La primera referencia al teletrabajo la habría proporcionado el físico norteamericano Jack Nilles, en 1973. En plena crisis petrolera, una de las preocupaciones mundiales era el abastecimiento de combustibles y también, en consecuencia, su transporte. Entonces Nilles afirmó que "llevar el trabajo al trabajador y no el trabajador al trabajo" constituía una idea atractiva para afrontar semejante problema y, simultáneamente, los congestionamientos del tránsito y las pérdidas de tiempos para "ir al trabajo". Surgió así el concepto de "telecommuting" (expresión en inglés que suele asociarse con los viajes diarios entre el hogar y el trabajo), precisamente cuando en los Estados Unidos se buscaba evitar o por lo menos reducir tales desplazamientos.
Las tecnologías aún no se habían desarrollado como para que los teletrabajos se propagaran, pero en las décadas siguientes evolucionaron y contribuyeron a disminuir los costos informáticos, aumentar las velocidades de las redes de comunicación y a difundir comercialmente internet, por lo que millones de personas tuvieron a su disposición los recursos para encarar las citadas tareas.
Como mucho de lo que se hace en las oficinas no requiere presencias físicas de trabajadores en sus puestos, las tareas pudieron hacerse a distancia, en las viviendas que ocupaban o en las de familiares o amigos, un hotel, un restaurante, un cibercafé, un ómnibus, un auto y otros lugares.
Para ello hacen falta TICs, que ayudan a disminuir los desplazamientos, y exigieron a las empresas una replanificación que permitiera dejar de concentrar preocupaciones en las "horas en la oficina" y pasar a considerar las "horas dedicadas al trabajo". Por supuesto, los teletrabajos se confían, asimismo, a personas con capacidades diferentes y a las que viven en otros países.