Dos gigantes de internet generaron todo tipo de protestas al colgar un breve documento en sus respectivas páginas web. El texto destacaba una propuesta conjunta "en defensa de un internet abierto". Las dos empresas en cuestión: el buscador Google y Verizon, una de las principales compañías de telecomunicación de Estados Unidos. El revuelo generado tiene que ver con las matizaciones que en el texto hacen estas dos empresas al concepto de "neutralidad de la red", concepto que entiende que los operadores de telecomunicaciones no pueden discriminar contenidos o servicios que transiten por sus redes dando prioridad a unos sobre otros.
El movimiento por la neutralidad de red, liderado hasta ahora por los grandes buscadores como Google, defiende que este principio es fundamental para mantener la libre competencia, la innovación y la libertad de los usuarios. Sus detractores, encabezados por las empresas de telecomunicaciones, argumentan que lo que los activistas por la neutralidad llaman "libre competencia" es en realidad la usurpación de la gestión de sus recursos.
Comparación
El principio de neutralidad de red se asemeja a una norma que permitiera a los dueños de los centros comerciales cobrar una entrada (tarifa plana) a los clientes que visitaran el centro pero no pudieran pedir alquiler por el uso de los locales comerciales a las empresas que se instalaran allí para vender sus productos.
En virtud de este principio igualitarista, el dueño del centro no podría gestionar sus activos. No podría decidir, por dar un ejemplo, qué empresas se instalarían ni si podrían hacerlo más cerca o más lejos de la entrada. Mientras el centro comercial sea tan grande que quepan todas las empresas que quieran instalarse y todos los visitantes que quieran entrar sin llegar a estorbarse, todo irá más o menos bien. El dueño del centro habrá perdido su capacidad para determinar el tipo de centro que quiere ofrecer pero el sistema será viable desde un punto de vista estrictamente operativo y de corto plazo.
El principal problema surgirá desde el momento en que el espacio empiece a escasear. ¿Quién gestionará en ese momento la entrada y los escasos metros cuadrados disponibles para instalarse? ¿Lo harán los propietarios o un tercero? ¿Quién invertirá en ampliar el centro?
Mientras la red fue relativamente grande, en relación con su uso, la idea de neutralidad era viable. Como su uso creció exponencialmente y existe una fuerte presión sobre el recurso que todos utilizan, la idea de neutralidad se vuelve en contra de los proveedores de contenidos más competitivos y del consumidor.
Pues bien, Google y Verizon, el buscador y el telecomunicador, matizaron su apoyo al principio de neutralidad. En el quinto punto del comunicado conjunto proponen que a través de la banda ancha, además del acceso a internet, se puedan ofrecer nuevos servicios en los que el proveedor sí pueda priorizar.
A los activistas por la neutralidad todo esto les parece horrible. Ven que el centro comercial está abarrotado y que pronto será molesto acudir a él. Sin embargo detestan flexibilizar su principio igualitarista y su solución pasa por obligar a las empresas propietarias de la red a que inviertan en nuevas instalaciones aunque no sea rentable hacerlo en el marco de una neutralidad que pretenden imponer. Exigen que sea el Estado el que, bajo su influencia y a través del regulador, dicte cómo será la internet del futuro.
Está claro que las presiones por imponer un marco regulatorio en internet son cada vez mayores. Sin embargo, no están definidos los mecanismos para lograr este objetivo sin afectar la libertad de internet.
(Expansión/Redacción Central)