A pesar del "fuerte crecimiento económico" registrado en la Argentina entre el 2003 y el 2009, su mercado de capitales mostró "un grado de desarrollo inferior al de otros países de la región", de acuerdo con un estudio de Gastón Ayerbe, Mauro Blanco y María del Rosario Bongiorno, de la Coordinación de Seguros y Mercado de Capitales de la Subsecretaría de Servicios Financieros del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas. Lo atribuyeron fundamentalmente a:
1) La hiperinflación de 1989/90 y las crisis local del 2001/02 e internacional del 2008, que provocaron el retiro de empresas de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires (BCBA), en ciertos casos por quiebras y en otros por las transnacionales que pasaron a controlarlas -como ocurrió con varias de las privatizadas de servicios públicos- y prefirieron cotizar en el extranjero (en los 90, aquí se otorgó libertad a los movimientos de capitales durante la convertibilidad, pero el intento no se prolongó demasiado). Hubo entonces menos empresas cotizantes, disminuyeron los volúmenes negociados (por poca liquidez) y se concentraron más los negocios entre las que conforman el Merval (principal índice bursátil del Mercado de Valores de Buenos Aires).
2) El desconocimiento existente del mercado de capitales y cierta reticencia de los dueños de las firmas a abrirlas y aceptar los controles de terceros, como en algunos países, por ejemplo los sajones. Parte de las mismas tiene una estructura familiar y se maneja de manera informal. Uno de los "argumentos" que impidieron el desarrollo del mercado de capitales fue que "invertir en la bolsa es como jugar a la lotería" y no se la concibe como "una herramienta para canalizar el ahorro a través de distintas alternativas de inversión que tengan en cuenta la mejor relación riesgo-rendimiento posible".
3) La confianza, cuya construcción requiere "un horizonte de largo plazo", y la necesidad de una regulación que "minimice las asimetrías de la información, asegure la transparencia y la protección al inversor y maximice la calidad de gobierno corporativo".
En el contexto actual, Ayerbe, Blanco y Bongiorno remarcaron que los desarrollos en los mercados de capitales de varios países emergentes requieren "programas de difusión y educación y acciones regulatorias focalizadas en darles credibilidad, estabilidad y transparencia". El de la Argentina difiere de otros, aun aquellos de menor tamaño, tanto por la capitalización bursátil de las empresas nacionales -representó el 14,4% del Producto Bruto Interno (PBI), muy inferior al 144,5% de Chile y el 77,6% de Brasil- como por los volúmenes de las transacciones.
Hubo pánico entre los inversores tras la caída de Lehman Brothers a mediados del 2008, reflejado en las bajas verificadas en las bolsas del mundo. Eso se atenuó el año pasado, luego de una serie de fusiones y adquisiciones, más la promesa del gobierno de los Estados Unidos de no dejar caer otros bancos, según la Oficina de Investigación y Desarrollo de la BCBA, que coordina Irene Wasilevsky. A su vez, naciones desarrolladas intervinieron con salvatajes multimillonarios y los bancos centrales elevaron las ofertas monetarias para evitar la iliquidez, acompañándolas con bajas históricas en sus tasas de interés de referencia.
Las subcuentas registradas en la Caja de Valores desde el 2000 hasta el 2010 aumentaron el 69,28%: de 288.435 a 488.254, con un récord en el 2003 de 859.843, atribuido a la incorporación de nuevos participantes como consecuencia del canje de bonos posdefault y el reemplazo de depósitos congelados por instrumentos con negociación bursátil.
La mayor cantidad de cuentas correspondieron a los tenedores locales: 286.556 en el 2000 y 486.905 al concluir el primer semestre del 2010. Mientras tanto subieron las de los extranjeros, aunque desde fines del 2005 mostraron una gradual contracción: 1.879 en el año 2000, pero al disminuir en el citado lapso -28,21%, quedaron en 1.349 al finalizar junio pasado y representaron el 0,27% del total general.
Los títulos públicos, las acciones y los depósitos en moneda fueron los instrumentos más utilizados entre el 2000 y el 2010.
Por una acción del Mercado de Valores (MV), donde actúan más de un centenar de agentes, se pagaron 2,2 millones de dólares y en posteriores transacciones menos de 1 millón. Si una comisión promedio es del 0,5% sobre los volúmenes operados con acciones, se dedujo que los negocios con las mismas deberían ser superiores para que dicha acción del MV alcance una cotización de alrededor de un millón.
