La fuerte recuperación de la competitividad que experimentaron la industria y el campo argentino luego de la salida de la convertibilidad parece haberse perdido casi por completo e incluso empeorado, según algunos estudios que abordaron en profundidad este tema.
Una de las variables que se toman en cuenta para saber si un país es competitivo con sus productos en el exterior es el tipo de cambio real multilateral (TCRM). Este indicador (ver definición en recuadro aparte) determina si nuestra oferta exportable puede competir en los mercados internacionales.
Una de las quejas que se vienen escuchando desde hace tiempo tanto en el sector industrial como en el agro y las economías regionales es que la paridad cambiaria en la Argentina se encuentra retrasada en relación con el resto de las variables de las distintas industrias. "Hoy con insumos y salarios creciendo arriba del 20% en dólares, una paridad a 3,95 está lejos de ser competitiva", protesta la Unión Industrial Argentina (UIA) a través de uno de sus referentes.
El gobierno, con poco margen de maniobra para devaluar el peso argentino y así dar una mayor competitividad a la industria y el agro, se escuda en sus estadísticas oficiales.
Según los datos dados a conocer por el Banco Central de la República Argentina (BCRA), la competitividad del tipo de cambio sigue siendo alta: se ubica un 27% arriba del 2003 a la fecha.
Sin ir más lejos, la ministra de Industria de la Nación, Débora Giorgi, aseguró esta semana durante un congreso en Santiago del Estero que el tipo de cambio actual es "competitivo", al tiempo que afirmó que el gobierno no aceptará presiones. "El tipo de cambio en la Argentina es perfectamente competitivo y lo muestran todas las series históricas, ya sean de tipo de cambio multilateral o medido contra el dólar o el real", señaló.
Lo que Giorgi no dice es que los indicadores que considera el gobierno están basados en estadísticas subestimadas por el Indec. Esto sin dudas lleva a informar sobre escenarios que muchas veces poco tienen que ver con la realidad.
Es así que las estimaciones privadas sobre el TCRM presentan un gran desvío respecto del calculado por el BCRA.
Uno de los últimos informes elaborados por la consultora abeceb.com muestra cómo la oferta exportable argentina a través del TCRM experimentó una fuerte pérdida de competitividad -del orden del 19%- del 2006 a la fecha, mientras que el mismo indicador tomado por el BCRA arroja una conclusión totalmente opuesta: una depreciación (ganancia) del TCRM del orden del 13% para el mismo período de análisis.
¿Por qué tanta diferencia?
Desde el sector privado continúan las protestas sobre la falta de competitividad de muchos productos hoy, con un dólar a 3,95 pesos. La fruticultura del Valle es una de ellas.
Sin embargo, el gobierno insiste en que no existe tal pérdida de competitividad y en que hoy la paridad a 3,95 es altamente competitiva para la industria y para el agro.
La diferencia entre ambas posiciones puede entenderse en la base estadística sobre la cual se calcula el TCRM. El BCRA parte de los datos que publica periódicamente el Indec sobre la evolución de precios (una de las variables que se consideran para el cálculo del TCRM), cuya veracidad en los métodos utilizados es cuestionada por analistas locales e internacionales. Mientras tanto, la consultora privada, en este caso, incorpora al cálculo el índice de precios relevado por abeceb.com.
Sencillo: mientras que el gobierno esconde la inflación y muestra un crecimiento de precios del orden del 10% anual para este año, todas las estadísticas privadas aseguran que este indicador se ubicará en torno al 25% anual para el cierre del 2010. La subvaloración de los precios es lo que termina por dar en la fórmula para determinar el TCRM una paridad competitiva. Pero la realidad no es la versión oficial.
Las mismas reglas del modelo propuesto por el gobierno nacional están debilitando la "competitividad sistémica del modelo productivo nacional iniciado en el 2003" a la que alude en sus discursos Débora Giorgi.
El atraso cambiario, producido por el sostenimiento de un tipo de cambio flotante "cuasi fijo" y acompañado por un proceso inflacionario -no reconocido oficialmente-, atenta contra la necesidad de traspasar la barrera de la recuperación industrial para iniciar un proceso de desarrollo a largo plazo, señala la UIA. Con el sector del agro ocurre algo similar.
Precios Internos
Cuando se observa la evolución que tuvo el tipo de cambio nominal desde el 2006 a la fecha, de acuerdo con las estimaciones privadas, éste se devaluó tanto contra el dólar (-29%) como contra el euro (-37%) y el real (-60%). Sin embargo, este efecto positivo sobre el nivel de competitividad externa que generó la devaluación (otra de las variables para el cálculo del TCRM) fue más que compensado por el aumento del nivel de precios internos.
