Dave Sifry, fundador de Technorati, un motor de búsquedas especializado en internet, sabe qué significa ser víctima del algoritmo de Google.
Al igual que muchas compañías que se alimentan de la web, Technorati depende mucho del tráfico que le llega a través de Google. El gigante de internet también se convirtió en un competidor desde que lanzó un servicio propio de búsqueda de blogs internos, el mismo mercado de Technorati. En varias ocasiones la posición de la empresa en los resultados de búsquedas de Google cayó en forma abrupta, lo que golpeó directamente su negocio, contó Sifry.
"Definitivamente nos penalizaron", dijo refiriéndose al descenso. Contó que no sabe si su compañía fue identificada para recibir un tratamiento especial o si es víctima de un cambio general en la tecnología que emplea el gigante.
Google tiene un tremendo poder para favorecer o derribar negocios en el ciberespacio. A través de su algoritmo secreto, que determina qué páginas se muestran con mayor prominencia en sus resultados de búsquedas, puede generar una inundación de tráfico hacia otros sitios.
Ese poder se debe a que cientos de miles de cibernautas confían en los resultados de búsquedas de la compañía. Tal como les encanta recalcar a los ejecutivos de Google, la competencia está sólo "a un clic de distancia", no hay nada que impida a los usuarios buscar en otro lugar. Pero el considerable poder que ejerce Google también despierta resentimiento y malestar.
"Realmente tiene un masivo control sobre muchas compañías", señaló Mike Kwatinetz, socio de Azure Capital, una firma de capital de riesgo de Silicon Valley. "Conozco empresas cuyo tráfico cayó un 50% en un mes. Algunas saben que están en el banquillo y están tratando de salir, pero simplemente no saben cómo".
Una señal de ese malestar es la demanda iniciada por Barry Diller. El presidente del sitio de viajes Expedia asegura que Google está otorgando una injustificada preferencia a sus propios servicios. Las incursiones que hizo el gigante en nuevos servicios especializados como turismo están generando mayor preocupación.
Los temores se extienden más allá del comercio. "Es una cuestión de política cultural", comentó Siva Vaidhyanathan, profesor adjunto de estudios sobre medios en la Universidad de Virginia. "Google tiene mucha influencia sobre lo que nosotros descubrimos, leemos y creemos".
Con tanto en juego, no sorprende que hayan empezado a surgir resentimiento por el poder que ostenta Google.
Incentivada por tres demandas, la Comisión Europea inició este año una investigación informal.
Mientras tanto, un regulador antimonopólico francés se convirtió el mes pasado en el primero en tomar medidas contra el servicio de publicidad que brinda Google en sus búsquedas y le ordenó al gigante de internet reincorporar a un anunciante que había sido excluido de su sistema.
El masivo éxito de Google explica por qué se está prestando tanta atención a cómo funciona su principal algoritmo, que es el que ordena los resultados de las búsquedas. Quizá otros motores de búsqueda operen de la misma forma, pero no tienen la influencia de Google.
La mayoría de los sitios web genera el 50% de su tráfico a través de Google, comentó Richard Jalichandra, CEO de Technorati. Por lo tanto, cuando Google cambia su algoritmo de forma tal que un único sitio o una clase de sitios empieza a verse bastante más abajo en el orden de aparición, y el perjuicio puede ser significativo.
Ése fue el caso con el tratamiento que Google les dio a los sitios que son motores de búsqueda específicos, aseguran los críticos como Jalichandra.
Google admite que puede ser muy fuerte el impacto de los cambios sobre su algoritmo, que fueron más de 500 el año pasado. "Algunas de esas modificaciones pueden cambiar el ranking sustancialmente en algunas consultas", señaló Amit Singhal, experto en sistemas. Sin embargo, niega que Google tenga en mente una determinada clase de sitios cuando retoca las reglas que establecen cuál será el orden de los resultados de búsqueda o que "penalice" a alguno de ellos aplicándoles un tratamiento especial.
Esas garantías recuerdan una afirmación que siempre repite Google: sus resultados de búsqueda son el producto de reglas objetivas que filtran sitios web que, de alguna manera, superan el criterio subjetivo de los humanos. Sin embargo, muchos observadores dicen que eso es un mito.
"Algún ser humano escribe los algoritmos", sostuvo Sifry. "Los algoritmos no son reglas puras que surgen de la nada". Al cambiar su fórmula matemática para modificar los resultados de una determinada consulta los ingenieros de Google están aplicando criterios muy similares a las decisiones editoriales que se toman en cualquier organización tradicional de medios de comunicación. explicó.
Aun cuando los ingenieros de Google sean bienintencionados en su enfoque hacia el orden de aparición de los resultados de búsquedas, quizá esa actitud no sea suficiente. "No podemos estar seguros de que de aquí a diez años Google -o el motor de búsqueda que en ese momento sea el dominante- no será corrupto", advirtió Vaidhyanathan. Y hasta un Google bienintencionado puede tener efectos devastadores sobre las compañías que se ven perjudicadas por criterios que guarda en secreto.
(Fuente: Richard Waters/ft.com / techblog/"El Cronista")