Existe una correlación entre el desarrollo del mercado -o el ratio de la capitalización bursátil con relación al PBI- y el crecimiento de la economía. Cuanto mayor es la evolución de esta última, más impulsa la expansión accionaria y facilita a las empresas que concreten sus inversiones.
Tratar que el mercado bursátil esté al alcance de los pequeños y medianos ahorristas fue uno de los pedidos formulados por Amado Boudou, ministro de Economía y Finanzas Públicas, a Alejandro Vanoli, cuando lo designaron presidente de la Comisión Nacional de Valores (CNV). Por el lado de la oferta, se buscaron instrumentos que alentaran a los inversores a dejar de lado el dólar como reserva de valor; por el de la demanda, se previó difusión y capacitación -ante el desconocimiento de la mayoría de los habitantes con capacidad de ahorro acerca de qué es la CNV- y mayor regulación para evitar estafas.
Por supuesto, se consideró importante lograr un mayor desarrollo sectorial, teniendo en cuenta lo reducido del financiamiento, pese a que aumentó en los últimos años y las pequeñas y medianas empresas (pymes) comenzaron a obtener créditos en el ámbito bursátil.
Últimamente, la Administración Nacional de Seguridad Social (Anses) publicitó que canalizó fondos hacia la economía real y el mediano y largo plazo, en tanto aparecieron fideicomisos para infraestructura y servicios públicos y otros inversores, como los bancos, los fondos comunes y las compañías de seguros de retiro. Vanoli incluso mencionó las emisiones de títulos de deuda por algunas empresas y se manifestó optimista respecto de la recuperación de los montos de las obligaciones negociables.
Al mercado argentino lo ubican dentro de los "fronterizos" -como Nigeria, Ghana o Kenia-, cuando los Estados Unidos, el regulador más grande del mundo, admitió públicamente su incapacidad para señalar la causa principal de la "estrepitosa caída intradiaria del Dow Jones del pasado 6 de mayo" y resolvió "remediar el bache informativo que se basa en una regla utilizada de manera preventiva en nuestro mercado bursátil: la suspensión de la negociación de la acción frente al cambio del precio en un 10%", subrayó Adelmo Gabbi, presidente de la BCBA.
Comparado con los precios de un año atrás, el Merval se encontraba el mes pasado cerca del 45% arriba y los bonos del 60%, contra alzas más moderadas en otras bolsas americanas, incluyendo las de los Estados Unidos y Brasil. Un dato no menor para Gabbi era que eso ocurría cuando "la mayoría de las europeas y asiáticas tenían comportamientos negativos".
No por eso dejó de insistir ante la presidenta Cristina Fernández de Kirchner (CFK) en que "el encaje del 30% para el ingreso de capitales nos perjudica" y que sigue pendiente de consideración la situación de empresas que, "como consecuencia del no crecimiento del ajuste por inflación en los estados contables que presentan a la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), muchas veces deben pagar impuesto a las ganancias por ganancias que no tienen?".
En el acto por el 156º aniversario de la BCBA, el 27 de julio pasado, CFK aseguró que "pocos países tienen una economía tan abierta y que permite la inversión extranjera en todos los sectores (...) Ni qué hablar de las compras gubernamentales en donde nuestras licitaciones están abiertas"... De paso, pretendió "desmitificar" que en la Argentina no haya "certeza, seguridad o capacidad de inversión" y opinó que "los capitales no se mueven por cuestiones sentimentales ni de confianza; invierten donde hay rentabilidad, donde pueden extraer ganancias. Ésta es la regla básica de la inversión en el mundo capitalista y está muy bien que así sea, porque en definitiva nadie quiere perder dinero".
Para la presidenta, "suena muy inconsistente y casi para el psiquiatra que, por un lado, un sector esté reclamando que no se aplique encaje al ingreso de capitales -la eliminación del 30%- y, por otro lado, cotidianamente se mencionen las fugas de capitales como uno de los principales problemas de la política económica del país". De cualquier manera, CFK está dispuesta a "discutir todos los mecanismos que se puedan llevar a cabo" y "preservar a todos los sectores", porque "si ingresaran capitales meramente especulativos tendríamos un impacto muy negativo". Incluso le gustaría discutir el reclamo de que "muchas veces las empresas pagan ganancias que no tienen" y reveló que en la AFIP se examina actividad por actividad, sector por sector, pero "cuando vemos los niveles de facturación bruta y los de rentabilidades declaradas, hay algo que no cierra?".