n materia social, si se analiza la distribución del ingreso por medio del Coeficiente de Gini desde el primer trimestre del 2003 al primer trimestre del 2010, el mismo indica una mejoría del 13% (ver infografía). Recordemos que el coeficiente toma valores entre 0 (sociedad igualitaria) y 1 (sociedad con desigualdad extrema).
Este dato indicaría que se vive en una sociedad "un poco más justa", lo que no significa que termine siéndolo.
Un informe del Banco Ciudad destaca que, incluyendo el efecto de la asignación por hijo, en el primer trimestre de este año el 10% más rico de la población concentraba el 32,7% de la suma de los ingresos, mientras que el 10% más pobre absorbía sólo el 1,4%, con un ingreso per cápita familiar medio de $ 164 mensuales. Esto marca una brecha de casi 24 veces en la participación de ambos segmentos en la distribución de la riqueza.
Pero si se habla de oportunidades, entonces el indicador desocupación no debe ser dejado de lado. Éste, durante todo el primer mandato, el de Néstor, mostró una mejoría alentado por el inevitable crecimiento de una economía totalmente deprimida (ver infografía). Pero a partir del 2007 los niveles parecieran haberse estancado. Hace tres años que el nivel de desocupación no baja a tasas importantes y tampoco promete grandes mejorías.
Esto lo confirma la caída de la elasticidad empleo-producto, indicador que mide la reacción del empleo ante cada punto de crecimiento económico. La importancia del mismo radica en que evalúa la capacidad que tiene la economía de generar puestos de trabajo, principalmente si se pronostican tasas de crecimiento del orden del 8%. La elasticidad se redujo 15 veces desde el primer trimestre del 2003 al primer trimestre de este año.
Estos datos empeoran si se contabiliza el mercado de trabajo no registrado, que restringe el acceso del trabajador a una obra social, asignaciones familiares, seguridad social y seguro de riesgo de trabajo, entre otros derechos.
El sostenido crecimiento de precios es otro de los factores que conspiran contra las mejoras en los niveles de pobreza y la distribución del ingreso, por ello se define como uno de los impuestos más regresivos. Nuestra sociedad convive con altas tasas de inflación que siguen golpeando a las clases más bajas, con menores recursos para protegerse de sus efectos.