del sector en la Argentina durante los 90 Carlos Bastos enfatiza la necesidad de sincerar las tarifas, lo que significa -a su criterio- multiplicar por cinco los actuales precios. En diálogo con "Río Negro" advirtió que "para que los precios y las tarifas vuelvan a estar relacionados con los costos económicos" son varios los aspectos que hay que atacar, como el manejo de los subsidios generales y los destinados a personas, la normalización de los entes reguladores y las garantías para que los contratos a largo plazo se cumplan.
-¿Cuál es hoy la situación del mercado energético?
-Hay problemas serios, como ya se viene viendo, y van más allá de las temperaturas. Habrá un déficit de 15.000 millones de metros cúbicos de gas, lo que equivale a 40 millones de metros cúbicos diarios. En ese contexto no queda otra que importar. La magnitud del problema hace que no sea simple resolverlo.
-¿Cuáles son los cambios que habría que introducir en el corto plazo?
-Lo primero es abandonar la política de los últimos años, dejar de lado la intervención sobre los precios y sobre la inversión. Con este esquema lo que no se paga con tarifas se paga con impuestos. Es mejor sincerar el modelo.
-Eso significaría un aumento muy fuerte…
-Si se quiere volver a los precios de mercado no hay otro camino que revisar los subsidios y rearmar los contratos de concesión. Tienen que ser acuerdos de largo plazo y con garantías de que se cumplirán. Eliminando los subsidios, por ejemplo, en el gas los valores podrían ser cuatro veces más altos para los clientes residenciales. Pero si se quitan los subsidios hay que reducir los impuestos. Por ejemplo, se podría bajar el IVA al 16%.
-¿Dejaría algún tipo de subsidio?
-Sí, por supuesto. Pero hay que darlos a la persona y no en forma generalizada. Ese modelo es mucho más complejo, es cierto, pero es la manera de subsidiar a quien lo necesita. Si no, el dinero llega a quien podría afrontar una tarifa más alta. Reducir impuestos es ayudar a la actividad económica, sostener la dinámica económica. Lo que no se puede hacer es aumentar las tarifas y dejar los impuestos como están, hay que bajarlos porque ese nivel de dinero es el que hace la diferencia.
Para Ferreres en el 2011 se crecerá menos
El ex viceministro de Economía de la Nación Orlando Ferreres proyecta que en el próximo año la economía argentina crecerá menos que en el 2010 (siete por ciento) para recuperar un ascenso más pronunciado a partir del 2012. En conversación con "Río Negro" planteó que "el viento de cola hoy es menos favorable" para la Argentina, aunque aclaró que el país depende más de China e India que los países desarrollados: "Ellos, los que nos compran, andan bien. Lo mismo que Brasil". El economista disertó en el 33º aniversario de Fundación Mediterránea.
-¿Cuáles son los frentes de la economía que más le preocupan?
-Básicamente, que la inversión reproductiva no crece como debiera y eso termina alentando la inflación porque la recuperación de algunos sectores no alcanza para atender la demanda. Querer aumentar así el consumo no es sostenible. No es que la inversión reproductiva no crezca; hoy está un 20% por arriba del 2009 pero todavía está un 17% por debajo del 2008. Esto afecta el crecimiento de la economía.
-¿Cree que el gobierno terminará atacando la inflación o seguirá sin modificar su política?
-Dibujar las cifras del Indec tiene un costo. La gente no sólo no cree que los precios suban al 9% como dice el gobierno; tampoco cree que la inflación sea del 21%, como proyectan las consultoras privadas. Cree que es del 30% y actúa en consecuencia. Habría que poder bajar la inflación a una banda de entre uno y cinco por ciento para acercarnos más a Brasil que a Venezuela. No veo que haya una política antiinflacionaria, incluso se sigue alentando el consumo. Hay un crecimiento excesivo del circulante, a punto tal que ya se ampliaron las metas del Programa Monetario.
-De todos modos, se muestra moderadamente optimista...
-Es que los países emergentes, de los cuales dependemos más que de los desarrollados, vienen creciendo razonablemente bien. Es el caso de China, India y Brasil. De todos modos, en general, el año que viene la recuperación será más pobre y es posible que la Argentina crezca menos que este año. Pero para el 2012 y el 2013 espero una expansión muy buena. Tenemos condiciones similares a las de 1880, con un mundo que demanda lo que nosotros producimos.
-Los empresarios cada vez están más inquietos por el tipo de cambio, ¿qué espera en el mediano plazo?
-No veo grandes cambios. A fin de año el dólar apenas superará los cuatro pesos. Tenemos que seguir de cerca a Brasil porque nos golpearía mucho una eventual devaluación. Con el real a 1,7 hay que pensar que podría haber una depreciación y eso impactaría fuertemente.
González Fraga: "No veo espiralización de la inflación"
Ex presidente del Banco Central, Javier González Fraga fue uno de los más duros con la política del gobierno nacional. Sin embargo, admitió que salvo "torpezas muy grandes" no ve que los problemas se agraven antes de las próximas elecciones.
"Este plan puede no gustarme, pero nunca diría que es incoherente. Es consistente con los objetivos electorales. La situación podría complicarse si la Niña es fuerte y disminuye significativamente la cosecha, si la fuga de capitales supera los dos mil millones de dólares por mes o si Brasil devalúa".
Aunque -como a todos sus colegas- le preocupa el nivel de la inflación, no proyecta que se vaya a disparar: "Tienen que ser muy torpes para que el dólar paralelo salte, no lo van a permitir y, sin eso, los riesgos se acotan. Este año apenas superará los cuatro pesos; el gobierno bajó el nivel de devaluación y los mercados esperan que la divisa siga quieta".
Insistió en que es una "suerte ser vecinos de Brasil. Es una aspiradora. Además, que el dólar allá esté a 1,72 reales nos permite que acá esté a cuatro pesos y ese dato genera calma entre los industriales que comercian con los brasileños. Temblaríamos si ellos devaluaran".
GABRIELA ORIGLIA