Decir en forma lineal que los aumentos de salarios tienen un efecto inflacionario es una falacia.
Pero señalar lo contrario también lo es.
¿Qué queremos decir con esto?
Para encasillar los salarios en este concepto -si son o no inflacionarios- se debe tener en cuenta el contexto económico en que se dan estos aumentos.
Hoy, con un modelo agotado por la falta de competitividad que presenta, incrementar los salarios en la Argentina en promedio en un 25% en dólares, en una economía que se mueve en pesos, incentiva la demanda agregada. Pero esta presión de la demanda no puede ser correspondida de la misma forma por una oferta que ya está siendo afectada por la falta de competitividad ya mencionada.
Conclusión: en el contexto actual, es muy difícil que parte de los incrementos salariales acordados con los gremios no termine trasladándose a los precios. De materializarse esta posibilidad, la suba que los trabajadores observarán en sus recibos de sueldo se verá licuada por los incrementos que registrarán los precios de los productos. Éste es el efecto primario que se observa. Después llega la espiral inflacionaria, donde históricamente los salarios han "corrido" detrás de los precios y donde el trabajador vuelve a perder.
Pero el sentido común, que indica qué es lo que deberíamos hacer, en la Argentina -y en muchos otros países- choca contra las necesidades políticas de corto plazo de la clase dirigente.
Lamentablemente ingresamos de manera prematura en el camino de la puja electoral para el 2011. Y en este contexto todo vale.
A un eufórico Hugo Moyano se lo escuchó decir esta semana en un acto de las 62 Organizaciones: "Tenemos que valorar que en la Argentina hoy estemos discutiendo aumentos salariales mientras que en los países europeos como en España se rebajan los sueldos y las jubilaciones por el ajuste".
El acuerdo salarial de los trabajadores de la alimentación que lidera Rodolfo Daer está muy por encima, en términos de incrementos, de los obtenidos por otros sindicatos, que habían logrado en torno al 23%. (Ver recuadro)
Esto generará la presión de otros sectores como los liderados por Gerardo Martínez, de la construcción; Luis Barrionuevo, de los gastronómicos, o Armando Cavalieri, de comercio, que no aceptaron una suba inferior al 30%. La economía ingresa en una dinámica compleja y muchas empresas adelantaron que no tendrán otra opción que trasladar esos aumentos a los precios.
(Redacción Central)