La tendencia registrada por las estimaciones privadas indica que Argentina sufrió un aumento de precios mayor que los que registraron sus principales socios comerciales. En nuestra economía, durante el período analizado el IPC -para los privados- escaló un 92%, alza mucho mayor que la registrada por ejemplo en Brasil -del 22%- y, obviamente, también mucho más alta que la que muestra el Indec.
Es así cómo, combinando ambos efectos -devaluación y precios- y ponderándolos por la participación de los principales socios comerciales argentinos (ver recuadro aparte), el TCRM estimado por abeceb.com -y por otras consultoras-, además de divergir respecto de la trayectoria planteada por la serie publicada por el BCRA (ver infografía), muestra una brecha cada vez mayor a partir del 2006. Ese año el gobierno nacional impuso una nueva metodología en el Indec para calcular el aumento de precios experimentado por la economía argentina.
La distorsión del verdadero cálculo de inflación por parte del organismo oficial produce también una distorsión de las variables que dependen de aquella estadística.
En términos bilaterales (donde se aprecia la relación entre dos economías) Argentina pierde competitividad contra todos sus socios comerciales, según afirma abeceb.com (ver infograma).
"Desde el 2006 a la fecha, el tipo de cambio real bilateral se apreció un 27% contra Estados Unidos, un 29% con respecto a la Unión Europea y un 5% con respecto a los bienes brasileños. Otro tanto ocurrió con México (35%), Reino Unido (11%) y Rusia (10%). La única excepción fue Uruguay, que registró una apreciación real del 3%", se afirma en uno de sus párrafos del estudio elaborado por la consultora.
Pero no se deben dejar de mencionar algunos factores externos que permitieron amortiguar la pérdida de competitividad de nuestra economía.
En el caso particular de Brasil, el principal socio comercial de Argentina, el real experimentó una apreciación de casi el 30%. La moneda pasó de cotizar a 2,27 reales por dólar a principios del 2006 a 1,77 reales por dólar en la actualidad. Este factor externo permitió mantener una relativa estabilidad comercial, alcanzando la apreciación real bilateral (pérdida de competitividad para la Argentina) sólo el 5%, coyuntura que permite garantizar una relativa posición sobre ciertos productos, como la oferta de automóviles, en la economía del país vecino.
Carolina Zilvestein
czilvestein@rionegro.com.ar
Javier Lojo
jlojo@rionegro.com.ar
¿Por qué no se devalúa?
Los empresarios argentinos solicitan desde hace tiempo una modificación en el tipo de cambio para recuperar competitividad en los mercados externos. Una devaluación permitiría, también, reducir la presión de los costos internos (en pesos) que hoy tienen algunas de las actividades.
Desde el gobierno existen dos argumentos para no dar lugar a este pedido.
De acuerdo con el primero de ellos, una devaluación no tendrá los efectos deseados por los empresarios; la mejora inicial se perderá ya que una parte muy importante de esta devaluación se trasladará a los precios. Por lo tanto, una medida como la exigida por los empresarios no sólo no solucionaría el problema de competitividad sino que generaría una mayor presión sobre la ya alta inflación existente.
El segundo argumento es netamente electoral. El gobierno no permitirá un deterioro del salario real de los trabajadores en un año electoral. Lógica política.
Pero la lógica económica también muestra que con la pérdida de competitividad de nuestra oferta exportable menor será nuestro comercio, menos dólares ingresarán al país y menor trabajo existirá para los próximos meses, un dato que los políticos también deberían evaluar.
Pero existe un contexto internacional que ayuda al gobierno a seguir defendiendo su modelo. Los buenos precios de la soja en los mercados mundiales y la tracción que hace Brasil por la demanda de determinados productos ayudan a mantener una balanza comercial positiva y seguir acumulando dólares por parte del BCRA.
Los efectos que generan estos factores externos positivos en nuestra economía son tomados por el gobierno nacional y atribuidos como logros propios del modelo.
Está claro que mientras siga el boom de la soja en los mercados internacionales el gobierno argentino contará con dólares suficientes para poder "ayudar" a otras actividades que están perdiendo competitividad por el retraso cambiario.
Sin embargo, la distorsión que exhiben los precios relativos en este modelo oculta una situación que podría generar importantes trabas al crecimiento económico y a la generación de empleo.
La administración K asegura que tiene "todo bajo control", por lo menos hasta mitad del próximo año.