Los últimos movimientos que registró el dólar en la City porteña ilusionaron a ciertos sectores de la economía.
Si bien sólo se movió dos centavos en los últimos cuatro meses (0,5%) las expectativas están puestas en que el Central le suelte la mano y lo lleve a los 4,20 pesos para el segundo semestre del año.
Los exportadores -sector que más presión está volcando para mejorar la paridad cambiaria- aseguran que con este valor no se mejora la competitividad de nuestros productos en el exterior.
Teniendo en cuenta una inflación proyectada para este año arriba del 20% y una suba de salarios promedio por encima del 25%, el dólar debería ubicarse en 4,80 pesos sólo para seguir la carrera de estas dos variables. Desde las oficinas del Banco Central aseguraron a este diario que "cuando decimos arriba de cuatro pesos estamos hablando de 4,10-4,20 pero no hay intenciones por ahora de llevarlo arriba de los 4,50 pesos para fin de año". El temor sin dudas es la inflación.
Frente a este escenario queda claro que apostar al dólar, en el actual contexto, no es lo mejor para el inversor. Salvo la bolsa y algunos bonos que tienen todavía "algo de recorrido", las alternativas para el pequeño y mediano ahorrista son acotadas en la actualidad.
Un dólar a 4,20 pesos en el mercado para el segundo semestre no es "rentable" para los inversores y menos aún para los exportadores, que son los que hoy están solicitando la depreciación de la moneda.
Desde el gobierno saben que un dólar en estos niveles no es competitivo. Es más, una sencilla cuenta nos muestra que para que el sector exportador tenga hoy la misma competitividad que en el 2003 -tomando como variable la paridad cambiaria- el dólar debería ubicarse arriba de los cinco pesos, algo que es totalmente inconsistente para el modelo que implementa el matrimonio Kirchner. Conclusión: por ahora hay que dejar de mirar al dólar.
JAVIR LOJO
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