La ayuda que los europeos están dispuestos a aportar a Grecia puede resultar un parche que no evitará a mediano plazo su quiebra si no va acompañada de un verdadero plan gubernamental de reformas, estiman analistas, alertando sobre las peligrosas similitudes de esta crisis con la de Argentina en el 2001.
Presionados por los mercados, los 16 países de la Eurozona adoptaron la semana pasada un plan de tres años para ayudar financieramente a Grecia, junto a una aportación del Fondo Monetario Internacional (FMI), que será activado si Atenas lo requiere, pese a que por ahora afirma poder prescindir de ese apoyo. Los socios europeos podrán aportar el primer año hasta 30.000 millones de euros (40.000 millones de dólares) y, aunque el monto del FMI todavía no ha sido anunciado, se estima que puede llegar a los 15.000 millones de euros. El importe para los dos años siguientes no ha sido fijado.
Pese a que su mera adopción dio un respiro al euro, penalizado por la pérdida de confianza de los mercados, y rebajó claramente el rendimiento de las obligaciones griegas, el plan, a mediano plazo, "no ha cambiado en nada" los riesgos para el país, dijo a la AFP Peter Boone, investigador asociado de la London School of Economics (LSE). La ayuda de los europeos "se habrá agotado en ocho meses y, si se añade dinero del FMI, durará once meses. ¿Y después qué pasará? Grecia tendrá una deuda mayor", advierte este experto. "Si quiere evitar el default, necesita reducir su gasto fiscal y aumentar su competitividad", pero de lo único de que dispone ahora es de un "llamado plan de austeridad", que "en realidad es un presupuesto diseñado por un gobierno débil, incapaz de tomar las decisiones necesarias", prosigue Boone. "Este año no habrá quiebra, pero seguramente sí en el futuro", auguró esta semana Wolfgang Munchau, columnista del "Financial Times".
El plan es "sólo un pequeño paso", seguramente insuficiente para frenar la "espiral de la deuda griega", afirmó también el multimillonario financiero George Soros.
De confirmarse estos presagios, el plan de rescate sólo logrará retrasar lo inevitable para Grecia, cuya explosiva deuda se sitúa en los 300.000 millones de euros (113% del PIB).